
Memoria histórica
Estos son los catalanes (con sus direcciones) que hicieron fortuna con el esclavismo
El Museu Marítim de Barcelona aborda en una exposición el tráfico de esclavos

Hay temas que los museos de Barcelona no se atreven a tratar, ya sea por timidez, por pudor o porque resulte políticamente incorrecto. Así que a veces hay que dar un paso adelante y plantar cara. Eso es lo que ha hecho el Museu Marítim de Barcelona en una exposición que quiere abrir debate al analizar la participación catalana en la esclavitud colonial. Eso es lo que pretende «La infamia», una muestra que abre sus puertas este viernes, basada en un proyecto museográfico de Ignasi Cristià, con un guion de Antoni Tortajada y el asesoramiento científico de Martín Rodrigo.
Enric García, director del museo, aseguraba hoy que con esta muestra se quiere abrir un debate. Es loable la intención, aunque el discurso es en ocasiones algo difícil de seguir, especialmente en el momento de explicar el contexto porque los nefastos protagonistas de esta historia, los negreros, los que explotaron a seres humanos, son también los responsables de la construcción de la ciudad de Barcelona, son los mecenas de la edificación de la capital catalana durante el siglo XIX.
En la primera de las salas de la exposición sí se tiene la valentía, perfectamente documentada, de poner los nombres de esos empresarios sin escrúpulos. Es lo que se denomina como la «cara B» de la burguesía catalana del XIX. Así se ha podido identificar a capitanes que pilotaron barcos negreros con destino a América como Josep Carbó, de Sant Feliu de Guíxols; Agustí Cunill Sala, de Lloret, Esteve Gatell Roig, de Torredembarra; Josep y Pere Mas Roig, de Vilassar de Mar; o Jaume Tintó Miralles, de Barcelona. Igualmente no se deja de nombrar a algunos de los armadores catalanes que organizaron expediciones de trata de personas, como Antonio López, Josep Canela Raventós, Isidre Inglada, Salvador Samà, Jaume Tintó Miralles, Jaume Torrents Serramalera o Jaume Vilardebó.
Una de las herramientas más útiles de la muestra es un mapa interactivo de Barcelona que nos permite conocer las direcciones de aquellos negreros y las grandes casas que se construyeron, como es el caso de Josep Xifré i Casas, propietario de la llamada Casa Xifré, junto a Pla de Palau. Otro que vivía cerca de Xifré, igualmente rico con estos negocios, fue Pere Collaso.
Si nos movemos por la zona gracias a este mapa –que debería también consultarse por internet– también deberemos ir hasta la calle de la Mercè donde vivió Antoni Tintó Guzmán, uno de los responsables financieros de la construcción del Gran Teatre del Liceu, además de tener una participación activa en la primera compañía del gas que hubo en Barcelona. En este listado/callejero incluso tenemos a Joan Güell, el rico padre de Eusebi Güell, el que fuera el gran mecenas de algunos de los edificios modernistas más celebrados del arquitecto Antoni Gaudí. Pero muy probablemente el más conocido de todos estos empresarios sea el naviero Antonio López de quien se retiró en la Vía Laietana su estatua en 2018 «por esclavista», como dijo en su momento la entonces alcaldesa Ada Colau. A López se le debe precisamente la construcción de uno de los palacios más conocidos de la Rambla: el Palau Moja.
Si seguimos inteactuando en el mapa incluso se nos aparecen edificios hoy desaparecidos, como el llamado Palau Goytisolo, en la calle Fontanella, propiedad de Agustín Goytisolo Lezarzaburu, un comerciante de esclavos de origen vasco que se quedó en Barcelona, bisabuelo de los escritores Juan, Luis y José Agustín Goytisolo Gay.
Hablando de edificaciones, en la exposición muestra en una gran maqueta un ingenio, término con el que se designa a las haciendas coloniales, la mayoría de propiedad española o de descendientes de españoles, donde se molía y procesaba la caña para producir azúcar o aguardientes y que funcionaban con mano de obra esclavizada.
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