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Y por sus tweets les conoceréis
La polémica transfóbica de J. K. Rowling en las redes recuerda a otros casos como los de Stephen King, Kanye West, Loquillo, Roseanne Barr, Lana del Rey o el mismísimo David Bisbal
¿Por qué hemos de esperar compartir al cien por cien los pensamientos de nuestros artistas favoritos? ¿Por qué todo pensamiento que no coincide con el nuestro es automáticamente denigrado y criminalizado? ¿Por qué somo incapaces de ir más allá de la comprensión binaria del mundo? Ah, el mundo contemporáneo comandado por las redes sociales es fascinante.
La última en caer en la trampa de compartir con el mundo sus opiniones sobre un tema polémico ha sido la escritora J.K. Rowling, que en su intento de defender a la mujer y su identidad propia no se percató, aunque quizá sí, que estaba denigrando a todo un colectivo, el transexual, que ya tiene suficientes problemas como para que la escritora más leída del mundo, la creadora de Harry Potter, les ponga en el disparadero. Hasta sus actores fetiche saltaron contra ella, de Eddie Redmayne a Daniel Radcliff, asegurando que una mujer transexual es una mujer. Luego Rowling intentó defenderse asegurando que había sufrido violaciones y abusos años atrás para justificar que ella no siente odio alguno contra ningún colectivo, una curiosa unión de ideas que recordó a la estrategia de Kevin Spacey cuando se descubrió que había sido denunciado por un adolescente de acoso. Él se disculpó descubriendo por primera vez al mundo que era gay abriendo una extraña concatenación de ideas. Entonces, ¿todos los gays son acosadores?
Rowling tiene derecho a creer lo que quiera, por supuesto, sino incita al odio, y allí está el problema. Como Stephen King, el gran escritor de “Carrie” o “Misery”. En enero, antes de la crisis por el coronavirus, escribía: “Como escritor, solo tengo permitido nominar en 3 categorías: Mejor película, Mejor guion adaptado y Mejor guion original... Nunca consideraría la diversidad en materia artística. Solo calidad. A mí me parece que hacerlo de otra forma sería erróneo”. El comentario es interpretable, y ya sabemos que toda interpretación, en nuestra era binaria, significa conmigo o contra mí. Al no considerar la diversidad como criterio para valorar una obra, la opinión pública dedujo que iba en contra de la diversidad, como si creyese que sólo el hombre blanco merece todos los premios.¿Stephen King es racista? A veces el pensamiento dialéctico, llevado al absurdo, produce conclusiones reveladoras.
El escritor es muy activo en las redes, lo que quiere decir que es muy activo en polémicas. Pocos días después, cuando parecía que la idea de que King era racista había pasado a mejor vida, aseguró que: "La decisión de Hachette de abandonar el libro de Woody Allen me hace sentir incómodo. No es él: me importa un comino el señor Allen. Lo que me preocupa es quién será el siguiente en ser amordazado”.
King intentó no meterse en problemas sobre si el director de “Manhattan” abusó o no de su hija adoptiva, e intentó relativizar el caso y señalar como problema el hecho de censurar un libro por suposiciones. Es como el chiste del cómico Norm MacDonald sobre el caso de las múltiples denuncias a Bill Cosby: “No entiendo a mis amigos que me dicen, lo peor es la hipocresía, no soporto la hipocresía de Cosby. No, les digo indignado, no, lo peor es la violación, la hipocresía importa una mierda”.
La contestación más brillante al escritor le vino del doctor Andrés Rosler, profesor de Filosofía del Derecho, que le contestó: “El argumento según el cual el problema no es que Woody Allen no pueda expresarse sino que hay otras personas que pueden terminar como él, supone que si supiéramos que Woody Allen fuera el único entonces estaría bien. Pero entonces que quede claro: Woody Allen no tiene derechos”.
Otra que se ha metido en un gran charco es Lana del Rey, que con la intención de justificarse ha acabado por denigrar e insultar a parte de sus compañeras de profesión, y no son nombres menores, son estrellas con millones de fans que no soportan que se diga nada negativo de ellas. “Ahora que Doja Cat, Ariana Grande, Camila Cabello, Cardi B, Khelani, Nicki Minaj y Beyoncéhan alcanzado varias veces el número uno con canciones que hablan de estar sexy, de no llevar ropa interior, de tener sexo, de engañar a tu pareja y demás… Por favor, ¿puedo volver a cantar sobre sentirme bien solo por estar enamorada, incluso si la relación que tengo no es perfecta, sin ser crucificada o acusada de tener una visión romántica del abuso?” Era una pregunta retórica en realidad, pero vaya si millones de personas le contestaron y no con la mejor educación. Luego, por supuesto, escribió otro comentario en Instagram y convenció a todo el mundo. No, eso no pasa nunca, era una pequeña broma. “Estoy cansada de escuchar a compositoras y cantantes que dicen que glamurizo el abuso cuando en realidad solo soy una persona glamurosa que canta sobre las relaciones basadas en el abuso emocional”. Reducir a todas las cantantes del mundo a un estereotipo para liberarte del esteriotipo que te han categorizado los demás es una lógica brillante y que demuestra aquello que “la mejor defensa es un buen ataque”. Atacar, al menos, sí lo hizo.
El gran caso de “... y por sus tweets los conoceréis” fue el de la actriz cómica Roseanne Barr, que en 2018 tweeteó : “Los Hermanos Musulmanes y el Planeta de los Simios tuvieron un bebé: vj (Valerie Jackett). Vj, asesora de Obama, daba la casualidad de que era una mujer negra, así que su comparación con el planeta de los simios era el comentario más racista que nunca haya expresado una persona famosa, y eso incluye a Donald Trump. Ella se excusó diciendo que no tenía ni idea de que Vj era afroamericana, pero fuera cierto o no, el daño ya estaba hecho. La cadena ABC, propiedad de Disney, canceló de inmediato su serie, "Roseanne”, que aquella misma temporada había regresado a antena con un gran éxito.
Otro ejemplo prototípico de bocazas egomaníaco, combinación explosiva en twitter, es el de Kanye West. Sus apoyos a Donald Trump confundieron a todo el mundo, pero él lo tenía muy claro.incluso llegó a afirmar que 400 años de esclavitud fueron "una elección”. Luego se disculpó y puso todos los peros posibles: “Si mencioné los 400 años de esclavitud fue porque no podemos estar mentalmente encarcelados otros 400 años”. Aseguró que Trump era una especie de elegido y que no se iba a instrumentalizar por el pensamiento dominante blanco y dictarle lo que tenía que creer. Trump estaba encantado hasta llegó a invitarle a la Casa Blanca, lo que nos dio una de las escenas más delirantes de lo que llevamos de siglo XXI, con un discurso de West de quince minutos con ideas alocadas e inconexas que dejó preocupado al mundo por su salud mental. Tranquilos, la preocupación duró dos minutos.
Y en nuestro país, las polémicas también son constantes, como cuando David Bisbal intentó reflejar su preocupación por la primavera árabe. “Nunca se han visto las pirámides tan poco transitadas. Ojalá la revuelta acabe pronto”, escribió. Que ante el drama de una revolución social, el hombre blanco sólo se preocupe por cuándo podrá volver a disfrutar de su atracción turística indica muy claramente cuáles son sus prioridades. Por supuesto, no hay que demonizar a Bisbal por el tweet. Lo borró con rapidez, pero el hashtag #turismobisbal ya corría como la pólvora. “Varios días en Leganes y ni rastro del lago, ni del monstruo, ni na de na”, fue una de las múltiples bromas ante la insensibilidad social o simple torpeza del cantante.
Por no hablar de Loquillo, que decidió recordar a Pau Donés después de conocer su fallecimiento rememorando el día en que le pidió un autógrafo. Los policías de la moral en las redes enseguida criticaron el egocentrismo del cantante, que de las muchas anécdotas que podía haber contado, sólo recordaba cuando Donés le pidió, como fan, un autógrafo. Y, atentos, porque esta historia sólo acaba de empezar. La siguiente polémica está a la vuelta de un tweet.
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