Arte

La primera vez que Dalí hizo teatro

Documentos de dos archivos permiten conocer detalles sobre la participación del pintor en «La família d’Arlequí»

El decorado de Salvador Dalí para "La família d'Arlequí"
El decorado de Salvador Dalí para "La família d'Arlequí"Fundación Juan March

A lo largo de su vida, Salvador Dalí se apoyó en todo tipo de artes para demostrar su talento y su creatividad. Ya fuera sobre un lienzo, escribiendo o haciendo todo tipo de diseños, el surrealista de Figueres siempre supo cómo atraer la atención de su público. Evidentemente el teatro no podía escapar del hechizo daliniano, como demostró en numerosas ocasiones a lo largo de su dilatada carrera profesional, ya fuera poniéndose al servicio de Federico García Lorca, Luchino Visconti o Luis Escobar. Pero antes de que Dalí fuera reclamado por empresarios teatrales o dramaturgos internacionales de todo el mundo, el artista se estrenó en las artes escénicas de la mano de uno de los grandes nombres de los escenarios catalanes de principios del siglo pasado: Adrià Gual.

Este diario ha podido consultar algunos documentos relacionados con «La família d’Arlequí», una obra original de Gual quien también se encargó del cartel y de los figurines de una producción que levantó el telón 12 de marzo de 1927. En el archivo del Institut del Teatre de Barcelona se conservan los originales de Adrià Gual para el montaje, todos ellos con los personajes de la Commedia dell’Arte como protagonistas. En el mismo fondo documental existe una de las imágenes de la puesta en escena en la que se pueden ver a los actores y el decorado original del artista ampurdanés.

Uno de los figurines para la obra por Adrià Gual
Uno de los figurines para la obra por Adrià GualInstitut del Teatre

En otro archivo, en este caso entre los papeles del escritor Juan Guerrero Zamora en la Fundación Juan March de Madrid, ha aparecido otra imagen en la que podemos ver el decorado daliniano en todo su esplendor. La calidad de la fotografía nos permite ver detalles que hasta ahora pasaban desapercibidos y constatar que Dalí para este encargo fue tomando elementos de algunos de los autores que admirada en ese momento, especialmente del Joan Miró de «El carnaval del arlequín», así como Giorgio de Chirico, Pablo Picasso o Henri Rousseau, llamado «El Aduanero».

A Dalí le fascinó la propuesta de Gual de hacer el decorado del último acto de «La família d’Arlequí», hecho que le permitía trabajar, durante su primera aventura teatral. en uno de los temas que ocupaban varios de los cuadros del periodo entre 1926 y 1927, como es el de pierrot y arlequín. Se trata de una temática que comparte con su querido amigo Federico García quien también incluye estos personajes en muchos de sus dibujos de ese tiempo.

Un momento de la representación de la obra
Un momento de la representación de la obraInstitut del Teatre

¿Cómo llegó Dalí a Adrià Gual? Por desgracia han desaparecido numerosos documentos de esta historia como, por ejemplo, el dibujo original de Dalí que fue la base para el decorado. Sí sabemos que Adrià Gual fue uno de los clientes habituales de Anselm Domènech, tío de Salvador Dalí y propietario de la mítica Llibreria Verdaguer de la que el dramaturgo fue uno de sus clientes.

De nuevo tenemos que volver al Institut del Teatre para localizar la única misiva conservada, que se sepa, de Dalí a Gual en la que tenemos algunas pistas sobre cómo fue aquel trabajo. La nota escrita a máquina –muy probablemente gracias a los buenos oficios de Anna Maria Dalí, hermana del pintor–, por desgracia sin fechar, dice lo siguiente:

«Distinguido Sr. y amigo: Recibo su carta que contesto inmediatamente. Encantado con realizar el boceto que V. me indica. Es un deber ayudarlo en su labor tan difícil en este nuestro país; además el tema me parece lleno de sugestiones y lo veo perfectamente resuelto plásticamente. Muy afectuosamente, Salvador Dalí».

Al final de la firma, el artista indicaba su dirección: calle Monturiol, 24 de Figueres.

Ese mismo 1927 todavía Dalí haría otros decorados importantes, los de «Mariana Pineda», de Lorca, aunque eso ya es otra historia.