Sociedad
Cuando Burgos se rindió al río
Casi un siglo después, la ciudad aún mantiene vivo el recuerdo de las inundaciones que en 1930 cubrieron parte del núcleo urbano
A pocos días de cumplirse el primer aniversario de las inundaciones de la dana en España, que azotaron con especial virulencia a Valencia, es inevitable mirar al pasado y recordar otros episodios donde las fuertes lluvias pusieron en peligro a otras ciudades españolas.
Burgos vivió una situación de riesgo hace casi un siglo, y a día de hoy, la Plaza Mayor de la ciudad aún conserva unas marcas rojas que conmemoran la fecha del suceso y la altura que alcanzó el agua.
El 5 de junio de 1930, la ciudad de Burgos amaneció como cualquier otro día. Los comercios levantaron sus persianas y los burgaleses iniciaron su rutina habitual. Sin embargo, aquella jornada distó mucho de ser un día cualquiera. Una lluvia torrencial, originada unos kilómetros al norte de la ciudad, sorprendió a todos, y más aún el impacto que tuvo aquella gran tromba de agua.
Tal y como explica el cronista de la ciudad, José Manuel López Gómez, y de acuerdo a la información que se recoge de aquellos años, las lluvias provocaron una “crecida muy importante” de los ríos Vena y Pico, “que jugaron un papel muy importante en esta inundación”. El desbordamiento de los ríos anegó el centro de la ciudad y afectó a zonas como la calle San Juan, Santander, la Plaza Mayor o la calle de La Moneda.
El nivel de crecida sorprendió tanto a los vecinos como a las autoridades, dejando a su paso daños materiales importantes y un profundo impacto en la memoria colectiva burgalesa.
De acuerdo a la información que se recoge de la época, afortunadamente no hubo que lamentar pérdidas de vidas humanas, aunque sí que hubo daños considerables, y los seguros de la época tuvieron que indemnizar las pérdidas de los comercios.
Las imágenes que se conservan de aquel día muestran una Plaza Mayor cubierta de agua, y algunos valientes ciudadanos subidos en barcas improvisadas tratando de desplazarse por el agua. También hubo “comportamientos heroicos”, de personas que procuraron rescatar otros que habían quedado aislados en bajos comerciales.
El agua pronto fue bajando, y al día siguiente, 6 de junio, comenzaron a hacerse visibles todos los efectos del desastre. Las escenas que se vivieron en Burgos, con vecinos tratando de recuperar la normalidad, nos recuerdan inevitablemente a las imágenes recientes en la costa levantina. Ambas situaciones, más allá de la diferencia de magnitud, mostraron el esfuerzo colectivo de sus gentes para reparar lo perdido.
El por aquel entonces alcalde, Eloy García de Quevedo, solicitó una ayuda urgente para ayudar a regular la gran afluencia de agua, y esta gran inundación “alertó a las autoridades, que trataron de arbitrar medios para que la situación no se repitiese”, explica López Gómez. De esta forma, se trabajó para lograr “una cierta regulación de los caudales de agua”, y hay que destacar que desde entonces, la ciudad no ha sufrido inundaciones de semejante calibre.
Sin embargo, la de 1930 no ha sido la única gran inundación que se recuerda en Burgos. En 1874 hubo una de mayor calibre, donde el agua llegó a alcanzar los 2,75 metros en los pilares del Ayuntamiento. Esta también está registrada con una marca roja en la Plaza Mayor, justo encima de la 1930. “Algunas personas que vivían en 1930 sí la recordaban”, apunta el cronista, que explica que esta otra fue producto de una fuerte granizada.
En la Edad Media y la etapa del Renacentista también hay documentación de otras inundaciones importantes en la ciudad, y alguna incluso “destruyó por completo el puente de Santa María”.
La regulación del cauce del Arlanzón, especialmente en su tramo alto, es fundamental para evitar estas inundaciones. Además, los cauces del río Pico y Vena han sido encauzados y perimetrados en gran parte, lo que disminuye significativamente el riesgo de desbordes en el núcleo urbano. “Es bastante difícil que hoy se dé una inundación de ese nivel”, indica López.
Imágenes exclusivas de las inundaciones
Hoy conocemos más datos acerca de estas inundaciones gracias a un hallazgo casual que tuvo lugar hace varios años en Pradoluengo (Burgos). Un vecino del municipio, Lorenzo Arribas, localizó entre varios rollos de películas que conservaba su familia una cinta con imágenes en exclusiva de estas inundaciones.
La película, de diez minutos de duración, describe lo ocurrido en la tarde del 5 de junio de 1930 y la mañana siguiente, cuando el agua había descendido y los burgaleses podían recorrer las calles y ayudar a recoger el desastre.
Tal y como explica el periodista y profesor del Departamento de Historia, Geografía y Comunicación de la Universidad de Burgos, Miguel Moreno Gallo, aunque se desconoce el autor de estas imágenes, si que se cree, por la calidad de las mismas, que están hechas por un profesional, tal y como indica en el libro ‘Escenas de Burgos en el cine documental’. Una auténtica joya para Burgos y su historia, que hoy está al alcance de todos gracias al hallazgo de Arribas.