Historia

Química

El científico que acabó con los envenenadores

El arsénico era un veneno popular en el siglo XIX hasta que llegó un científico enfadado con la justicia y dispuesto a todo

Bote de arsénico
Bote de arsénicolarazonPxfuel

James Marsh apretaba con sus dedos el pequeño trozo de papel mientras le rechinaban los dientes, evitando gritar cualquier improperio delante del jurado que tenía delante. Por sus miradas altivas y la del juez, sabía que habían rechazado por completo los resultados de su análisis y que se habían dejado llevar por los comentarios jocosos del abogado defensor. La única mirada diferente era la del acusado de asesinato, John Bodle, que sonreía disimuladamente sabiendo que se había librado del asesinato de su abuelo. En esas condiciones tan oscuras, nació la primera detección fiable para el arsénico.

El amarillo que se desvaneció

El arsénico es uno de los venenos más populares de la historia. Se puede obtener con facilidad moliendo una gran variedad de minerales y alimentos, por lo que era relativamente sencillo conseguir una pequeña dosis de arsénico de depuración casera sin que nadie hiciera muchas preguntas. Por ese motivo, se volvió un veneno ampliamente usado desde la época romana hasta nuestros días, tan popular que en la Francia del siglo XIX recibió el apodo de “polvo para heredar”.

Hay diferentes compuestos de arsénico, capaces de provocar diferentes efectos en nuestra salud, pero el más conocido y usado como veneno en los tiempos modernos es el trióxido de arsénico. Desde el siglo XIX, este compuesto se vendía como matarratas precisamente por las mismas propiedades que lo hacían un poderoso arma del crimen: no tiene ni olor ni sabor, y es un fino polvo blanco muy fácil de disimular en cualquier comida y bebida.

En 1832, todos los periódicos seguían el juicio de John Bodle, el nieto de una importante y adinerada familia. Una mañana, los Bodle estaba tomando café tranquilamente cuando empezaron a encontrarse muy enfermos, sintiendo náuseas y parálisis de sus extremidades. La mayoría de los familiares lograron sobrevivir pero el anciano de la familia, Geogie Bodle, no pudo soportarlo y falleció. La policía pensó que podrían haber sido envenenados, y el principal sospechoso fue el único que no había bebido café y que “casualmente” era el beneficiario de las múltiples herencias si todos fallecían: el nieto John Bodle.

Para comprobar esta teoría, los forenses extrajeron una muestra del contenido del estómago de la víctima y la llevaron a James Marsh, un químico escocés que trabajaba para la armada y combinaba las tareas de investigación con algunas pruebas forenses.

Retrato de James Marsh
Retrato de James MarshlarazonWikipedia

Marsh aplicó el procedimiento habitual para detectar arsénico: el método de Gutzeit. Se ponía en contacto el contenido del estómago con gas de hidrógeno, el cual reaccionaria con el posible arsénico formando un compuesto de color amarillo que se depositaba en una tira de papel. En los juicios del siglo XIX era importante convencer al jurado con algo más que números, por lo que los químicos forenses aparecían en tribuna con la mancha amarilla en el papel, explicando que ese color solo sería posible en presencia de arsénico.

Al hacer la prueba, Marsh obtuvo la mancha amarilla característica, así que se preparó para testificar y poner entre rejas al acusado. Pero hubo un problema: el juicio fue con retraso y se aplazó un día. Ese retraso podría ser significante, pero era crítico para Marsh. El compuesto amarillento que demostraba la presencia de arsénico era inestable, y despareció en el plazo de veinticuatro horas. Sin más muestras de la víctima, lo único que pudo enseñar al jurado fue un papel prácticamente blanco. Mientras el químico juraba y perjuraba al jurado que había una mancha amarilla, Boyde salió en libertad por falta de pruebas.

Marsh se quedó profundamente afectado por este hecho, decidiendo centrar su investigación en encontrar algún método que detectara el arsénico de una manera más estable y sin lugar a duda. Durante los siguientes cuatro años probó varios cientos de reacciones químicas con el arsénico, buscando una que diera con un compuesto más estable y vistoso. Finalmente dio con la solución: si el arsénico se combinaba con zinc y ácido sulfúrico se formaba vapor de arsénico, un humo negro que se pegaba con facilidad en cualquier superficie. El aspecto oscuro del humo y las muestras manchadas de negro saltaban a la vista y eran especialmente espectaculares para el jurado. Además, tenía como ventaja poder indicar la concentración de arsénico que había en la muestra, midiendo la cantidad de vapor liberado y evitando falsos positivos.

De este modo, Marsh publicó el método que acabó siendo bautizado con su nombre, y se empezó a usar en los laboratorios forenses de algunas capitales. Pero no fue hasta un año después, en el que un nuevo y polémico caso de envenenamiento lo llevó a la fama.

El azúcar de azahar de Marie Lafarge

El juicio de Marie Lafarge fue especialmente seguido por la prensa día a día, debido a parecerse mucho a una novela de misterio. Marie Lafarge era la hija bastarda de una familia noble francesa. Era cuidada por ambas familias, pero el rechazo de su los nobles la llevaba siempre a preocuparse por fingir un estatus económico que realmente no tenía. Deseando quitársela de encima, su padre hizo un matrimonio de conveniencia con Charles Lafarge, un juez de paz con el que se fue a vivir a un monasterio reformado en palacio.

Retrato de Marie Lafarge
Retrato de Marie Lafargelarazon

La idea de vivir en un palacio la atrajo en un primer momento a Marie, pero al ver que su marido era de origen campesino y siempre estaba ahogado en deudas, empezó a trazar un plan. En uno de los viajes de trabajo de Charles en Paris, le envió varias cartas de amor y un trozo de pastel de Navidad. Nada más comerlo, Charles padeció náuseas y mareos que atribuyó a la contaminación de la tarta durante el transporte. Los síntomas continuaron durante unos meses más, y los médicos lo atribuyeron a la cólera, enfermedad muy frecuente en la Francia de aquella época. Cuando volvió a casa, Marie se dedicó a cuidarle y prepararle comida, añadiendo un “azúcar de azahar” muy sospechoso en sus platos, cuya cantidad aumentaba a medida que Charles se ponía más y más enfermo hasta fallecer.

La familia de Charles vigiló de cerca la enfermedad de Charles y ya llevaban un tiempo sospechando de Marie, hasta el punto de llevarse muestras de la comida que ella le daba. Cuando Charles finalmente falleció, la llevaron a juicio acusándola de envenenamiento.

En el juicio demostraron que Marie había comprado matarratas justo el día antes de enviar el pastel y a la vuelta de su marido, por lo que el arsénico era el principal sospechoso como arma del crimen. Ella dijo que el arsénico era para las trampas de ratones puestas en el palacio, pero al comprobar las trampas solo había una mezcla de harina y agua.

Viendo que el caso estaba siendo seguido por los periódicos, el juez quiso que no hubiera ninguna posibilidad de error a la hora de juzgar a Marie, por lo que pidió al jefe de policía que probaran con la nueva técnica de detección que está triunfando en Paris, el método Marsh. Sin saber demasiado sobre el tema, el jefe de policía aceptó, pidiendo a dos boticarios del pueblo que probaran el método con el contenido del estómago de Charles. Salió negativo para arsénico.

Con una gran incertidumbre, los boticarios intentaron detectar arsénico en los platos y vasos de la casa, sin resultados. Estaban a punto de descartar el envenenamiento, cuando se decidió probar con las muestras de comida que la familia había llevado a la policía para el caso. El humo negro apareció y encontraron que tenían arsénico suficiente como para envenenar a diez personas.

Con la mezcla de resultados que tenían, prefirieron llamar a un experto en la prueba de Marsh de Paris, que comprobó que los boticarios no estaban usando las concentraciones correctas de zinc y ácido sulfúrico. El último experimento se hizo en el propio juzgado, con la vista de todos al aparato de vidrio que empezó a liberar una pequeña cantidad de vapor de arsénico de la muestra del estómago de la víctima. La prueba definitiva para encarcelar a Marie con cadena perpetua.

El método Marsh tuvo un papel tan importante en el juicio que a partir de ese instante se tomó como la prueba por referencia para detectar arsénico. Además, provocó un efecto secundario positivo: la bajada de los casos de envenenamiento. Ya nadie quería arriesgarse a echar matarratas en el café si podían encontrarlo en el estómago con facilidad. Y es que si se usa la química para asesinar, también podemos usarla para encontrar al asesino.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Actualmente realizamos otro tipo de pruebas mucho más sensibles como la espectroscopia de absorción atómica, una tecnología que nos permite detectar directamente los átomos de arsénico. De este modo, las posibilidades de cometer algún error como el de los boticarios son prácticamente nulas.
  • En los análisis forenses actuales, las pruebas se realizan varias veces para descartar que alguien pueda ser acusado por culpa de algún resultado anómalo.

REFERENCIAS: