Robo

El atraco al Louvre recuerda un robo olvidado en España que sigue sin resolver medio siglo después

Dos historias paralelas unidas por la codicia y el arte

Basílica Nuestra Señora del Pino, Gran Canaria
El atraco al Louvre recuerda un robo olvidado en España que sigue sin resolver medio siglo despuésCabildo de Gran Canaria

París da la bienvenida de nuevo a los turistas mientras los agentes franceses rastrean a los autores del robo de ocho objetos de las Joyas de la Corona, sustraídas a plena luz del día. La ciudad reabre sus puertas tres días después del incidente, pero la Galería de Apolo permanece cerrada sin previsión, siendo este el núcleo del asalto que ha generado preocupación sobre la seguridad en los grandes museos europeos. La directora del Louvre reconoció errores y reveló que ofreció su renuncia durante la crisis, lo que subraya la gravedad del asunto y su repercusión a nivel mundial.

El Ministerio de Cultura francés insiste en que el sistema de seguridad no tuvo fallas, aunque el Gobierno admite que existen áreas que necesitan mejoras y puntos ciegos en el sistema de cámaras. La controversia se intensifica porque el botín incluye joyas relacionadas con las familias imperiales de los siglos XVIII y XIX, objetos que no contaban con seguro debido a su particularidad y al elevado coste de la póliza. Se estima que el valor económico ronda los 88 millones de euros, sin incluir su valor histórico, lo que aumenta la presión sobre los investigadores para impedir que los ladrones desarmen las piezas para vender las gemas y los metales por separado.

Las primeras pistas indican que se trata de una operación cuidadosamente planificada con equipo de construcción y herramientas de corte. Según la policía, los autores conocían bien el edificio y sus rutinas, una teoría que ya se había planteado en el parlamento francés al discutir la actualización de los protocolos. Mientras tanto, el museo lucha por volver a la normalidad con filas al aire libre y con un sistema interno que revisa los accesos y las autorizaciones.

En España aún se siente el impacto del robo en París, recordando un suceso que marcó a Canarias hace medio siglo. Aquella noche del 17 de enero de 1975, aprovechando un corte de luz en Teror, unos individuos entraron a hurtadillas en la Basílica de Nuestra Señora del Pino y se llevaron joyas que los fieles habían donado durante siglos. Aunque causó gran revuelo en la isla y se hablaba de un valor altísimo, el caso quedó sin resolver y se cerró al poco tiempo.

Entre las joyas robadas estaba la famosa esmeralda llamada Rana de la Virgen. Según documentos antiguos, esta joya del siglo XVII era una figura de oro adornada con cuatro esmeraldas, regalada por una señora adinerada de Gran Canaria con la condición de que se mantuviera siempre relacionada con el culto. La pieza se hizo muy popular y su desaparición dio pie a teorías que nunca se pudieron probar ante un juez.

Comparar lo de París con lo de Teror nos ayuda a entender cómo actúan estas bandas y por qué atacan objetos que tienen valor tanto cultural como económico. En ambos casos, se aprovecha la vulnerabilidad de edificios históricos, donde es complicado poner medidas de seguridad muy invasivas. Además, los expertos en patrimonio saben que las joyas suelen ser rápidamente despiezadas para que sea más difícil encontrarlas y que las piedras terminan vendiéndose en mercados muy lejanos. Por eso, las autoridades francesas dicen que tienen que darse prisa para recuperar todo antes de que sea imposible reconocerlo.