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Física

Tras 140 años desde su descubrimiento, ahora han descubierto un extraño efecto en un evento físico sorprendente

Un descubrimiento en Japón pone en jaque las teorías sobre magnetismo al lograr un efecto físico, hasta ahora imposible, en un material no magnético, abriendo la puerta a una nueva generación de dispositivos electrónicos

Tras 140 años desde su descubrimiento, ahora han descubierto un extraño efecto en un evento físico sorprendente Imagen generada por IA

Una nueva generación de dispositivos electrónicos más eficientes, rápidos y con un consumo energético muy inferior podría estar más cerca de lo que se piensa. La llave para este avance no reside en un nuevo microprocesador o en una batería revolucionaria, sino en un hallazgo fundamental de la física que obliga a reescribir lo que se sabía sobre el comportamiento de la materia a nivel cuántico. Este descubrimiento abre la puerta a un futuro tecnológico más eficiente y sostenible, desde la informática de alto rendimiento hasta los aparatos que usamos a diario. Se trata de un campo de investigación en plena efervescencia, que se suma a la búsqueda de un avance revolucionario que hará nuestros dispositivos miles de veces más rápidos en un futuro no muy lejano.

De hecho, la clave de este prometedor horizonte se encuentra en el trabajo de un equipo de físicos en Japón. Estos científicos han conseguido observar por primera vez un «efecto Hall anómalo» de proporciones extraordinarias en un material que, teóricamente, no debería presentarlo. Lo han logrado en un compuesto no magnético, un hito que echa por tierra la creencia, mantenida durante 140 años, de que este era un fenómeno exclusivo de los imanes y sus derivados.

Hasta ahora, la comunidad científica daba por sentado que la causa de este efecto estaba ligada al espín de los electrones, una de sus propiedades cuánticas. Sin embargo, la investigación japonesa demuestra que el origen real es otro: la magnetización orbital, es decir, el movimiento de los electrones en sus órbitas. Esta conclusión no es un matiz menor, sino que contradice una suposición muy asentada y obliga a reconsiderar el papel que juega la órbita electrónica en la física de materiales. Este tipo de hallazgos demuestra que el conocimiento científico está en constante evolución, de forma similar a cómo otros científicos tienen claro que estábamos equivocados sobre cómo funciona la gravedad.

Una grieta en los cimientos de la física de materiales

Para lograrlo, los investigadores trabajaron con finas láminas de arseniuro de cadmio, un semimetal de Dirac. El reto principal consistía en detectar una señal extremadamente débil, normalmente oculta por otros fenómenos eléctricos. La solución pasó por ajustar meticulosamente la estructura de bandas electrónicas del material para suprimir casi por completo el efecto Hall ordinario. Fue una maniobra de enorme complejidad técnica, tal y como han publicado en SciTechDaily, que les permitió finalmente ver lo que antes era invisible y aislaron así la esquiva señal que buscaban.

Por tanto, las repercusiones de este avance van mucho más allá del ámbito teórico. La capacidad de generar y manipular corrientes eléctricas de forma altamente eficiente sin depender de materiales magnéticos podría revolucionar la industria electrónica. Esto no solo simplificaría la fabricación de ciertos componentes, sino que también permitiría diseñar sistemas de almacenamiento de datos con una capacidad muy superior a la actual, trazando un camino completamente nuevo para la tecnología del mañana.