
Curiosidades
La inquietante figura de la Catedral de Burgos víctima de "photoshop" medieval por superstición
La Seo burgalesa cuenta con una riqueza inabarcable donde la fe y el arte se dan la mano además de esconder infinidad de secretos que aún hoy no dejan indiferente a nadie

Castilla y León puede presumir, y de hecho lo hace, de contar con un patrimonio histórico y artístico sin igual y único en el mundo, fraguado a lo largo de los siglos. Desde castillos y palacios hasta conventos, monasterios o la más pequeña iglesia o ermita de pueblo, pasando por imponentes catedrales, forman parte de este legado inconmensurable, que no deja de sorprender a quien lo conoce, y que esconde además historia, leyendas y mitos que no dejan indiferente a nadie.
Como por ejemplo el edificio religioso protagonista de estas líneas de LA RAZÓN: La Catedral de Burgos. Un lugar de culto con una riqueza inabarcable donde la fe y el arte se dan la mano para deleite de cualquiera que quiera adentrarse en su interior a conocerlo.
Capillas, vidrieras, sepulcros, retablos y bienes muebles las innovaciones artísticas de la Edad Media y el primer Renacimiento, junto con ejemplos destacados de la época barroca pueden verse en su esplendor en esta obra de arte Patrimonio dela Humanidad.
El cimborrio gótico-plateresco del siglo XV elevado a los altares por Juan de Colonia y reconstruido un siglo más tarde por Juan de Vallejo; la tabla de la Sagrada Familia, de Sebastiano del Piombo, e en la Capilla de San José; la espectacular Capilla del Condestable, de estilo gótico isabelino, en la que trabajó la familia de los Colonia, Diego de Siloé y Felipe Vigarny; el retablo gótico hispano-flamenco de Gil de Siloé para la Capilla de Santa; el curioso Papamoscas ubicado en la nave central de la Catedral a 15 metros del suelo, que no es más que una figura humana de busto que surge de la esfera de un reloj o autómata, ataviado con una casaca roja y cuya misión es hacer sonar a la hora en punto su campana abriendo la boca al ritmo de los tañidos; y, como no, los restos de Rodrigo Díaz de Vivar "El Cid Campeador" y de su mujer, Doña Jimena, que reposan bajo el cimborrio de la Seo burgalesa desde hace ya 104 años, en 1921, son las joyas más importantes y conocidas de este temploe de la cristiandad.
Si bien, la Catedral de Burgos esconde infinidad de secretos en figuras que pasan desaparecibidas para el ojo humano entre tanta grandeza, pero que tienen su historia y su significado, y que se encuentran colocadas en puntos estratégicos y no por causalidad.
Es el caso de una escultura cuanto menos extraña, que parece un monje por sus vestiduras, pero también un constructor de la época o cualquiera que viviera en esos años, un alfarero, un comerciante o el mismísimo Satanás vestido para engañar como si fuera un religioso.
Y es que esa escultura de la que hablamos en estas líneas tiene la particularidad de que carece de rostro, por lo que puede ser cualquiera. Pero lo más raro de todo es que su cara no ha desaparecido por el paso del tiempo -cuatro siglos se calcula que tiene esa escultura. sino que fue borrada a conciencia en algún momento por orden de alguien y quizás por superstición, ya que está en un lugar cerrado.
Una figura que permanece vigilante en el pasillo sur del claustro alto del templo mirando desafiante sin mirar a quien pase por allí.
La construcción de esta zona la inició el maestro Enrique hacia 1265 y dirigió las obras hasta su muerte, acaecida el año 1277. Concluyó la obra el maestro Juan Pérez, que muere el año 1296.
El claustro alto es un homenaje a los Reyes y Obispos que construyeron la catedral, quedando varios de ellos inmortalizados en magníficas esculturas bajo las ojivas de los muros, brillantemente decoradas con elementos vegetales de racimos y hojas de parra, higuera y roble.
¿Y por qué se ordenó raspar ese rostro? ¿Qué hay detrás de este gesto cuando en la Seo burgalesa hay decenas y decenas de esculturas adosadas a capiteles, de gárgolas y arquivoltas diabólicas que ponen los pelos de punta si te fijas detenidamente en ellas?
Pues detrás de este borrado hay algo mágico e incluso demoníaco, según se cuenta en un documento del Archivo de la Catedral, un acta del 17 de febrero del año 1600, ya que además es la única figura de la sala pintada de negro, salvo la cabeza sin rostro.
Según parece, el Cabildo de la Seo fue quien dio la orden de eliminar el rostro de la escultura. Esta acta se titula «Figura del Claustro» y en ella se expone lo siguiente:
«Este día el Cabildo mandó que el doctor Aresti (canónigo fabriquero), si le pareciere que conviene, por excusar supersticiones, haga quitar el rostro de la figura que está a la entrada del claustro a la mano de la izquierda».
Fue entonces el miedo y el temor a una superstición vinculada a esa escultura, probablemente con una cara grotesca, como caricatura, lo que está detrás de este borrado de cara o "photosop" de la época. Otras teorías hablan de que la cara no era del gusto de la época. Vamos, que era feo para los cánones de aquél momento, aunque quizás su cometido era precisamente asustar y hacer sentir miedo a quien mirase su rostro, quizás para espantar los malos augurios y el mal.
Cabe recordar que poco antes de ese acto del año 1600, concretamente entre los años 1545 y 1563 se había celebrado uno de los momentos más importantes y trascendentes de la Iglesia Católica como respuesta a la Reforma Protestante: el Concilio de Trento.
Su objetivo fue reafirmar la doctrina católica, aclarar puntos dogmáticos, reformar los abusos de la Iglesia y definir la fe y la práctica católica frente a las críticas protestantes, además de ser muy firme y exigente con este tipo de representaciones escultoricas.
Una última teoría cuenta que esta figura representaba a algún maestro arquitecto de la época, ya que era habitual que aparecieran sus retratos en las obras que hacían. Y en este caso al Maestro Enrique, encargado de construir el claustro alto de la catedral.
Finalmente, y como curiosidad, quien se encargara de llevar a cabo el borrado de car, seguramente con un cincel y una maza, debió de emplear un andamio de la época para hacerlo, ya que la figura en custión se encuentra a dos metros y medio de altura.
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