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¿Podemos predecir la próxima pandemia?: Tal vez no al virus, pero sí al “culpable”

Muchas pandemias tienen un origen zoonótico, por lo que cabe preguntarnos qué animales podrían causar la próxima pandemia.

Musaraña
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Vivimos en un planeta de virus. Cuando pensamos en ellos nos vienen a la cabeza hospitales y pandemias, pero rara vez pensamos en el mar. Los océanos acogen a tal cantidad de virus que, si tomáramos el carbono de todos ellos, su peso equivaldría al del carbono de 75 millones de ballenas azules. El SARS-CoV-2 es tan solo uno de los incontables virus que pueblan la Tierra y, precisamente por eso, predecir la próxima pandemia se siente como buscar una aguja en un pajar.

Es difícil argumentar que, con más investigación, habríamos podido predecir que, precisamente el SARS-CoV-2, de entre todos los virus del planeta, sería el causante de la próxima pandemia. ¿Podemos acaso pretender tener bajo control a la totalidad de la virosfera? No es realista creer que podremos tener vigilada a cada cepa, pero, a decir verdad, tampoco sería necesario. Existen trucos que nos ayudan a restringir el catálogo de virus y estrechar la búsqueda del siguiente gran culpable, ya sea el virus o, sobre todo, el misterioso animal que lo haga saltar a humanos.

Demasiados sospechosos

A veces, la ciencia consiste en aprovecharse de lo que pueden parecer prejuicios pero que, en realidad, no son más que estadística. Es bastante improbable que, de repente, un virus que solo ha infectado a bacterias comience a infectar a humanos. De hecho, esto hace que purguemos buena cantidad de esos virus marinos, entre los cuales hay muchos de los llamados bacteriófagos. Del mismo modo, también es difícil que un virus que infecte a gusanos consiga apañárselas para vencer a nuestro sistema inmunitario y prosperar en nuestro cuerpo. A fin de cuentas, los virus son una suerte de máquinas biológicas tremendamente especializadas para parasitar a una serie de organismos con biologías suficientemente parecidas.

Entre un gusano y nosotros hay una enorme diferencia. Lo más probable es que este tipo de saltos virales de animales a humanos vengan de los mamíferos. Puede parecer que hemos estrechado bastante la búsqueda, pero, no obstante, en un estudio ya algo desfasado se analizó el total de virus del zorro volador indio (Pteropus giganteus) y tras una serie de extrapolaciones se calculó que debían existir unos 320.0000 virus que afectan a mamíferos, un cálculo más reciente habla de 40.000 de los cuales 10.000 son zoonóticos (que podrían saltar de animales a humanos).

Es más, somos suficientemente parecidos a las aves como para que también puedan ser causantes de una zoonosis y lo hemos vivido en primera persona con casos como el de la famosa gripe aviar. El parecido de estos organismos hace que sus virus no necesiten cambiar demasiado para adaptarse a nosotros, lo cual significa que, con pocas mutaciones, pueden estar listos para infectarnos.

Esto restringe enormemente los posibles virus causantes de la futura pandemia, pero seguimos hablando de un numero imposible de gestionar. En especial si tenemos en cuenta que aquellos virus que nos infectan a nosotros también pueden mutar dando lugar a una nueva variante o cepa que nos coja desprevenidos. Es más, existe un último problema del que suele hablarse poco. Incluso en los artículos científicos que buscan establecer la lista de virus potencialmente pandémicos suele omitirse el hecho de que conocemos apenas una diminuta porción de la virosfera, por lo que es muy probable que el próximo causante esté ahí afuera y ni siquiera sepamos de su existencia. Para ponerlo en números, se estima que tan solo hemos catalogado el 0,001% de virus que existen ahora mismo, esto es: uno de cada mil.

Matar al mensajero

La simplicidad estructural de los virus y la poca información que almacenan en sus ácidos nucleicos han permitido que muten tan rápido que su diversidad se haya salido de todas escalas. No obstante, para que estos lleguen a infectarnos, deberán de acceder a nosotros a través de otro animal, como hemos dicho, y aquí está el truco. La diversidad de especies animales (en especial de vertebrados) es muchísimo menor y, por lo tanto, más manejable que si abordamos la pregunta al nivel del propio patógeno. Estudiar al vector animal del que pueda venir el virus es mucho más realista y, para hacernos una idea, actuaría como una suerte de embudo, haciendo que esa infinidad de virus se vean obligados a agruparse en un conjunto mucho menor de posibles portadores.

Esto es lo que ha estado estudiando el equipo de Michelle Wille, Jemma L. Geoghegan y Edward Holmes. Sin embargo, su investigación no ha estado tan orientada a dar una respuesta exacta, como a explicitar todas las limitaciones a las que habremos de enfrentarnos si queremos descubrir de qué animal provendrá la próxima pandemia zoonótica. Para ello han comparado el número de virus conocidos en distintos animales en 2020 frente a los que conocíamos en 2008. Junto a este dato, han cuantificado el porcentaje de estos nuevos virus que están asociados a enfermedades y cuántos de ellos tienen potencial zoonótico. Los grupos de animales elegidos son tres.

Por un lado, los peces, los cuales, como los mismos investigadores indican, no presentan casos de zoonosis conocidos, pero los han incluido debido a la gran cantidad de brotes virales acaecidos en el sector de la acuicultura durante los últimos años. Por otro lado, han seleccionado a las aves, pues son vectores virales bien conocidos y, finalmente, un grupo de mamíferos conocidos como musarañas cuya virología conocemos muy poco a pesar de ser excelsos vectores de los hantavirus (entre otros). Asimismo, estos tres grupos se caracterizan por tener un contacto relativamente estrecho con los núcleos urbanos, ya sea a través de la alimentación o por proximidad.

Los tres grupos

En los tres grupos podemos distinguir un marcado crecimiento del número de virus. Ahora conocemos ocho veces más virus en peces (257) de los que conocíamos en 2008, casi 3 veces más en aves (453) y prácticamente cuatro veces más en musarañas (51). Sin embargo, el porcentaje de virus capaces de producir enfermedades y zoonóticos ha bajado notablemente en aves y peces. El motivo es, probablemente, que se han mejorado las técnicas de metagenómica para detectar virus independientemente de que estos sean capaces de producir enfermedades. En el caso de las musarañas no se ha visto un cambio significativo ni en el porcentaje de virus capaces de producir enfermedades ni zoonótivos. Posiblemente, esto se explique debido a que las investigaciones de estos últimos años se han centrado mayormente en los hantavirus, profundizando nuestro conocimiento sobre ellos, pero dejando en un segundo lugar la búsqueda de la verdadera diversidad viral en este grupo de mamíferos.

Estos resultados revelan una serie de sesgos que impiden optimizar la búsqueda de ese potencial vector que traerá la próxima pandemia zoonótica. Antes de lanzarnos a especular, tal vez convendría seguir la línea propuesta por esta investigación, tomar conciencia de las actuales limitaciones y solventar esas lagunas tan acuciantes en investigación básica, pues son ellas las que esconden esas respuestas que estamos buscando. ¿Cuántos virus nos faltan por conocer? ¿Qué grupos de animales portan la mayor cantidad de virus zoonóticos? ¿A qué animales estamos más expuestos? Son muchos los criterios que precisamos aclarar para llegar a una conclusión certera y, por desgracia, todavía estamos muy lejos de darle respuesta. Es importante apostar por la investigación aplicada, pues es la que solucionará los problemas que ya tenemos encima, pero existe otra estrategia complementaria, que es apoyar la investigación básica para anticiparnos a lo que pueda venir.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Las musarañas no son, ni de lejos, el grupo de mamíferos más problemático. No obstante, hay muchos estudios centrándose en las zoonosis potencialmente provocarles por murciélagos o roedores y ese sesgo es, precisamente, uno de los que este estudio pretende hacer visible.

REFERENCIAS (MLA):