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Guardia Urbana

El TSJC confirma las condenas por el crimen de la Guardia Urbana

El tribunal rechaza los recursos presentados por las defensas de Rosa Peral y Albert López

Sentados en el banquillo de los acusados, los ex agentes de la Guardia Urbana Albert López y Rosa Peral. EFE/Quique García Quique GarcíaEFE

El Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) ha confirmado las condenas que la Audiencia de Barcelona impuso a los agentes Rosa Peral y a Albert López por el asesinato del también policía Pedro Rodríguez, en el crimen de la Guardia Urbana, de 20 y 25 años respectivamente.

De esta manera, se han desestimado los recursos que ambos condenados presentaron contra la sentencia del 14 de abril de 2019, que dictó la Audiencia de Barcelona de acuerdo con el veredicto del jurado, que les consideró culpables a ambos.

Así, el TSJC confirma, como afirmó la sentencia de la Audiencia de Barcelona, que Peral y López consideraban que la víctima “por diversas razones, obstaculizaba su relación” y por eso le mataron, y quemaron el cadáver dentro de su coche la noche después del crimen, para lo que lo trasladaron hacia una pista forestal junto al pantano de Foix.

También se ratifica la indemnización de un total de 885.000 euros que se impuso a los condenados: 450.000 para el hijo del fallecido, 225.000 para su padre, 100.000 a cada uno de sus hermanos y 10.000 a su ex pareja y madre de su hijo.

El jurado popular declaró culpables de asesinato con alevosía a Peral y López, que en ese momento era el novio de la acusada. El tribunal, formado por nueve personas, no albergó ninguna duda sobre la culpabilidad, sobre todo en el caso de la ex agente. Se le añadió el agravante de parentesco.

La abogada de Peral, Olga Arderiu, así como el abogado de López, José Luis Bravo, criticaron hace dos meses la “influencia mediática continua” que consideran que recibieron los miembros del jurado que juzgó el caso, a lo que Arderiu añadió que su defendida sufrió un linchamiento y considera que se la juzgó por sus relaciones sexuales y sentimentales.

Arderiu reprochó que “nunca debería haberse practicado una de las pruebas estrella” del juicio, en referencia a la declaración de la pareja de su ex marido, quien representó con mímica lo que la hija de Peral le había explicado sobre la noche del crimen, y ha pedido anular la prueba.

La versión que supuestamente le trasladó la niña sostiene la tesis de que Peral drogó a Rodríguez la noche del crimen antes de matarlo, pero su declaración fue excluida por ser menor e hija de la acusada, y por lo mismo tampoco se permitió que la testigo adulta relatara las palabras de la niña, y solo podía expresarlo con gestos.

“Pero sí permitió a preguntas de la acusación particular que la testigo hiciese la declaración sobre la menor. Se puede ver en el vídeo que la señora hacía los gestos pero hablaba a la vez, justamente lo que el magistrado no había permitido”, criticó.

En la misma línea, el abogado de López, Luís Bravo, criticó “las hipótesis, las conjeturas... La palabra hipótesis fue la que quizás más se oyó en el juicio”, y lamentó que se han expuesto pruebas periciales muy complicadas ante un jurado popular, y por lo tanto no especializado.

Sobre la noche del crimen, e igual que hicieron en el juicio, la defensa de Peral ha sostenido que López irrumpió en la casa familiar de forma violenta y mató a Pedro R. sin que ella se diera cuenta; en cambio, la defensa de López ha repetido que la víctima murió antes de que él llegara, y que se desplazó hasta la casa de Cubelles (Barcelona) porque Peral le pidió ayuda.

El veredicto sostuvo la tesis de la Fiscalía, que consideraba que ambos acusados habían urdido un plan acabar con la vida de Rodríguez para volver a estar juntos en una “perversa prueba de amor”. Para llevar a cabo el crimen, los acusados esperaron a que Rodríguez no pudiera defenderse debido a que era una persona “con una gran corpulencia física”. Por ello, consideraron que Peral lo drogó, o bien, aprovecharon que “estuviera descansando”.

Luego, según el veredicto, intentaron cargarle el muerto el ex marido de Peral, Rubén, de quien se estaba divorciando y estaba en disputa por la custodia de sus hijas. Para llevarlo a cabo “desplazaron el teléfono móvil de la víctima a las inmediaciones del domicilio del ex marido para que delatara su posición geográfico”.

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