Educación

Nunca olvides a tus maestros

El profesor de física había muerto

Profesor homenajeado por su alumnos el día de su jubilación
Profesor homenajeado por su alumnos el día de su jubilaciónRedes SocialesRedes Sociales

Hace unos días llegó a mis oídos la noticia de que un antiguo maestro, impregnado en una de las enfermedades más crueles, había atravesado esta dimensión para no volver a esgrimir jamás un láser sobre una pizarra llena de fórmulas. Una sorpresa inesperada para muchos de nosotros, quienes antaño cruzábamos el umbral de la mañana rodeados de apuntes complejos sin mucha más explicación que la que esgrimía nuestra joven ignorancia cerebral y una bien tuneada calculadora Casio. Aquel hombre me caía simpático, aunque nunca llegó a lograr ese clic de fraternidad y paciencia en muchos de aquellos que buscábamos un referente de deseos de aprendizaje sobre las ciencias más exactas, de hecho, llegar a la cima de aquella materia parecía siempre un pico inalcanzable, y las horas de estudio divagaban entre la melancolía y la resignación sobre la llegada inminente de lo inevitable: El posible suspenso y aquel terrible 4,9.

Con todo y con eso aprobé y me licencié en una ingeniería. Formé una familia, me casé y tuve tres preciosos hijos, compré una villa a las afueras de una localidad costera y ahora soy propietario de una de las empresas más punteras en I+D. Mentira.

Casi os lo creéis. Si es que soy un trilero de la comunicación, un zalamero de la lengua y un disfrutón de las palabras. Bueno, menos lo de la ingeniería, eso sí que es verdad, y estoy muy orgulloso de encontrarme en castings con compañeros que han cursado los mismos estudios. ¿Curioso verdad? ¡Qué tipo de extraña sensibilidad escénica tendremos los ingenieros agrónomos! Voy a proponerme representar Shakespeare con ganado vacuno y ovino, en una larga plantación de maíz, con un gigantesco pívot dirigiendo el tempo de la obra.

He sido aprendiz y maestro, profesor de bilogía molecular, de clases particulares y de lo que me echen. Siempre me ha encantado enseñar y poder trasmitir con cariño lo que pueda haber aprendido en mis travesías vitales. Muchos años dando teatro escolar y universitario me han hecho reafirmarme en que el buen maestro nace de dentro y que la impronta que hay que dejar va más allá del conocimiento y del manual de instrucciones, que lo técnico aburre y que lo humano es eterno. Eso sí, siempre mis referentes, a cada uno de mis grandes pedagogos les dedico un rincón de bienestar en mi salón mental y en mis estrellas de guía espiritual, ellos son en parte culpables de mis éxitos.

Nunca olvides a quien te cambió la vida para bien, el ego humano puede hacer pensar que las rachas duran para siempre y que la gente maravillosa es como coleccionar cromos: Lo tengo, no lo tengo, otro vendrá, qué más da.

Al final el poder y el baile de máscaras hacen que los simios vivientes choquen un día con la realidad y se den cuenta de sus vanos errores cuando ya es demasiado tarde. Muchos acarician el poder, rodeados de gente en la más absoluta soledad y empiezan a percibir que un día dejaron de lado a quien realmente era su amigo.

Enseñar y transmitir conocimiento, en la física, en la literatura, en la bilogía o en el teatro hace que al final se cree una unión e incluso una familia afín a la felicidad de avanzar en una sensatez social. De eso se trata, de compartir los triunfos y ver crecer a las semillas a las que un día enseñaste la luminosidad de la mañana y el brillo de las gotas de lluvia en abril. Si el árbol no se tuerce, su sombra te dará el mejor de los cobijos en las horas más oscuras de tempestades y terribles calimas. El gran villano, la carcoma, capaz de perturbar al abedul más recto. La verdadera libertad siempre será la clave para identificar a una buena alma.