Investigación médica
Se aprueba el primer fármaco para el hígado graso avanzado
Un ensayo clínico internacional, en el que ha participado Vall d'Hebron, ha confirmado que resmetirom reduce la grasa, así como la inflamación, el daño celular y la fibrosis en el hígado
La principal causa de acúmulo de grasa en el hígado es la que se asocia a trastornos del metabolismo, bien sea del metabolismo general del organismo o específicamente por trastornos metabólicos de algunas vías hepáticas, y esto se asocia al aumento que ha habido en las últimas décadas de la prevalencia de comorbilidades como la diabetes, la obesidad, la falta de ejercicio...
Las tasas de obesidad y diabetes en la población adulta han ido escalando de forma exponencial, lo que ha hecho que las formas de hígado graso asociadas a trastorno del metabolismo que no se dan de forma aislada por trastornos genéticos, las cuales son las más frecuentes, tengan lugar por la asociación con este tipo de alteraciones, que están pasando a ser la primera causa de enfermedad hepática crónica y cirrosis. De hecho, a día de hoy se estima que uno de cada cuatro adultos españoles tiene alguna forma de hígado graso metabólico y entre éstos, un 25% va a desarrollar esteatohepatitis, que es la inflamación de la grasa del hígado, lo cual conduce al acúmulo de tejido colágeno o de cicatriz en el órgano, que es lo que se conoce como fibrosis hepática, que, a su vez, a medida que se acumula, se acerca más a la cirrosis.
Pese a que, por el momento, la situación en España no es tan grave como en Estados Unidos, donde el hígado graso es ya la primera causa de cirrosis, de trasplante hepático, de carcinoma hepático y otras patologías, la tendencia es la de alcanzar dichos niveles en unos años si no se interviene a tiempo, puesto que, por ejemplo, la tasa de obesidad en nuestra población infantil ya es elevadísima.
Sin tratamientos efectivos
Cabe señalar, además, que hasta ahora, en el contexto del abordaje de esta patología, no existía un tratamiento farmacológico efectivo, de manera que la única opción para hacer frente al hígado graso y la fibrosis era el cambio de hábitos de vida del paciente. Se sabe que con una pérdida sostenida de un 10% del peso corporal, si éste no está en una fase muy avanzada de la enfermedad, la fibrosis y la inflamación mejoran sustancialmente e incluso la grasa baja, pero cuando una persona lleva años siguiendo unos hábitos de vida concretos es muy difícil que logre cambiarlos de forma sostenida y prolongada en el tiempo, de manera que las tasas de éxito con estos métodos son muy reducidas.
Y pese a que en las últimas dos décadas se han llevado a cabo numerosos estudios centrados en la búsqueda de fármacos para tratar la estratohepatitis y la fibrosis hepática asociadas al hígado graso metabólico, lo cierto es que hasta hace poco ninguno había concluido con la aprobación de un tratamiento farmacológico para esta patología, algo que ha cambiado sustancialmente con la reciente aprobación en Estados Unidos de resmetirom, que, según los resultados preliminares de un ensayo clínico de fase III internacional, en el que participa Vall d'Hebron y el CIBER de Enfermedades Hepáticas y Digestivas, es capaz de reducir los daños en el hígado en el contexto del hígado graso metabólico con esteatohepatitis, que se conoce como MASH.
En lo que se refiere a Europa, ya se han iniciado los trámites para su aprobación por parte de la Agencia Europea de Medicamentos, algo que se espera que sucede en un plazo de tiempo relativamente corto.
Un hito médico
Éste fármaco oral, que actúa sobre los receptores beta de la hormona tiroidea situados en las células del hígado y ayuda a regular el metabolismo de los lípidos y la glucosa, se ha testado en este estudio fase III, en el que han colaborado 245 centros de 15 países a nivel mundial y que ha impulsado Madrigal Pharmaceuticals. En él han participado 966 pacientes, a algunos de los cuales se les administró placebo, a otros 80 mg de resmetirom y a un tercer grupo, 100 mg del fármaco y a todos ellos se les hizo una biopsia hepática al inicio y otra trascurrido un año desde el comienzo del tratamiento.
Y los resultados del mismo han puesto de manifiesto que, entre aquellos pacientes que recibían resmetirom, el MASH mejoraba en entre un 26 y un 30% de los casos y la fibrosis se reducía en el 24%-26% de los pacientes, mientras que entre los que tomaban placebo el MASH solo mejoró en el 9,7% y la reducción de la fibrosis solo se observó en el 14%.
Además, en el marco de este estudio, en el que por ahora se han evaluado los resultados a las 52 semanas desde el inicio del tratamiento pero esta previsto que continúe hasta los 4 años y medio, se ha visto que los efectos secundarios de este fármaco son leves y moderados y la mayoría se relacionan con afectaciones del sistema digestivo,
Sobre los resultados de este trabajo, que han puesto de manifiesto mejoras en los pacientes con MASH tratados con resmetiron que se asocian con una disminución del riesgo de progresión de la enfermedad hepática y de complicaciones cardiovasculares, el doctor Juan M. Pericàs, miembro del Servicio de Hepatología del Hospital Vall d'Hebron, investigador principal del grupo de Enfermedades Hepáticas del Vall d'Hebron Instituto de Investigación y único autor de cabecera español del trabajo publicado, señala que "aunque estos puedan parecer poca cosa, tienen además otros efectos beneficiosos".
Mejora de los circuitos sanitarios
“Llevamos más de 20 años intentando que se apruebe un fármaco para el hígado graso, de manera que esto es un hito en sí”, destaca Pericàs, pero además, “el hecho de que haya un fármaco disponible y se hable de ello mejorará muchas cosas, pero, principalmente, dos”.
Por un lado, “acelerará el desarrollo de nuevos fármacos porque cambiará las normas del juego sobre cómo evaluar si un fármaco funciona o no funciona, cómo se diseñan los ensayos clínicos...y esto abre la espita para que probablemente se aprueben más rápido los siguientes fármacos”, continua Pericàs, para a continuación comentar que “por otro lado, el hecho de que el hígado graso pase a tener un estatus diferente como enfermedad potencialmente tratable, hace que tengamos que identificar a los pacientes que se pueden beneficiar del mismo y para poder hacer eso, ha haber un sistema de diagnóstico e identificación precoz de los pacientes mucho mejor montado”.
Al respecto, recuerda que “ahora muchas veces los pacientes nos llegan demasiado tarde, cuando ya tienen una fibrosis bastante avanzada, cirrosis o cáncer. Sin embargo, si se hubiese identificado bien, con un sistema de cribado del hígado graso en la atención primaria, por ejemplo, no nos pasarían por alto tantos pacientes graves, de manera que este hito no solo va a beneficiar a los pacientes para los que puede estar indicado el fármaco, sino a todos, ya que se les podría diagnosticar antes”.
"Los circuitos sanitarios suelen mejorar cuando hay opciones terapéuticas disponibles", asegura y, en este sentido, hace referencia a la biopsia hepática, el método actual de diagnóstico, que tiene muchas limitaciones. “Es invasiva y, puesto que el hígado graso es muy geográfico y su afectación no es uniforme en todo el órgano y la biopsia se basa en un pinchazo en un punto muy concreto, es posible que el sitio del que tomamos la muestra no sea representativo de todo lo que está ocurriendo en el hígado”, explica Pericàs, de manera que “gracias a la información que aporta este ensayo y a lo que éste supone, se abre la puerta a la posibilidad de usar otras pruebas no invasivas para determinar el estado del órgano y cuál es la respuesta al tratamiento”, concluye.
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