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Coronavirus: ¿Podríamos hibernar como los osos?

Según el profesor Rob Hennings, es posible y no sólo eso, haría que viviéramos hasta los 175 años y reduciría al mínimo el consumo de combustibles fósiles

Oso de peluche con mascarilla quirúrgica mal ajustada. Así, no se pone una mascarilla.
Oso de peluche con mascarilla quirúrgica mal ajustada. Así, no se pone una mascarilla.Nenad Stojkovic

¿Y si el confinamiento se convirtiese a partir de ahora en algo estacional? ¿Y si cada año tuviésemos que partir los meses en momentos activos y pasivos? Si dividiésemos el año en temporadas de aislamiento, ¿podríamos reorganizar nuestra economía y sistemas de producción para no sufrir estos parones y desaceleraciones imprevistos? ¿Podría el aislamiento jugar a nuestro favor en lugar de nuestra contra?

Está claro que si nos organizáramos en un sistema basado en la hibernación, en el que el flujo económico ya tuviese previsto estos periodos de desaceleración y parálisis, no sólo venceríamos al Coronavirus, sino a todos los virus posibles, a la crisis económica, y todos los problemas que surgen por la sobre explotación de recursos, que es lo que lleva al calentamiento global y a la crisis medioambiental. La única pregunta que hay que hacerse es, ¿puede el hombre hibernar como los osos pardos y otros animales de sangre caliente?

Según el médico anestesista holandes Rob Henning, los seres humanos podríamos hibernar, y no sólo eso, según sus estudios, podríamos hacerlo de 5 a 7 meses al año en zonas donde la temperatura bajase de los quince grados. “Imagínense cuánto bajaríamos en nuestro consumo de combustibles fósiles. Nuestra huella ecológica sería muy pequeña”, asegura este científico holandés que lleva años asegurando que hibernar no sólo es posible, sino que solucionaría muchos de nuestros problemas actuales.

Henning empezó a pensar en la hibernación como una técnica médica que podría complementar a la anestesia general durante la cirugía. Su investigación le permitió comprobar cómo, en una hibernación asistida, los daños internos que sufría el paciente se reducían mucho, lo que se podía convertir en una técnica mucho más productiva que las drogas de sedación que ahora se utilizan ahora. A partir de allí, empezó a pensar en la posibilidad de implementar una técnica segura para conseguir una hibernación asistida general en toda la población. Al ver que podría ser posible si se acelerasen ciertas tecnologías, vio que entonces sólo había que despejar una duda, ¿la gente la aceptaría, estaría dispuesta a perder cinco meses de sus vidas cada año en una especie de época durmiente? “Si cogemos la esperanza de vida actual de una mujer holandesa, que se sitúa en torno a los 90 años, y vemos qué ocurriría si hibernase durante 5 meses al año, veríamos que su esperanza de vida subiría hasta los 175 años”, explica.

Lo cierto es que, a pesar de que la ciencia comprende los procesos metabólicos que hacen posible que los animales de sangre caliente hibernen, todavía no comprende por qué algunos animales como el oso pardo sí lo hagan y otros no. En los últimos años, gracias al uso de cámaras infrarrojas e implantes quirúrgicos de electrocardiogramas en osos pardos, se ha podido establecer el proceso metabólico que sufren estos animales durante su letargo y que ha determinado que, por ejemplo, los osos negros americanos puedan sobrevivir en invierno sólo con oxígeno. Por supuesto, durante el otoño, tendrán que ingerir y acumular alimentos ricos en grasas. Así, cuando comience su hibernación, su metabolismo y consumo de oxígeno se reducirá hasta un 75 por ciento.

Oso de los cárpatos (Ursus arctos)
Oso de los cárpatos (Ursus arctos)larazonCreative Commons

Por este motivo, sabemos hoy que en la sangre del oso durmiente yace el secreto para un descanso largo en los seres humanos. El pulso cardíaco de los osos llega a descender a 8 ppm, cuando los seres humanos empiezan a tener fallos a causa de la falta de oxígeno a partir de las 40 pulsaciones por minuto. Un estudio del Instituto de Biología Ártica de la Universidad de Alaska Fairbanks ha mostrado que los osos tienen una endorfina que aminora el metabolismo celurar y hace que la necesidad de oxígeno sea menor. Esto hace que el plasma de un oso en hibernación sea ahora una joya para los investigadores.

Luego está el problema de la orina y las heces. Los osos tienen microbios que usan la urea para construir aminoácidos. De esta forma, convierten la orina en proteínas que utilizan para su propios músculos, no como deshecho del que deshacerse. Otro de los problemas asociados con la posible hibernación en humanos sería el embarazo. Las hembras de oso también paren en invierno, dando calor y leche a los recién nacidos y permitiéndoles desarrolarse a su lado en sus primeros meses de vida. Gracias a sus reservas y su rico metabolismo hacen posible lo que parece imposible, conseguir confortar a la cría en letargo. “La hibernación en humanos posibilitaría que las mujeres pudiesen tener hijos hasta los 65 o 70 años”, recuerda Henning.

¿Será posible entonces que empecemos a hibernar en invierno? Todo es posible. En las películas hemos visto la utilización de esta técnica para los viajes interestelares. Muchos incluso han mezclado esta hibernación con técnicas criónicas, pero lo cierto es que la posibilidad de hibernar para los seres humanos ya no es tanto una idea de ciencia ficción, sino una idea de voluntad científica y de investigación. La propia NASA hace años que estudia la hibernación. La gravedad inferior del espacio hace que, en estancias prolongadas, los músculos y huesos de los astronautas sufran más, hasta incluso a atrofiarse o romperse con facilidad. Esto es provocado por la inactividad. ¿Podrían entonces los seres humanos superar la inactividad de meses de letargo?

Los huesos de los osos son estimulados por una hormona de las glándulas paratiroideas. Y existen versiones sintéticas que se utilizan para tratar la osteoporosis. La investigación quizá nos lleve mucho más allá. mación es estimulada por una poderosa hormona secretada en las glándulas paratiroides. Quizá el coronavirus nos lleve a buscar definitivamente la técnica que nos permita hibernar y a partir de allí creemos toda una nueva organización social y económica que cambie nuestro modo de vivir para convertirnos más en osos. Solucionaríamos tantos problemas que la mera posibilidad bien vale el estudio.