Cerebro

Un nuevo avance para entender nuestra consciencia

Según un estudio reciente parece existir una estructura en nuestro cerebro estrechamente relacionada con la actividad consciente

Dibujo anatómico mostrando las partes de la ínsula
Dibujo anatómico mostrando las partes de la ínsulaSchappelleCreative Commons

La consciencia es uno de los temas más espinosos de la ciencia y a falta de un motivo, hay multitud de ellos. Por un lado, seguimos arrastrando la confusión entre el concepto científico de “lo inconsciente” y la idea pseudocientífica de “el subconsciente” popularizada por Freud. Por otro lado, estudiar aquellos procesos mentales de los que ni siquiera el propio sujeto de estudio tiene consciencia es, cuanto menos, complicado. De hecho, para muchos se ha presentado como algo imposible a lo largo de la historia, tanto que ha llevado a algunos conductistas a negar la existencia de los procesos inconscientes e incluso a prohibir tácitamente su estudio.

Por suerte, todo esto cambió con la llegada de Francis Crick. Tras ganar un Premio Nobel por haber descubierto la estructura del ADN junto con James Watson y Maurice Wilkins, Crick decidió cambiar su área de estudio para seguir buscando respuestas a las preguntas fundamentales y, qué hay más fundamental que descubrir la naturaleza de nuestros procesos conscientes. Gracias a él y a su autoridad en materia de investigaciones científicas, la consciencia dejó de ser un pozo de desprestigio y su estudio comenzó a volverse más preciso y riguroso. Desde entonces los expertos han trabajado especialmente para desterrar cada mito popular sobre la consciencia y, aunque todavía queda mucho por hacer, un nuevo estudio parece haber dado un paso realmente relevante.

Malentendidos

Antes que nada, convendría aclarar qué tomamos por “inconsciente”. No se trata de una personalidad racional que permanece oculta en nuestra psique, bajo los cimientos de nuestra personalidad consciente del día a día. Ni muchísimo menos… Sencillamente, es innegable que nuestro cerebro realiza un gran número de actividades de las que no somos conscientes y, es más, de las que ni siquiera esforzándonos, podemos serlo. No es magia ni actividades especialmente complejas, pero desde luego, permanecen alejadas de nuestra consciencia, como automatismos o intuiciones. Precisamente por eso es muy conflictivo radicalizarse negando la existencia de los procesos inconscientes.

Una vez aclarado esto, hay un segundo a punto a tratar. Históricamente, incluso entre los defensores de los procesos inconscientes, ha habido cierta tendencia a buscar grandes generalidades que permitieran diferenciar las estructuras cerebrales implicadas en procesos conscientes de las inconscientes. Uno de los mitos más frecuentes, incluso entre los neurocientíficos, es creer que toda la actividad consciente ocurre en la superficie del cerebro, la corteza, mientras que lo inconsciente es potestad de las estructuras profundas. Lo cierto es que por mucho que se ha intentado no ha sido posible encontrar una correlación clara entre determinadas estructuras y el grado de consciencia de los procesos que de ellas emanan. Precisamente por eso es tan interesante el último avance de la Universidad de Medicina de Michigan.

Las puertas de la percepción

Lo que los investigadores han encontrado es un área de la corteza cerebral que parece estrechamente implicada en los procesos conscientes. Podríamos compararla con una suerte de portero que controla qué proceso se “convierte” en consciente y cual no. La estructura en cuestión se llama corteza insular anterior. La ínsula es un área superficial del cerebro oculta en una de sus principales dobleces. Para acceder a ella podríamos imaginarnos que levantamos el cráneo que se encuentra bajo la oreja de alguien y exploramos el fondo de la gran arruga que recorre en diagonal el lateral del cerebro. La parte anterior de esta corteza es la que parece estar implicada en los procesos conscientes.

El estudio consistió en introducir a sujetos en máquinas de resonancia magnética funcional para estudiar la actividad de su cerebro mientras estos se imaginaban realizando determinadas actividades. Mientras tanto, se les administró un anestésico que deprimiría su grado de consciencia (según lo que la escala de Glasgow entiende por consciencia). De este modo, los expertos podrían comparar los cambios en su actividad a medida que se alterara la consciencia.

Durante estas tareas se activan zonas muy concretas del cerebro que permiten evocar lo que sentiríamos durante el escenario imaginado, mientras que (por economía) la atención suprime la actividad de otras áreas no necesarias. A medida que se perdía la consciencia la actividad más específica iba desapareciendo, al igual que esa supresión atencional.

Un segundo experimento trató de predecir con gran éxito si el paciente era consciente de estar viendo una cara o no, simplemente tomando como pista la actividad de la corteza insular anterior. Si esta no estaba activa, se asumía que el procesamiento de la cara no había sido consciente y que el sujeto no recordaría haberla visto.

Estos resultados son prometedores y, aunque presentan todavía cabos sueltos y dudas acerca de su grado de fiabilidad, suponen un paso al frente más que necesario para revindicar la importancia y plausibilidad de estudiar la consciencia de forma metodológicamente rigurosa. Porque hablar de inconsciente no es ni freudiano ni idealista: es ciencia.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • La amplísima mayoría de científicos son materialistas y rechazan que los procesos mentales provengan de una suerte de entidad independiente de la materia que conocemos. Sin embargo, son algunos más los que niegan la posibilidad de estudiar el inconsciente creyendo que, al ser subjetivo, es inasible por nuestra experiencia y nuestras técnicas de imagen. No obstante, aceptar esto es aceptar, de algún modo una suerte de idealismo en el que hay una realidad inaccesible y sustancialmente diferente a la que conocemos.

REFERENCIAS (MLA):

http://dx.doi.org/10.1016/j.celrep.2021.109081

https://www.eurekalert.org/emb_releases/2021-05/mm-u-srt043021.php