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Coronavirus

Angustia, miedo y ansiedad, el coronavirus comporta un aumento de los problemas de salud mental

Muchas personas sin cuadros previos requerirán tratamiento tras el confinamiento

Cuando el agua no llega
Muchas personas sin cuadros previos requerirán tratamiento tras el confinamientoAlberto ValdesEFE

El estado de alarma, el confinamiento, la sobreinformación... son factores propios y a la vez excepcionales de la crisis del coronavirus que, durante un tiempo prolongado pueden generar angustia, miedo, preocupación o ansiedad, por ejemplo, de manera que esta situación “puede afectar psicológicamente a la población general”, señala el doctor Emilio Rojo, director médico del Complejo Asistencial en Salud Mental Benito Menni, de Sant Boi del Llobregat.

“Algunas personas, sin cuadros previos, van a requerir tratamiento, ya sea a consecuencia del propio aislamiento, que conlleva pérdida de rutinas e incertidumbre, como por la ansiedad y depresión que puede generar la situación económica familiar resultante de este proceso”, asegura Rojo, pero las consecuencias a nivel mental pueden ser especialmente significativas en el caso de aquellos individuos que ya presentaban cuadros de salud mental previos al confinamiento. Al respecto, el doctor indica que “es posible que el confinamiento mejore algunos trastornos, como los relacionados con las adicciones porque puede ser un buen momento para desengancharse, pero otros cuadros pueden empeorar, especialmente aquellos en los que el problema mental está vinculado al aislamiento social”.

Para todos ellos, para la población en general, las recomendaciones y pautas a seguir durante el confinamiento para evitar secuelas de tipo mental o psicológico son las mismas: limitar y racionalizar la información que recibimos; cuidarse, es decir alimentarse adecuadamente, hacer algo de ejercicio o dormir bien; organizarse el espacio y también el tiempo, así como comunicarse con el entorno; procurar disfrutar de alguna actividad, ya sea un hobby o el aprendizaje de nuevas competencias, por ejemplo; dedicar un tiempo a la relajación y, sobre todo, “pedir ayuda si se detecta que hay algo que no va bien a nivel mental”, comenta el doctor, quien señala que en cualquier caso “las personas va a salir mejor o peor de esta situación en función de su vida anterior y de las condiciones en las que estén viviendo ese confinamiento”.

Así, pues, las personas que ya empezaron a afrontar esta situación excepcional con algún problema de salud mental previo forman parte del colectivo que puede pagar más caro el confinamiento. “Entre las personas con algún trastorno mental, las habrá que estén mejor y estables y por tanto no tienen por qué presentar problemas destacados durante y después del confinamiento, pero aquellas que hayan tenido ya ansiedad, depresión, adicciones... pueden recaer o presentar episodios agudos del cuadro que tienen y, por lo tanto, es posible que sientan las cosas de otra manera”, apunta Rojo. Por ejemplo, “un individuo con esquizofrenia, al que la adquisición de unas rutinas le ha venido muy bien para gestionar su trastorno, para mejorar, es posible que al romper con esas rutinas debido al confinamiento de un paso atrás y además, a posteriori, le sea complicado volver a recuperarlas”.

Además, cabe recordar que “algunos de estos trastornos mentales ya van asociados de por sí con el aislamiento y la pérdida de habilidades sociales, de manera que el confinamiento va en contra de su recuperación”, comenta el doctor, quien añade que “si estas personas no tienen a nadie con quien desahogarse o las características del espacio en el que están confinadas no les permiten tener momentos de relajación, puede ser una bomba de relojería”. Por ello, en algunos casos y bajo prescripción médica, es necesario permitir a estas personas salir puntualmente a la calle.

Mercè Torrentallé sabe bien cómo puede repercutir el estado de alarma y el confinamiento sobre aquellas personas con problemas de salud mental. Ella sufre esquizofrenia paranoide desde hace dos décadas, es presidenta de Salud Mental en Noguera (Balaguer) y a sus 60 años vive sola en un piso. A las personas que en algún momento hemos estado ingresadas en un hospital psiquiátrico, estos días se nos vienen a la memoria esos momentos, sobre todo si hemos estado atadas o retenidas. Eso nos hace deprimirnos mucho, pero a la vez nos da fuerza porque si pudimos superar esa situación, también podemos hacerlo con ésta”, explica Mercè. Reconoce que desde que se iniciara el confinamiento ha tenido pensamientos más obsesivos, pero también señala que dispone de medicamentos de refuerzo. “Si los pensamientos recurrentes van en aumento puedo recurrir a la medicación para aligerarlos”, indica Mercè, quien también dice haber sufrido estos días “alucinaciones, episodios de depresión e incluso pensamientos sobre la muerte”. “Para superar eso, hago colección de cartas que escribo a personas de mi entorno por si faltase y no me pudiera despedir de ellas”, revela para a continuación admitir que una de las cosas que le está siendo complicada gestionar es el “tema del sueño”. “La medicación da mucho sueño y eso hace que tenga tendencia a echarme cabezadas, pero si lo hago, luego por la noche no puedo dormir y eso provoca una descompensación de mis horarios y, por lo tanto, también de la medicación”.

Mercè es muy consciente de su situación y de las pautas que debe seguir para intentar que su cuadro no se agrave. En este sentido, procura hacer deporte, una hora de yoga diaria, y recurre a sus aficiones para tener el tiempo ocupado y mantener cierta ilusión. “Es muy importante tener algún hobby, algo que te guste hacer, y a mí me ayuda mucho escribir: al no tener a mano al terapeuta que me guía, la escritura me ayuda a estructura la mente, me ordena el pensamiento, me permite sacar lo que llevo dentro”, comenta y señala que además procura hacer llamadas diarias a sus familiares y allegados para huir de la soledad absoluta, Además, también sigue manteniendo contacto con su terapeuta, con el que realiza sesiones telefónicas casi a diario y realiza manualidades, recetas y actividades que le proponen de forma telemática desde el club social del que forma parte.

Pero Mercè sabe que ella, en cierta manera, es una privilegiada porque ha sabido gestionar esta situación razonablemente bien, sin embargo conoce otras personas con problemas de salud que están sufriendo. “Yo llevo mejor la angustia que otros compañeros que necesitan compañía ante la soledad y a quienes les pesan más los pensamientos recurrentes”, admite para a continuación recordar que “muchas personas con problemas de salud mental habíamos conseguido sociabilizar y ahora es posible que algunos perdamos esto”. “Habrá muchos que harán una regresión. A mí ya me cuesta salir de casa a comprar alimentos porque soy persona de riesgo y tengo miedo a que cuando se levante el confinamiento haya perdido la motivación por salir de casa”, se sincera Mercè, quien tampoco quiere olvidarse de la situación que viven estos días los familiares y cuidadores de personas con trastornos mentales. “En muchas ocasiones, los familiares no saben cómo actuar ante nuestras crisis o episodios y necesitan también un acompañamiento”.

Por todo ello, para poder seguir prestando atención y acompañar durante este proceso a las personas con problemas de salud mental y sus familiares, las entidades que forman parte de la Federación de Salud Mental de Cataluña han intensificado su actividad y la han adaptado a las nuevas circunstancias. “Desde el 13 de marzo al 3 de abril hemos atendido a cerca de 2.500 personas, ya sea de forma telefónica como virtual”, destaca Cisa Llopis, responsable de los servicios de información de la Federación, quien además apunta que “la mayoría de personas atenidas son hombres y nos han llamado muchos familiares de personas con trastornos de salud mental”.

Las consultas que estos días han recibido las entidades giran sobre todo en torno a cómo gestionar el malestar, en conocer los trámites para conseguir un salvoconducto para poder salir de casa, algunos buscan apoyo psicológico y los allegados a personas con trastorno plantean situaciones familiares complicadas en busca de una solución o pautas de gestión. Paralelamente, en muchos casos se ha logrado mantener las sesiones terapéuticas individuales y las dinámicas de grupo a través de videoconferencia o simplemente mediante llamada telefónica.

En este sentido y a partir de las consultas recibidas en las entidades agrupadas en la Federación, Llopis confirma que en el último mes “debido al confinamiento, se han agravado las situaciones de alta complejidad, ya que con el estrés y ansiedad que genera esta situación, las personas vulnerables acentúan su sintomatología previa”. En definitiva, todo apunta a que “las personas con más problemas son las que más van a recurrir estos días a nosotros” y que “existe el riesgo de que éstas vayan para atrás en su recuperación”.

Así pues, como ya ha indicado Llopis, a las entidades dedicadas a la salud mental estos días les llegan consultas sobre “las situaciones más difíciles, porque hay gente resiliente que tiene herramientas para gestionar mejor la situación”, así como la de familiares que buscan pautas y orientación para contener a la persona con trastorno mental”, señala Llopis, quien alerta sobre un nuevo perfil de personas que estos días están solicitando sus servicios. “Estamos recibiendo llamadas de personas sin trastornos previos que están desbordados por ciertas situaciones generadas por el COVID-19, como aquellos que no han podido vivir el duelo por sus familiares fallecidos”, de manera que prevé “un repunte de personas con problemas de salud mental tras el confinamiento”