
Vinos
Viña Solorca, la bodega ribereña que revoluciona la forma de elaborar vino
La emblemática bodega de Roa, ubicada en pleno corazón de la Ribera de Duero burgalesa, hace de la necesidad virtud e inventa el robot Byctor para el proceso del remontado del vino en el depósito con el que están consiguiendo unos resultados "magníficos"

Decía el físico alemán Albert Einstein que no podemos pretender que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo, mientras que el escritor irlandés George Bernard Shaw afirmaba que la vida no va de encontrarse a uno mismo, sino más bien de crearse a uno mismo.
El político inglés Winston Churchill llegó a afirmar que el esfuerzo constante es la clave para liberar todo el potencial que uno tiene mientras que el maestro espiritual hindú, Ramana Maharsh, apuntaba que en esta vida nadie triunfa sin esfuerzo y que aquellos que triunfan deben su éxito a la perseverancia .
Hay quien dijo también, aunque no se sabe quien, que el primer paso que uno da en algo no te lleva a donde quieres ir, pero al menos te saca de donde estás y que cada día que pasa es una nueva oportunidad para brillar.
Pues en estas frases de personajes ilustres y desconocidos que hablan del esfuerzo y la perseverancia, de la valentía y el emprendimiento, se esconde un poco la filosofía de la empresa familiar protagonista de estas líneas de LA RAZÓN: Bodegas Viña Solorca, hoy en manos del afamado viticultor José Víctor Balbás Arroyo, descendiente a su vez de una de las familias emblemáticas y pioneras del sector vinícola de la Ribera del Duero.
Un templo del vino con casi 30 años de historia a sus espaldas que se ubica en la localidad burgalesa de Roa de Duero, en pleno corazón de esta zona vitivinícola que fue considerada la mejor del mundo en 2012, y que, sin perder la esencia y la tradición a la hora de elaborar vino, puede presumir también de apoyarse en las técnicas más avanzadas y pioneras para la elaboración de sus reconocidos crianzas, reservas y grandes reservas, que es en lo que está especializada.

Viña Solorca cuenta con 138 hectáreas de viñedos cultivados tanto en vaso como espaldera, la mayoría a una altitud de 800 a 900 metros sobre el nivel del mar en pequeñas colinas dirigidas hacia las cuencas de los ríos Duero y Gromejón, así como una capacidad para 800.000 kilos de uva -esta vendimia han cosechado 600.000 de uva tempranillo, algo menos de lo habitual debido al Mildiu- y una producción de unas 600.000 botellas de vino, de las cuales el 70 por ciento se exporta. Sobre todo, a países de la América Hispana, con México como protagonista, y de Europa, como Suecia, principalmente.
La bodega, que presume de tener incluso un restaurante castellano con horno de leña para asar el lechazo típico de la zona, dedicado a actos privados con capacidad para 200 personas, dispone también de un envidiable parque de barricas formado por alrededor de 3.000 unidades entre roble francés, americano y del este, pertenecientes a tonelerías que ofrecen las mejores y más apropiadas calidades.
Viña Solorca, además, es una bodega muy premiada en los últimos años. De hecho, en este 2025 ha conseguido y por partida doble la máxima distinción en el prestigioso Concurso Mundial de Bruselas donde dos de sus vinos, Gran Solorca 2020 y el Viña Solorca 2021, se hacían con la Gran Medalla de Oro del certamen.

Dos vinos con el sello del enólogo y asesor técnico francés, Emmanuel Ivars, pero que, como singularidad, se han elaborado con el primer prototipo del sistema único de elaboración con el que cuenta esta bodega y protagonista también de este reportaje: el Robot Byctor.
Encubado, remontado y bazuqueo
A la hora de elaborar el vino tinto, una de las primeras fases es la fermentación del mosto en contacto con los hollejos, principales actores del proceso ya que de ellos se extraen características esenciales como el color o los taninos. Para llevar a cabo dicha fase el mosto se mete en depósitos o barricas, lo que en al argot del mundo del mundo del vino se denominada "encubado", proceso en el cual las levaduras permanecen en el mosto, mientras que las pieles suben a la parte de arriba y se compactan formándose entonces el "sombrero del vino".
Remojar y romper este gorro o bonete para extraer los máximos compuestos es otra fase esencial del proceso para dar a los vinos personalidad, ya sea en el color o el aroma.
Para ello, hay que remontar el vino, que no es otra cosa que mover de abajo a arriba el mosto. Proceso que suele hacerse de forma más o menos violenta mediante los denominados «bazuqueadores».
Lo más habitual en las bodegas es llevar a cabo dichos remontados de manera aireada y mediante volteadores, con bañeras acopladas a una manguera de salida del depósito o con pequeños depósitos colgados de una grúa a los que se denominan coloquialmente OVI, es decir, un objeto volante identificado.
Pero en Viña Solorca han dado paso más allá y, haciendo de la necesidad una virtud, han inventado o creado un robot, de nombre Byctor, en homenaje a Víctor Balbás, viticultor, propietario y gerente de la bodega, que se encarga de todo este proceso y que está llamado a revolucionar el mundo del vino por las numerosas ventajas que ofrece.
Un proyecto ambicioso que surgió hace siete años pero que se ha ido desarrollando de forma industrial a lo larg de los últimos cinco con varios prototipos y en el que han invertido más de 400.000 euros, según cuenta a este periódico Gonzalo Balbás, director comercial y cogerente de Viña Solorca.
"Es una iniciativa en la que estamos trabajando desde hace tiempo con mucho esfuerzo, dedicación e invirtiendo todo lo que podemos, pero que está mereciendo mucho la pena porque los resultados están siendo magníficos", destaca Gonzalo.
De hecho, asegura que en esta vendimia, en la que han usado un cuarto prototipo de este robot -les falta uno -dice- para conseguir el robot perfecto en cuanto a medida, peso o estructura abatible-, han conseguido mejorar la calidad un 40 por ciento en riqueza fenólica y estructura de los vinos, además de ahorrar un 80 por ciento la carga de trabajo dura de la bodega y un 60 por ciento en materia energética también.
Un robot que está patentado, que se está probando en más de 40 bodegas y confía en que se suman muchas más -como por ejemplo la más grande de la Amérca Hispana, la chilena Concha y Toro, que han mostrado interés para probar en la siguiente campaña tras la visita que recibieron de importantes directivos de la compañía-, y en el que Viña Solorca ha contado con el apoyo de la fábrica de inventos así como con el trabajo y colaboración de la Escuela Politécnica de Burgos.
De momento, como decíamos antes, las pruebas realizadas están siendo más que satisfactorias a todos los niveles, incluido en los puntos de color del vino, su estructura e incluso en la limpieza de los vinos debido a que el uso de este aparato, que pesa más de 200 kilos, está consiguiendo que la suciedad del depósito precinte y que estén pudiendo elaborar con puro vino y con los hollejos bien desechos. "Es el valor que tiene este sistema mecánico y el que lo hace mucho más eficiente", afirma Gonzalo Balbás.
Y es que este robot es un sistema innovador total, que además dispone de un carrito que se mueve por una pasarela por la que están ubicados los depósitos, por lo que el sistema, que se puede programar también, funciona de forma autónoma, además de estar diseñado para que nadie entre en los tanques de vino a la hora de vaciarlos, por lo que se gana en seguridad también para los trabajadores, un aspecto este muy importante en este mundo del vino, donde no hay año en el que no pierda la vida algún trabajador por el tufo del vino del CO2.
"El cien por ciento existe, pero con este robot conseguimos que haya un 99 por ciento menos de riesgos laborales", afirma, contundente, Gonzalo Balbás.
Además, el robot tendrá sensores para analizar a tiempo real cientos de parámetros físicos y químicos del vino que aportarán información valiosa al propio programa de Inteligencia Artificial (IA) que será un asistente perfecto para los enologos y bodegueros.
Además, cuenta Gonzalo Balbás que están desarrollando este proyecto también para que pueda tener otras aplicaciones, como por ejemplo poder vaciar la pasta que se queda en los tanques de vino.
Lo importante es que hable el vino
"Lo importante, al final, es que el vino hable". Así lo cree y así lo cuenta a LA RAZÓN Emmanuel Ivars, el enólogo francés de la bodega además de asesor técnico en diferentes Denominaciones de Origen de España, quien avanza los grandes vinos que van a poder elaborar este año en Viña Solorca gracias a la buena calidad de la uva recogida, pero también por las aportaciones del robot Byctor.
"En el primer depósito que hemos descubado este año, de uvas procedentes de una viñas que son un lujo, hemos conseguido un vino de una graduación alcohólica de un 14,5 y de entre 80 y 90 de índice de polifenoles totales con unos 20 puntos también de color", señala Ivars, para quien estos datos le indican que tendrán un vino con muchas cosas, sobre todo muy concentrado y con mucho potencial y extracción.

Recuerda el prestigioso enólogo que cuando comenzaron con este proyecto había cierto miedo o temor a que se les fuera de las manos y se pasaran de frenada, como se suele decir por estos lares, si bien, pasado este lustro de pruebas, tiene claro que el resultado no puede ser más alentador y satisfectorio. "Hemos conseguido extraer del sombrero del vino todo lo bueno, los taninos, el color, los polifenoles...toda la materia seca es interesante de la uva mientras que los vegetales o los taninos secantes que pueden ser peligrosos no los sacamos", explica Ivars, para quien uno de los éxitos de este robot es que favorece que el vino tenga un tanino dulce "brutal" y sea mucho más suave.
Además, destaca que aromáticamente tendrán también un impacto importante porque se consigue que durante toda la fermentación del vino tinto lhomogeneizar la temperatura de todo el depósito,o lo que es lo mismo, cuando se hacen los remontados el sombrero del vino está a la misma temperatura que el mosto, algo esencial en este proceso y de ahí la extracción tan suave que se logra con el robot.
"Esta es la clave, la homogeneización perfecta de la fermentación con la que logramos unos vinos concentrados pero equilibrados y aptos para la guarda (crianzas, resrvas y grandes reservas) que es lo que hacemos aquí en Viña Solorca", apunta el enólogo, para quien los que sobre en la bodega es potencial, y por ello cuenta que lo que pretenden es controlar este potencial para elaborar unos vinos agradables, elegantes, armoniosos y equilibrados.
Esta empresa familiar ubicada en pleno corazón de la Ribera de Duero burgalesa afronta el futuro con esperanza a pesar de los vaivenes del mercado en forma de aranceles y por el descenso del consumo de vino tinto de este sector tan importante en España, en general, y en Castilla y León, en particular, que cuenta con 750 bodegas y 84.000 hectáreas de viñedo, además de facturar al año más de mil millones de euros y dar trabajo a más de 33.000 personas, empleos directos e indirectos que, además, están vinculados al territorio y ayudan a fijar población.
Si bien, Viña Solorca está logrando sortear los aranceles debido sobre todo a la apuesta de estabodega por especializarse en los grandes reservas, que es un mercado al que le afecta menos este impuesto, y por los contratos que tiene firmados con tiendas especializadas de vino que compran sus vinos. Pero, también, porque los Estados Unidos no está entre sus mercados más importantes.
Además, esta emblemática bodega de Roa de Duero ha apostado también ahora por los vinos rosados, un mercado al alza, y han elaborado este año un vino clarito del que van a embotellar alrededor de 10.000 botellas, que promete ser una de las sensaciones de 2026.
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