Cataluña
Tensión entre Esquerra y JxCat por la mesa de diálogo a un mes de la reactivación
Los republicanos acusan a los posconvergentes de “debilitar” a la Generalitat por cuestionar la negociación con el Gobierno
Si nada cambia, a partir del 13 de septiembre se reactivará la mesa de diálogo entre el Gobierno y la Generalitat. No obstante, la antesala de la cita se prevé agitada porque tan solo 48 horas antes será la Diada, una festividad que el independentismo quiere usar, como cada año, para echarse a la calle y reclamar la independencia, pero, además, en esta ocasión tiene como objetivo manifestarse contra la mesa de diálogo. Y no solo el independentismo, también parte del Govern ha venido manifestándose en las últimas semanas en contra del foro de negociación con la Moncloa: en concreto, JxCat, que ha ido enviando cada vez más mensajes de advertencia a Esquerra y los republicanos se han revuelto ahora acusando a los posconvergentes de «debilitar» a la delegación de la Generalitat.
Lo cierto es que JxCat aceptó inicialmente dar un margen de dos años a la mesa de diálogo en el marco del acuerdo para la investidura de Pere Aragonès, pero, poco a poco, al ir notando la presión de los sectores más radicales del independentismo, a los que son muy sensibles, han ido matizando su posición y han empezado a cuestionar el plazo dado hasta 2023. En este sentido, la voz con mayor autoridad en JxCat que ha abierto la veda para poner en cuestión la mesa de diálogo es Carles Puigdemont, que hace dos semanas empleó un tono contundente: «Los procesos políticos no se pueden hacer sin la gente, ni se pueden decidir desde un despacho ni en una mesa llamada de diálogo».
A continuación, Elsa Artadi (portavoz del partido) ya empezó a poner en entredicho el margen de dos años a la mesa de diálogo porque no confían en que el Gobierno tenga predisposición para ceder en ninguna de las peticiones del independentismo (autodeterminación y Ley de amnistía). Ante esta creciente ofensiva de JxCat, la portavoz de Esquerra, Marta Vilalta, salió ayer al paso para cargar contra la actitud de los posconvergentes.
«Cargarse un instrumento que nos puede ser útil para el camino a la independencia, por no sabemos qué motivos, creemos que es hacernos un flaco favor al proyecto independentista», afirmó en una entrevista de «Europa Press». De hecho, consideró que estas declaraciones contrarias a la mesa de diálogo «le hacen un regalo al PSOE, porque dejan de presionarle», y apostó por ir a negociar con el Gobierno el máximo de preparados y lo más fuertes posible.
En todo caso, más allá de estas tensiones que saltan a primera vista, también aflora la voluntad por imponer el relato en esta nueva etapa con el Estado. Ni Esquerra ni, mucho menos, JxCat confían en esta mesa de diálogo (más aún cuando el giro del PSOE con la crisis de gobierno ha dado muestras de que Cataluña va a perder peso en la agenda de Sánchez) y es muy probable que en un horizonte no muy lejano se empiece a dar un cruce de reproches entre partidos para culparse del posible fracaso de la vía de negociación. Los republicanos salen perdiendo si Moncloa no mueve ficha, pero si JxCat dinamita la mesa pronto, pueden encontrar una vía de escape.
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