Política

Salvador Illa, una de cal y otra de arena con el independentismo

El presidente lleva toda la legislatura defendiendo su perfil de catalanista moderado y reclamando más autogobierno, pero con la línea roja del referéndum

BARCELONA, 09/10/2025.- El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, durante la votación de las propuestas de resolución presentadas por los grupos parlamentarios a raíz del debate de política general, unas votaciones en las que el PSC pone a prueba la solidez de sus relaciones con sus socios de investidura, ERC y Comuns. EFE/Quique García
Salvador Illa y, de fondo, el líder de Junts, Albert BatetQuique GarcíaAgencia EFE

El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, mantiene desde el inicio de la legislatura un equilibrio, a veces difícil, entre el catalanismo que busca complacer a sus socios y el respeto al marco constitucional. Su estrategia pasa por combinar gestos y discursos de afirmación nacionalista con una línea pragmática y moderada que evita los grandes choques con el Estado. El Debate de Política General, celebrado esta semana, ha sido una nueva muestra de esta fórmula: apoyo decidido a una financiación singular para Cataluña y, al mismo tiempo, rechazo frontal a un referéndum de autodeterminación.

Sin embargo, ese discurso de Illa, aunque puede convencer a gran parte del electorado cuyas sensibilidades son catalanistas pero también españolas, no lo hace con el independentismo, quien acusa al presidente de «desnacionalizar Cataluña» ni con el electorado más «españolista», quien acusa a Illa de seguir con la agenda independentista.

Financiación singular

El pleno del Parlament aprobó este jueves varias propuestas de resolución que instan a la Generalitat a negociar con el Gobierno central un sistema de financiación singular para Cataluña. Entre ellas, una del PSC que plantea promover este nuevo modelo de financiación singular «para que fortalezca el autogobierno y aumente la autonomía fiscal y financiera». El texto, que también defiende que este modelo potencie la relación bilateral con el Estado y sea compatible con la participación en órganos multilaterales, contó con los votos favorables de PSC, Esquerra Republicana y los Comuns, y la abstención de Junts, por considerarlo insuficiente.

Los socialistas reforzaron además su apuesta por dotar de más poder a la administración tributaria catalana. En este sentido, el Parlament aprobó otra propuesta del PSC que propone «fortalecer la Agència Tributària Catalana para que se convierta en la nueva Hacienda catalana, y gestione progresivamente todos los impuestos que se generan en Catalunya, comenzando por el IRPF».

Con estas iniciativas, Illa insiste en su objetivo de ensanchar el autogobierno dentro de la legalidad vigente. En los últimos meses, el president ha reiterado su defensa de una mayor autonomía financiera y el traspaso de Rodalies, siempre bajo la idea de una Cataluña reconocida como «nación» dentro de España. Su discurso, cargado al catalán como «la lengua propia de Cataluña», busca conectar con la sensibilidad más catalanista.

Rechazo al referéndum

Ese intento de moderación, sin embargo, lo distancia de las formaciones independentistas. En el mismo Debate de Política General, el Parlament rechazó la propuesta de Junts que pedía «plantear en el espacio de negociación habilitado a tal efecto la celebración de un referéndum de autodeterminación sobre el futuro político de Cataluña». La iniciativa, que reproducía el espíritu del acuerdo de Bruselas entre el PSOE y el partido de Carles Puigdemont, fue votada en contra por PSC, PP, Vox y Aliança Catalana.

Aunque el primer punto de la propuesta, el que reconocía la existencia de un conflicto político entre Cataluña y el Estado, sí prosperó, el apartado relativo al referéndum no superó la votación. Con su negativa, Illa volvió a marcar distancia respecto al independentismo y evitó avalar la negociación de una consulta con el PSOE en Suiza.

El PSC también mantuvo una posición intermedia en las votaciones relacionadas con la Ley de Amnistía. Los socialistas se abstuvieron en las propuestas presentadas por Junts y ERC para exigir su aplicación inmediata.

Un equilibrio constante

El doble movimiento de Illa, exigir más autogobierno pero rechazar la autodeterminación, no es nuevo. Ha sido una constante durante toda la legislatura. Desde su investidura, el líder socialista ha intentado proyectar la imagen de un president dialogante, catalanista y a la vez constitucionalista. Sus principales gestos se han dirigido a ampliar el margen de autogobierno: financiación, competencias ferroviarias, promoción del catalán o fortalecimiento institucional. Pero cuando se trata del derecho a decidir, Illa levanta una línea roja.

Esa ambigüedad calculada ha suscitado críticas desde todos los frentes. Desde la derecha española, PP y Vox lo acusan de seguir la agenda separatista, por mantener abierta la negociación con el independentismo y defender fórmulas de singularidad para Cataluña. En el otro extremo, Junts, ERC y la CUP lo consideran «el presidente más españolista de la historia de Cataluña» y lo tildan de «marioneta» de Pedro Sánchez, reprochándole no avalar un referéndum ni un modelo de soberanía fiscal plena.