Historia

Este es el pequeño pueblo con el impresionante castillo califal temido en toda Europa

Se trata de la fortaleza más grande de todo el continente y está situado en un municipio de poco más de 25 habitantes

Castillo de Gormaz
Castillo de GormazLa Razón

La seguridad en la Edad Media era muy importante. Por este motivo los reinos invertían mucho en fortalezas con el objetivo de garantizar la estabilidad de su pueblo y de sumar riquezas. Uno de estos castillos durante una época fue temido en toda Europa, por su estratégica posición.

Durante muchos años se convirtió en un bastión de los más importantes del reino musulmán, ya que ostentó el reconocimiento de ser la mayor fortaleza construida en Europa. Entonces la fortaleza tenía 1,2 kilómetros de muralla protegida con 27 torres desde las que se defendía la frontera de este territorio al norte del río Duero. En la actualidad, en el castillo, situado en un pequeño pueblo de poco más de 25 habitantes, se conservan vestigios de 446 metros de longitud y 60 centímetros de grosor del lienzo amurallado y una decena de estos torreones.

La fortaleza se remonta al siglo X cuando fue construido por orden de al-Haquem II, que fue el segundo califa omeya de Córdoba desde el año 961 hasta su muerte en 976. Entonces este territorio era el escenario de cruentas batallas fronterizas entre moros y cristianos, lo que le hizo ser el castillo más temido por la cristiandad, pero también un rincón de belleza natural y riqueza patrimonial, con desfiladeros, colegiatas e iglesias dispersas y aldeas que desaparecieron o fueron crecido, según haya sido su suerte.

 

Se trata del castillo de la localidad soriana de Gormaz, y se califica como una fortaleza “imponente”, ya que todo aquel que lo visita destaca su “grandeza”, su “majestuosidad”, lo que la convierten en una fortaleza “única”. Probablemente el origen de este asentamiento, que alcanzó un gran poder en el Medievo, tenga relación con la existencia de un vado, un paso natural, sobre el Duero cuando este río fue frontera entre los reinos peninsulares. Desde lo alto del cerro, en la primitiva fortaleza, la vigilancia sobre el vado y el territorio garantizaba el control de la zona. Fue del Califato y de Castilla en alternancia según dominio y conquista.

El castillo tiene forma irregular muy alargada, adaptada a la plataforma del cerro en que se asienta. Se desarrolla en dirección este-oeste con más de 380 metros de frente, mientras su dimensión máxima norte-sur no sobrepasa los 63 metros en el punto de mayor anchura llegando a tan sólo 17 en el lugar más estrecho.

Sus murallas están reforzadas con 27 torres, casi la totalidad macizas, que presentan muy poco saliente respecto de los lienzos, como suele ser habitual en las fortificaciones primitivas islámicas de la Península. En gran parte del castillo existen evidencias de una fortaleza anterior, de iguales dimensiones y trazado. De la primera construcción apenas quedan restos.

En el recinto amurallado, de unos 1200 metros de perímetro, 446 de largo y 60 de ancho, con lienzos de 10 metros de altura, se asentaba la tropa, las caballerizas, almacenes y una alberca o depósito abierto de planta cuadrada de grandes dimensiones excavada en la roca.

El acceso principal al castillo siempre se hizo por el frente sur, pues aparte de que la ladera es más suave por ese lado y el soleamiento mayor, evitando hielos en el camino de subida, el puente que con él comunica se encuentra en ese lado.

 

También se dice que al menos existen dos puertas en el castillo califal, aunque incluso se ha apuntando la existencia de una tercera en donde en época posterior se abrió la que hoy se usa como acceso habitual. Existen además dos poternas abiertas hacia el norte, una prácticamente enfrente de este último acceso y otra dentro del alcázar.

En los muros de la fortaleza se reutilizaron estelas funerarias a las que la tradición ha atribuido un carácter mágico. En la ladera del castillo una ermita humilde en su factura exterior alberga uno de los tesoros más especiales del Románico hispano. La ermita de San Miguel tiene en los muros interiores un repertorio pictórico Románico único. Es junto a San Baudelio en Casillas de Berlanga, considerada como “La Capilla Sixtina del arte mozárabe”; y la ermita de la Vera Cruz de Maderuelo, el triángulo de pintura románica más interesante de la Castilla medieval.

 

Muy cerca se encuentra una ruta magnífica que toque El Burgo de Osma, San Esteban de Gormaz, Berlanga de Duero y el pueblo medieval de Calatañazor, además de la propia San Baudelio.

A lo largo de la vida del castillo este fue morada de personajes que han pasado a la historia como el general omeya Gali, Almanzor o el Cid Campeador, que fue alcaide de la fortaleza.