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Turismo y Viajes

Qué ver en Tenerife en otoño: los rincones más mágicos bajo el sol canario

En octubre y noviembre, el clima y las horas de luz convierte a la isla en el destino ideal para escapadas fuera de temporada

Qué ver en Tenerife en otoño: los rincones más mágicos bajo el sol canario Hola Islas Canarias

Mientras que en casi toda España se desempolvan los abrigos y se va notando cómo los días se hacen más cortos, Tenerife se resiste a despedirse de la luz. Aquí, en esta isla afortunada, el otoño se parece más a un veranillo, porque el tiempo sigue siendo bueno, el mar está tranquilo y se puede seguir haciendo vida fuera de casa. Así que, cuando el frío aprieta en la Península, muchos turistas ven aquí un lugar ideal para seguir disfrutando del buen tiempo.

El tiempo es su mayor atractivo. Mientras que en el norte se vuelven a usar bufandas, en Tenerife las temperaturas rondan los 25 grados y el mar no baja de los 22. Gracias a esto, cualquier plan al aire libre apetece, ya sea dar un paseo por la costa, subir al Teide o explorar los bosques de Anaga.

Pero ojo, que además del sol, la isla tiene mucho más que ofrecer a quienes la visitan por primera vez. En Santa Cruz de Tenerife, la capital, es fácil moverse caminando. La ciudad mezcla la calma de una ciudad no muy grande con el dinamismo de un puerto en el Atlántico. Paseando por sus calles, uno se encuentra con lugares tan importantes como la plaza de España, la del Príncipe de Asturias o el Auditorio diseñado por Santiago Calatrava, que ya es un icono de la isla.

A tan solo un breve trayecto en guagua -el bus de toda la vida por aquí-, te encuentras con la famosísima playa de Las Teresitas, ¡de postal, vamos! Con esa arena dorada que vino del mismísimo Sáhara y su mar tranquilito gracias al rompeolas, es ideal para un chapuzón en noviembre, mientras en otros sitios ya están con la estufa a tope.

Y si te animas a descubrir más, te recomiendo una escapada a San Cristóbal de La Laguna. Esta ciudad llena de estudiantes, que la Unesco ha declarado Patrimonio de la Humanidad, tiene un no sé qué, un encanto especial entre sus casas antiguas de colores, sus callejuelas y sus cafeterías. Igual no hay playa, ¡pero ambiente no le falta!

Para los que no perdonan la costa, el Puerto de la Cruz es parada obligatoria. En este rincón del norte, tienes de todo: desde planes para ir con niños -con el Loro Parque como estrella-, hasta playas de arena negra y paseos al lado del Atlántico que se ponen preciosos cuando cae el sol.

Pero si hay algo que hace única a Tenerife es la naturaleza, ¡menuda joya! El Parque Nacional del Teide, con ese paisaje que parece de otro planeta y esas vistas desde más de 3.700 metros, es algo que tienes que vivir sí o sí. Subir al mirador del volcán y ver el mar de nubes es de esas cosas que se te quedan grabadas para siempre.

También en el norte, el Parque Rural de Anaga ofrece una imagen completamente distinta: montañas cubiertas de laurisilva, senderos húmedos y pueblos que parecen colgar de los barrancos. Por su biodiversidad y su valor geológico, esta zona fue reconocida como Reserva de la Biosfera en 2015.

Quienes busquen algo más singular pueden acercarse a la Cueva del Viento, en Icod de los Vinos. Se trata de uno de los tubos volcánicos más extensos del planeta, con cerca de 18 kilómetros de galerías subterráneas que narran, piedra a piedra, la historia volcánica de la isla.

Y para cerrar la ruta, nada mejor que los acantilados de Los Gigantes, en la costa oeste. Sus paredes verticales, de hasta 600 metros de altura, caen directamente sobre el mar y ofrecen un espectáculo natural difícil de olvidar. Desde el puerto cercano salen excursiones en barco que permiten contemplarlos desde el agua, a menudo acompañados por delfines y ballenas.

Viajar a Tenerife en otoño es, en definitiva, algo completamente distinto a quedarse viviendo en lugar donde el frío está empezando a llegar. La isla invita a seguir viviendo al aire libre, con el sonido del Atlántico de fondo y el aroma del café recién hecho en una terraza.