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El frío, el enemigo implacable de la dermatitis atópica

El frío, el enemigo implacable de la dermatitis atópica
El frío, el enemigo implacable de la dermatitis atópicalarazon

La climatología influye directamente en la salud. Muchas enfermedades se ven agravadas o se suavizan en función de la temperatura ambiental. Así, los climas cálidos son favorables para muchas enfermedades respiratorias pero, cuando el mercurio sube más de la cuenta, la deshidratación está al acecho y muchas patologías mentales también son más proclives a causar desajustes que hay que controlar. Además, la primavera y la llegada del buen tiempo vienen acompañados de buena parte de las alergias al polen. Y en invierno sucede lo mismo, ya que en estos meses son menos frecuentes patologías digestivas causadas por microorganismos que se propagan mucho mejor en temperaturas cálidas pero, por el contrario, es una época plagada de enfermedades respiratorias, desde un simple catarro a las temidas bronquitis o neumonías. Pero no son las únicas, pregunten sino a las personas con dermatitis atópica, cuyos síntomas empeoran en invierno. Además, hay más brotes y son más intensos.

Según explica la Dra. Aránzazu Plaza, del Servicio de Alergología del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, esta patología crónica de la piel se caracteriza por sequedad cutánea y lesiones eccematosas muy pruriginosas, es decir, con mucho picor, que suele manifestarse en brotes periódicos y que “es el responsable principal del deterioro en la calidad de vida de estos pacientes”.

Generalmente aparece en lactantes y niños con historia familiar de alergia (o atopia) como inicio de lo que los alergólogos llaman “la marcha atópica”, dado que un porcentaje elevado de estos niños evolucionará a una alergia alimentaria (leche, huevo, etc.) y a inhalantes (pólenes, ácaros, etcétera). Puede afectar hasta a un 20 por ciento de la población infantil y, aunque en muchos casos se cura al llegar a adultos, su prevalencia a partir de los 18 años está en torno a un 7 por ciento.

El origen está en los genes, pero también en el ambiente... Y en invierno, más

“En su aparición influyen factores genéticos que hacen que la piel sea más porosa, pierda humedad y, por tanto, se reseque con facilidad”, explica esta experta. Pero también hay factores ambientales que pueden predisponer a la aparición de los brotes, como infecciones, el estrés, ropas (lanas, fibras...), detergentes y jabones, la maceración de la piel por agua o sudoración excesiva y el ambiente seco. Y este último factor es precisamente el responsable del empeoramiento de la dermatitis atópica en invierno.

“Porque, aunque podamos pensar que en invierno hay más humedad por la lluvia, lo cierto es que el ambiente es mucho más seco que en verano. Y esto reduce la humedad de la piel que es el principal factor desencadenante de los brotes”, según Plaza.

¿Cómo tratar los síntomas?

En la actualidad no existe una cura definitiva de la dermatitits atópica, por lo que los tratamientos van encaminados a reducir los episodios y los síntomas. Mantener la piel correctamente hidratada es el eje central de los cuidados personales de la enfermedad, aunque también existen diversos medicamentos de gran eficacia.

“Es fundamental hidratar la piel al menos dos veces al día mediante el uso de cremas, preferiblemente grasas y sin perfume, para sellar la piel y reducir la pérdida de humedad. En la higiene personal son preferibles las duchas rápidas con agua tibia que los baños prolongados con agua muy caliente”, relata esta experta.

Elegir prendas cómodas y con tejidos naturales, lavar toda la ropa nueva antes de usarla y utilizar humidificadores en el hogar son otras medidas preventivas recomendables. Es muy importante además mantener las uñas bien cortadas y lisas. El picor es el principal síntoma incluso por la noche, y el rascado puede provocar heridas que se pueden infectar.

En cuanto al tratamiento médico básico, se usan corticoides tópicos como primer escalón terapéutico y, para control del picor, pueden emplearse antihitamínicos orales, de forma preferible por la noche y con efecto sedante para evitar el rascado nocturno.

Otros tratamientos empleados son los inmunomoduladores tópicos (Tacrolimus y pimecrolimus) que se pueden usar solos o junto a corticoide tópicos (son preferibles para aplicar sobre eczemas de cara y zona genital y antibióticos (que pueden asociarse a la crema de corticoide) en caso de sobreinfección de los eczemas. Además, estudios recientes demuestran que el tratamiento complementario con probióticos resulta eficaz en la disminución de la intensidad y duración de los brotes. Y en casos más severos de dermatitis atópicas puede ser necesaria la administración sistémica de corticoides o de otros fármacos inmunomoduladores potentes como ciclosporina azatioprina y biológicos (dupilumab) en centro hospitalario.