Tribunales

Condenada a más de 33 años de cárcel por trata de seres humanos tras la identificación de tres víctimas en Palencia

La Brigada de Extranjería y Fronteras de la Policía Nacional en esta provincia localizó a tres ciudadanas procedentes de Paraguay siendo obligadas a ejercer la prostitución

Imágenes de la Audiencia Provincial de Madird
Audiencia Provincial de MadridEduardo ParraEuropa Press

La Audiencia Provincial de Madrid condenó a más de 33 años de prisión a una ciudadana paraguaya, de 51 años de edad, por delitos de trata de seres humanos con fines de explotación sexual en concurso con cinco delitos relativos a la prostitución y un delito continuado contra los derechos de los ciudadanos extranjeros. Todo ello gracias a una investigación que se inició en Palencia, en la Brigada de Extranjería y Fronteras, fruto de las gestiones que realizó la unidad para la detección de víctimas de trata, localizó a tres de ellas, ciudadanas procedentes de Paraguay, según fuentes policiales.

En la información recogida por la Agencia Ical, señalaron que las mujeres debían estar disponibles las 24 horas del día, incluso estando enfermas, debiendo aceptar todo tipo de prestación sexual con los clientes, obligadas incluso a consumir sustancias estupefacientes cuando el cliente así lo solicitaba. Sin libertad para salir de casa, siempre acompañadas, y con la retención del pasaporte si ponían cualquier objeción que hiciera sospechar a la tratante de una posible fuga.

Además de la retirada de pasaporte, la sentenciada hacia ver que sabía donde vivía su familia y que podía causarle daño, y que les mostraría las fotos que les habían tomado para los anuncios estando desnudas, con el fin de mantenerlas atemorizadas y sometidas. En varias ocasiones rociaron con gasolina la casa de su familia en el país de origen, estando ellos dentro, con la clara amenaza de prenderles fuego.

De igual modo, eran amenazadas con multas si no ganaban 2.000 euros a la semana, que recibía íntegramente esta tratante. Esta mujer no actuaba sola, se trataba de un negocio familiar, donde una de las hijas en Paraguay realizaba la captación, siempre a personas necesitadas con un perfil determinado, un aspecto joven y atractivo, así como condiciones económicas muy precarias, en una alta situación de vulnerabilidad.

Estas mujeres fueron encontradas con la autoestima muy baja, sentimiento de culpabilidad muy grande, con un miedo atroz a lo que pudiera pasarles si hablaban, tanto a ellas como a su familia. A mayores de ser atendidas por profesionales especializados en estos delitos en el ámbito policial, se las ayudó a través de la ONG Aclad, en el ámbito psicológico y asistencial.