La inflación castiga al sector agroalimentario de Castilla y León

El director del Servicio de Estudios Económicos de Castilla y León (ECOVAEstudios), Juan Carlos De Margarida, reclamó hoy un “posicionamiento sin reparos” a favor del sector agrolimentario de la Comunidad de los gobiernos central y autonómico así como de las organizaciones empresariales ante el aumento “bestial” de la “incertidumbre” y la posible llegada de una “recesión” mundial, por su carácter “estratégico y determinante” para “vertebrar” el territorio porque “fija población y crea riqueza”.

De Margarida puso de relieve el impacto de la inflación en el sector, que pierde producción y pymes porque “los márgenes se reducen” por el aumento de los costes de las materias primas, los financieros, con operaciones con tipos por encima del tres por ciento; y los laborales, con el alza de las cotizaciones y del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), y el acuerdo de negociación colectiva. “No hay forma de parar la subida de precios y surge la duda de una posible recesión y estaflación”, dijo.

En este sentido, el economista indicó que en 2022 bajaron las empresas del sector un 1,1 por ciento, hasta las 25.548; y la afiliación en la Seguridad Social se redujo en el mismo porcentaje. Precisó que el 15,8 por ciento del presupuesto familiar se fue a los alimentos, y creció un 36,2 el gasto en restaurantes y en comedores. Con todo, también se elevó el comercio exterior un 14,3 por ciento, una “cifra muy buena”; y los exportadores subieron un 2,6 por ciento, hasta los 2.683.

De Margarida presentó hoy el Observatorio Agroalimentario de la Comunidad correspondiente al año 2022, y puso de relieve la necesidad de impulsar la eficiencia y la competitividad de las empresas agroalimentarias, muy marcadas por su pequeño tamaño, ya que el el 99,5 por ciento son micro o pequeñas actividades, incapaces de salir a los mercados internacionales.

Es “prioritario” elevar su competitividad, dijo, para razonar que el sector debe afrontar los cambios del mercado, focalizar sus esfuerzos hacia nuevos modelos de negocio, lograr mayores rendimientos de los cultivos, racionalizar sus recursos y, sobre todo, repoblar el mundo rural para su supervivencia. Aseveró que es preciso que busque nuevos canales de comercialización, a través de la digitalización, para denunciar los problemas de conexión a internet que siguen sufriendo muchas zonas rurales, donde se establece esta industria. Asimismo, constató que las exportaciones del sector se van en un 74 por ciento a la UE, y son “muy conservadoras”, por lo que apeló a elevarlas al resto del mundo.

Juan Carlos De Margarida dibujó una situación marcada por la “inestabilidad” del sector financiero, la guerra de Ucrania con unos mercados laborales “tensos” y una inflación subyacente “desbocada” a pesar de la subida de tipos de interés. Advirtió de la situación de sequía a nivel mundial, que pasará factura a la producción, en un escenario que “dificulta la estabilidad del sector en todo momento”.

Una situación que afronta el sector con debilidades, como su “atomización, baja capacidad comercializadora, con una falta de determinación para tener presencia fuera”. “Nos cuesta salir”, dijo, para remarcar también su “baja productividad” y la presencia de muchas empresas “con escasa cultura de gestión y muy poco formadas”. Además puso en evidencia sus amenazas como el “progresivo abandono del campo” de los jóvenes que no facilita el relevo generacional, y la mayor fortaleza de la distribución que “les domina”. “Hay que ganar tamaño para poder innovar y ser competitivos”, resumió.

Pero no todo se situó en el lado ‘malo’ de la balanza, ya que se trata del sector industrial, dijo, de mayor peso por su aportación al VAB autonómico, que cuenta con empresas de “gran estabilidad” por su carácter tradicional y familiar. Además, está la imagen de calidad de las producciones, muy reconocidas a nivel mundial”.