Ciencia
Descubren que el ARN permanece en armas de fuego incluso tras haberlas limpiado
El ARN persiste incluso bajo limpieza de un profesional y permite desvelar nuevos crímenes
¿Cómo saber si una pistola es el arma del crimen? Esa es la pregunta que surge a veces en la cabeza de un policía. A veces, al registrar la casa de un sospechoso de asesinato pueden encontrar un arma de fuego, y necesitan demostrar que es el arma del crimen de manera inequívoca. Ahí es cuando entra en juego la ciencia forense.
Los forenses han trabajado en diferentes técnicas para asociar un arma concreta a un crimen. Pero cada una de estas técnicas tiene algún punto débil, así que hay que elegir la adecuada. Por ejemplo, es posible asociar los surcos que tiene la bala a los surcos del interior del cañón del arma, pero siempre y cuando la bala no haya desaparecido ni se haya deteriorado demasiado.
En caso de un disparo a quemarropa, hay una técnica forense que poca gente sabe que se utiliza: las pruebas de ADN. En un disparo a quemarropa, se quedan restos de sangre dentro del cañón del arma. Estas pequeñas gotas no las nota normalmente el asesino, que acaba llevando su pistola ignorante de la prueba incriminatoria.
Aunque esta prueba se haya usado con éxito en varios juicios, los asesinos van aprendiendo a defenderse. Tras la serie de éxito CSI, muchos criminales potenciales se interesaron en la ciencia forense, y buscaron maneras de evadirla. Por ejemplo, la prueba de ADN de la pistola se puede corromper si le limpia el arma a conciencia usando amoniaco o lejía.
Para justificar la presencia de estos disolventes, los criminales se hacían pasar por amantes de las armas, especialmente escrupulosos de su limpieza. Y sin ADN en el arma, los científicos forenses solo podían ver impotentes como la prueba que la señalaba como arma del crimen desaparecía entre sus dedos.
Pero al igual que los criminales aprenden de la ciencia forense, la ciencia forense busca nuevas maneras de cazar al criminal. En este juego del ratón y el gato, se ha publicado un nuevo estudio que acorrala a los criminales con armas sospechosamente limpias. Y es que la clave no es buscar ADN, sino ARN.
Un mensajero más estable
La información genética está escondida en las largas cadenas dobles del ADN. Las células usan esta información para generar diferentes proteínas, pero también se usan en los juzgados para distinguir entre personas, usando el ADN como un código de barras.
En una prueba de ADN se realizan varias PCR. La PCR es capaz de detectar la presencia y cantidad de secuencias concretas de ADN, y por eso se usa para detectar la presencia de diferentes virus y bacterias. En la ciencia forense, la PCR se hace para detectar unas pequeñas secuencias repartidas por el ADN llamadas microsatélites.
Hay decenas de microsatélites identificados, y su principal particularidad es que algunas personas pueden tenerlos y otras no. Así, cada persona tendrá una combinación única de microsatélites, y con las PCR, podemos conocer esta combinación en una muestra y compararla con otras.
Pero no solo hay ADN en nuestras células, también existe el ARN. Si el ADN contiene toda la información como si fuera un libro, el ARN sería solo una frase suelta. Son pequeñas copias de secuencias de ADN, una copia simple formada por una cadena y que tienen diferentes funciones según su tipo.
Estos trozos de cadena pueden enrollarse sobre sí mismos e interaccionar entre sí, formando dobleces con forma de horquillas. Estas horquillas son muy estables, y son capaces de soportar condiciones extremas de temperatura y agentes químicos. Así que los forenses se preguntaron: ¿y si estas horquillas logran soportar la limpieza de las armas del crimen?
Un experimento importante
Para comprobarlo, probaron a disparar a quemarropa diferentes armas en muestras de gelatina y sangre, manchando el interior del cañón imitando el arma de fuego que participa en un crimen real.
Luego, limpiaban el arma con diferentes productos químicos, degradando completamente el ADN. Con un arma así, no podrían demostrar en un tribunal que el arma había sido disparada recientemente. Y ahora viene lo interesante: empezaron a buscar fragmentos de ARN.
Sorprendentemente, en la mayoría de armas limpiadas, quedaban suficientes fragmentos de ARN como para afirmar de manera rotunda que el arma había tenido sangre en su interior. La forma de horquilla de estas secuencias las había estabilizado lo suficiente como para sobrevivir a la limpieza, incluso aunque fuera concienzuda.
Pero hay un inconveniente en esta prueba. El ARN que permanece no deja adivinar quién es la víctima. Al no incluir las secuencias de microsatélite no se podría confirmar a quién pertenece la sangre, lo que puede ser o no un problema según el tipo de juicio que se desarrolle. Pero por lo menos deja confirmar que había sangre en el arma y que esta es humana.
Gracias a este estudio, los forenses tienen ahora una herramienta más para luchar contra el crimen. Y lo mejor es que, incluso conociendo la herramienta, no pueden evitarla. Ahora da igual limpiar un arma cientos de veces, siempre quedará algo en su interior que señala al culpable, en forma de una pequeña horquilla de ARN.
QUE NO TE LA CUELEN:
- Como muchos habrán comprobado, las PCR son un proceso lento que requiere de un laboratorio, equipo especializado, y varias horas de trabajo. En las series policiacas, a veces hacen pruebas de ADN en cuestión de segundos, lo que realmente es una licencia dramática para acelerar la trama.
- No todos los ARN forman horquillas, pero son muy frecuentes en los micro-RNA (o miRNA). Son fragmentos de ARN muy cortos, capaces de detener otros procesos celulares, precisamente usando la horquilla como una cuña que impide físicamente interaccionar a otras proteínas. Estos son los más presentes en las armas de fuego limpiadas.
REFERENCIAS:
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