Declaración de la Renta

Legado desconocido
En muchas de las libretas de Juan Marsé es fácil encontrar algunos dibujos de su mano. En su estudio barcelonés todavía se conservan algunas muestras del buen hacer del autor de «Últimas tardes con Teresa» o «Si te dicen que caí» con el lápiz. Es la parte menos conocida de la creatividad de Marsé más allá de su obra literaria, la que no se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid donde actualmente se están inventariando tanto manuscritos como mecanoscritos, cuadernos de apuntes, contratos editoriales y su correspondencia.
En Barcelona ha quedado el Marsé artista, el que se entretenía recortando en revistas y periódicos, buscando la imagen perfecta para convertir en sátira gracias al «collage». Su principal víctima en estas composiciones es el clero al que en ocasiones confronta en divertido diálogo con alguna modelo, como una despampanante Cindy Crawford a la que se acerca un Rouco Varela que quiere salvarla del infierno. En otro «collage», Josephine Baker baila semidesnuda ante el estupor de un cura que en vez de pies lleva ruedas.
En una pequeña caja, se conservan algunos dibujos a tinta china de Marsé con religiosos como protagonistas, vestidos con oscura sotana y gafas de sol. Unas caricaturas que parecen estar a medio camino entre un caricaturesco Gutiérrez Solana y las viñetas de su querido Jaume Perich, compañero suyo en la mítica revista «Por Favor».
Existe en el domicilio de Marsé un cuaderno inacabado en el que el escritor conjuga imagen y palabra manuscrita. Entre sus páginas encontramos al niño Marsé confrontado con Hedy Lamarr, una de las actrices más admiradas por el autor de «Un día volveré». En el mismo cuaderno encontramos una fotografía de un Marsé ya adulto acompañada de estas notas: «Fotografías extraviadas de las sombras que dejamos atrás. Yo solo me conozco de oídas (The way we were) (José María Valverde)»
Ante una imagen de una chica posando y haciendo cierto contorsionismo en una silla , Juan Marsé anotó irónico de su puño y letra: «¿La muerte de la novela? ¿Otra vez este coñazo, y ahora de la mano de Luisito Goytisolo? ¡Por favor! Dejadme pensar en asuntos más hermosos». Las líneas están fechadas el 17 de marzo de 2013.
Junto a una imagen de una joven Ornella Muti, protagonista de la adaptación de «El amante bilingüe» escribió una frase de Nietzsche: «La madurez del hombre adulto significa haber reencontrado la seriedad que de niño tenía al jugar».
En el despacho de Marsé hay algún rastro del pintor que podría haber sido, como una estupenda copia de una modelo de Amadeo Modigliani y donde se demuestra no solamente su habilidad como dibujante sino también con el pincel. Precisamente, en la libreta que se convirtió en su diario de junio de 2017, también volvió a plasmar con un trazo firme a otro de los característicos personajes femeninos del pintor italiano. Igualmente hay algunos bodegones realizados con lápices de color en los que el escritor nos descubre cuanto le interesaba plasmar la realidad. Lo mismo también hace en algunos óleos, como uno dedicado a dos naranjas y otro en el que entremezcla dos pescados con la cabecera del diario «El País».
Todo esto no fue más que una afición privada y que de alguna manera se empezó a conocer de manera póstuma en el libro «Notas para unas memorias que nunca escribiré», con algunos de sus dietarios, un material que un Marsé ya enfermo dejó preparados para su publicación y que vieron la luz tras su muerte. Son nuevas piezas que nos ayudan a conocer más de un autor que siempre fue fiel a sí mismo, al que nunca le importó navegar contracorriente. Todo ello sigue viviendo en el que fue su estudio y vivienda, materiales que podrían servir para alguna institución de la ciudad a la que dedicó su obra le rindiera tributo. Este año se han cumplido cuarenta de la publicación de una de sus novelas más barcelonesas, «Ronda del Guinardó», y nadie ha hecho nada desde el Ayuntamiento de Barcelona.
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