Historia

La fortaleza califal más grande de Europa sigue reinando sobre los campos de Castilla

Está considerada como uno de los monumentos militares más emblemáticos de España

Castillo de Gormaz
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A lo largo de la historia la sociedad se ha obsesionado por garantizar su seguridad. Por este motivo las mayores inversiones estaban dedicados para la construcción de monumentos y de fortalezas para evitar las invasiones del enemigo. Esto se ha ido repitiendo a lo largo de la historia, y nuestro país tiene el privilegio de contar con la fortaleza califal más grande de Europa, que aún sigue reinando en los Campos de Castilla.

Se trata de uno de los monumentos de arquitectura militar más emblemáticos de la cultura árabe, que comprende las manifestaciones artísticas desde la conquista musulmana de la península ibérica hasta el surgimiento de los primeros reinos de taifas, es decir, los siglos VIII al X.

Este tipo de arte va a darse lugar especialmente en Córdoba, capital del califato creado por Abderramán III en 929, donde se construyen los edificios más representativos del poder andalusí. Pero fuera de ese territorio se encuentra la fortaleza más grande de Europa, el castillo de Gormaz, que se convirtió en pieza clave de la defensa musulmana contra los reinos cristianos del norte y contribuyó a mantenerlos alejados de Medinaceli.

Su situación y sus excelentes condiciones de visibilidad permitían controlar una de las rutas de acceso hacia el norte y el río Duero y fue una de las posiciones estratégicas más codiciadas por musulmanes y cristianos durante los siglos IX y X.

Desde este momento su posesión será una de las principales estrategias para la conquista y dominio efectivo del territorio. Uno de sus alcaides fue Almanzor. Obtuvo ese cargo después de recuperarla de manos cristianas en el 983. Es muy probable que desde el castillo de Gormaz el caudillo árabe organizará alguna de sus muchas y famosas campañas victoriosas contra los cristianos.

Fernando I la conquista y queda bajo dominio cristiano definitivamente desde el 1060. Poco después, en 1087, será alcaide de la fortaleza uno de los personajes castellanos más populares de la Edad Media, el Cid Campeador. Conforme avanzan los cristianos, y por tanto la frontera se sitúa más al sur, la fortaleza perderá su importancia estratégica y poco a poco será abandonada y destinada a otros fines no militares. Así, durante la época de los Reyes Católicos es una cárcel.

El castillo tiene forma irregular muy alargada, adaptada a la plataforma del cerro en que se asienta. Se desarrolla en dirección este-oeste con más de 380 metros de frente, mientras su dimensión máxima norte-sur no sobrepasa los 63 metros en el punto de mayor anchura llegando a tan sólo 17 en el lugar más estrecho.

Sus murallas están reforzadas con 27 torres, casi la totalidad macizas, que presentan muy poco saliente respecto de los lienzos, como suele ser habitual en las fortificaciones primitivas islámicas de la Península. En gran parte del castillo existen evidencias de una fortaleza anterior, de iguales dimensiones y trazado. De la primera construcción apenas quedan restos.

En el recinto amurallado, de unos 1200 metros de perímetro, 446 de largo y 60 de ancho, con lienzos de 10 metros de altura, se asentaba la tropa, las caballerizas, almacenes y una alberca o depósito abierto de planta cuadrada de grandes dimensiones excavada en la roca.

El acceso principal al castillo siempre se hizo por el frente sur, pues aparte de que la ladera es más suave por ese lado y el soleamiento mayor, evitando hielos en el camino de subida, el puente que con él comunica se encuentra en ese lado.

También se dice que al menos existen dos puertas en el castillo califal, aunque incluso se ha apuntado la existencia de una tercera en donde en época posterior se abrió la que hoy se usa como acceso habitual. Existen además dos poternas abiertas hacia el norte, una prácticamente enfrente de este último acceso y otra dentro del alcázar.

La puerta principal del castillo se abre en el lado sur, en un frente de muralla de 16 metros. Construcción realizada en piedra labrada sin refinamiento, dejando gruesas juntas que se rellenan con mortero de cal.

Las dimensiones de la fortaleza hacen que su estado de conservación sea desigual. El resultado de las distintas intervenciones de restauración realizadas a lo largo de los años es también desigual y muestra la evolución de los criterios y sistemas empleados en la restauración del patrimonio.