Escapadas veraniegas
El pueblo de Las Merindades que es un tesoro arquitectónico
Bañado por el río Ebro está considerado como uno de los municipios más bonitos de España que recibe cada año a más de 70.000 turistas
En este primer día de julio, ya en pleno verano y cuando el calor aprieta de lo lindo, muchos españoles están disfrutando de unas merecidas vacaciones, la mayoría en la playa, aunque también hay cada vez más personas y familias que eligen el interior de España para escapar del mundanal ruido y desconectar unos días mientras aprovechan para descubrir o repetir visita en algunos de los lugares del medio rural más emblemáticos por su historia, su patrimonio o por el buen comer y mejor beber que ofrece.
Y uno de estos lugares, de apenas 300 vecinos, y considerado como uno de los pueblos más bonitos de España, se encuentra en la provincia de Burgos.
Está considerado, además, como una ciudad, no como un pueblo o una villa, La primera vez que parece su nombre en un documento es en el año 867, aunque no fue hasta casi seis siglos después, en el año 1435, cuando el rey Juan II de Castilla otorga a este lugar el título de ciudad. Y en 1787 aparece como cabeza de partido de Castilla la Vieja en Burgos.
Hoy en día, es la ciudad más pequeña de nuestro país y una de las más visitadas a pesar de su pequeño tamaño. De hecho, se estima que cada año se acercan a esta ciudad del norte de la provincia burgalesa más de 70.000 turistas tanto nacionales como internacionales, entusiasmados por su belleza y espectacularidad, por cuanto, además, cuenta con numerosas rutas de senderismo existentes alrededor de esta ciudad que se se abre paso por la tierra de las merindades burgalesas sobre un peñasco y abrazada por el pico Humión, el más alto del Parque Natural Montes Obarenes.
Se trata de Frías, un lugar bañado por el río Ebro, que merece una visita en cualquier parte del año, pero también ahora en verano a pesar de las altas temperaturas, ya que se trata de un núcleo medieval considerado Conjunto Histórico Artístico, y que cuenta con un patrimonio artístico y monumental de primer orden.
El visitante que llegue a esta localidad quedará prendado del Castillo de los Velasco y de la Iglesia de San Vicente Mártir, pero a buen seguro que las casas que cuelgan de la roca desafiando las leyes de la gravedad no le dejarán indiferente. La mayoría de ellas, además, conservan la bodega, fruto también de la actividad vinícola de la zona.
La ciudad estaba protegida por una muralla del siglo XIII y contaba con tres puertas: la de Medina, la del Postigo y la de la Cadena. La fortaleza se ubica sobre una peña que domina el Valle de Tobalina, es de las primeras fortalezas del siglo X y de un gran valor estratégico, mientras que la iglesia de San Vicente Mártir, situada junto al cortado rocoso al otro extremo de la ciudad y de la torre del homenaje, cuenta con una admirable capilla, la de la Visitación, resguardada por una reja de forja y en la que destaca un retablo del siglo XVI del pintor Juan de Borgoña además de dos sepulcros con decoraciones de estilo plateresco.
También hay que hacer hincapié en el palacio de los Salazar, hoy oficina de Turismo de la Ciudad de Frías, a la entrada del castillo, o los restos de la calzada romana, que se pueden apreciar dentro del centro de Frías, o su puente medieval románico, al que se añadiría una torre defensiva ya en el siglo XIV y que aún hoy sigue en pie.
Sus calles son estrechas y desiguales y a ambos lados se disponen las casas adosadas entre sí, algunas de las cuales parecen colgadas sobre el cortado rocoso. Con un recinto amurallado medieval articulado desde su eje principal, el turista, mientras sube se topa con las calles del Mercado y Abundio Fernández. Sus calles se dibujan paralelas al borde de las laderas, rodeando el cerro, y en alguna ocasión las casas se dibujan colgadas ante la pendiente.
Por esta ciudad discurre igualmente una de las calzadas romanas más importantes de la Península Ibérica, que comunica el norte del país con la meseta castellana y la ciudad puede presumir también de contar con un puente medieval pero de origen románico de más de 140 metros de longitud que está formado por nueve arcos.
Frías presume también de Rollo de Justicia, situado a la entrada del casco histórico y declarado BIC en 1963, que no es otra cosa que una columna de piedra que representaba la categoría administrativa del lugar o el enclave elegido para la condena y castigo de los presos.
Un lugar donde se come también de mimo. De hecho, tiene como plato típico la olla podrida, un buen plato de cuchara imprescindible para soportar las gélidas temperaturas invernales que se elabora, además de con mucho mimo y cariño, con alubias rojas, verduras, morcilla, costilla, chorizo, panceta y otras carnes todas ellas procedentes del cerdo, ese animal del que se aprovecha todo, hasta los andares, como dice el sabio refranero popular
Y no falta su leyenda
Quien se acerque a Frías podrá conocer también la leyenda que se cuenta acerca del cristo de los Remedios que da nombre a una pequeña ermita de la ciudad. Según parece, un correo de la reina castellana que pasaba por el camino de este templo sufrió una caída de su caballo que se encabritó al sorprenderle una serpiente. Si bien el mensajero resultó ileso después de encomendarse al Santo Cristo de los Remedios. De ahí el origen de esta pequeña ermita.
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