Sociedad

Antiguo Egipto

“Desnudan” la intrigante momia de Amenhotep I y desmienten su propia teoría

La momia de Amenhotep I es de las pocas que sigue intacta. En 3.000 años, nadie se ha atrevido a abrirla. Pero un nuevo estudio logra analizarla sin alterarla y sus resultados sorprenden a los propios investigadores.

Imagen nunca vista de la momia de Amenhotep
Imagen nunca vista de la momia de AmenhotepI. S. Saleem y Z. HawassCreative Commons

En el Antiguo Egipto, no era raro destapar momias de faraones de siglos atrás, sacar las joyas y reutilizarlas en nuevas momias. Eso es lo que, según pensaban la Doctora Sahar Saleem y el Doctor Zahi Hawass (investigadores del Proyecto de Momias Egipcias), le habría sucedido al Faraón Amenhotep I en el siglo XI a.C. Casi todas las momias de faraones que se encontraron en los siglos XIX y XX se habían abierto para estudiarlas. Pero no así la de Amenhotep I. En 3.000 años, nadie se ha atrevido a abrir su momia.

No se trata de que estuviera hechizada. Simplemente está tan bien envuelta y tan elegantemente decorada que da reparo deshacerla. Tiene guirnaldas de flores, y la cara y el cuello están cubiertos de una máscara realista incrustada de piedras de todos los colores.

El misterio de Amenhotep I

Precisamente porque sigue intacta, abrirla tendría un atractivo único. La momia de Amenhotep I se trató y se volvió a enterrar hasta dos veces, más de cuatro siglos después de su muerte. Lo hicieron los Sumos sacerdotes de Amón durante la dinastía XXI. Destapando la momia, se podría saber cómo se momificó y enterró al Faraón y también qué sucedió en estas dos ocasiones posteriores.

Aunque el saqueo de tumbas en Egipto se consideraba un crimen imperdonable por los dioses, lo cierto es que era bastante frecuente. La momia de Amenhotep I no habría sido una excepción, pero quedaba por ver si la remomificación del siglo XI a.C. habría servido para sacar las joyas y reutilizarlas para otros faraones o para un propósito más noble.

La momia de Amenhotep I se descubrió en 1881 en el yacimiento arqueológico Deir el-Bahari del sur de Egipto. Allí fue donde, en la dinastía XXI, se escondieron varias momias de reyes y nobles para protegerlas de los saqueadores. Su tumba original, sin embargo, no se ha encontrado en tiempos modernos.

También conocido como Amenofis I, fue el segundo faraón de la dinastía XVIII y reinó de 1525 a 1504 a.C. aproximadamente. Bajo su mandato, Egipto era un país próspero y seguro, en el que el Faraón Amenhotep I ordenó construir numerosos templos. Su madre era la Gran Esposa Real Ahmose-Nefertari, que jugó un papel siempre relevante durante los mandatos de su marido Ahmose I y de Amenhotep I. A la muerte de este, él y su madre se convirtieron en objetos de veneración comparables a dioses.

Radiografía de una momia

De ahí el interés que siempre ha despertado la momia de Amenhotep I. Por fin, después de 3.000 años, un estudio ha conseguido desvelar sus secretos, y lo ha logrado sin necesidad de alterarla.

La clave la ha dado la Doctora Saleem, primera autora del estudio y radióloga en el Hospital Kasr Al Ainy. Su último paciente ha sido Amenhotep I, a quien le ha practicado un TAC. Las siglas responden a “tomografía axial computarizada”, y es una técnica no invasiva que permite obtener imágenes muy detalladas del interior de un cuerpo. Consiste en hacer varias radiografías desde diferentes ángulos y combinarlas, midiendo cómo las diferentes partes del cuerpo atenúan los rayos X, obteniendo así una imagen en tres dimensiones. Sus inventores recibieron el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1979.

Gracias a esta técnica, se ha podido “desnudar” a Amenhotep I, retirando sus capas una a una. La máscara, las vendas y la propia momia se han podido separar para estudiarlas con un detalle nunca visto.

Con el TAC, los investigadores han desmentido su propia hipótesis. El análisis ha desvelado que, en el siglo XI a.C., los Sumos sacerdotes de Amón abrieron la momia no para sacar las joyas, sino para reparar los daños causados por los saqueadores de tumbas de siglos atrás.

Además, se ha podido constatar que Amenhotep I tenía aproximadamente 35 años cuando murió, medía 1.69 m, estaba circuncidado y tenía los dientes en buen estado. La momia luce 30 amuletos y un elaborado cinturón que probablemente sea de oro.

Curando las heridas

No se ha encontrado ninguna causa aparente de muerte. Sin embargo, el cuerpo tiene numerosas mutilaciones practicadas después de la muerte de Amenhotep I, y los investigadores las atribuyen al saqueo que sufrió la tumba después de su primer entierro. Cuando se momificó el cuerpo se le retiraron las vísceras, pero el cerebro y el corazón siguen en su sitio.

En el siglo XI a.C., los sacerdotes de la dinastía XXI curaron las heridas del cuerpo de Amenhotep I, glorificando la momia de nuevo. La cabeza y el cuello se volvieron a juntar con el resto del cuerpo a través de una venda de lino, un defecto en la región abdominal se reparó y se colocaron dos amuletos debajo, y el brazo izquierdo se volvió a colocar al lado del cuerpo y se envolvió para que no se separara.

Por eso los investigadores constatan que el proyecto les ha hecho “ganar confianza en las buenas intenciones del proyecto de reenterrar momias reales llevado a cabo por los sacerdotes de la dinastía XXI”.

Pero sobre todo, este estudio muestra el potencial del TAC como técnica para analizar momias sin alterarlas. Saleem y Hawass han estudiado más de 40 momias reales en el Proyecto del Ministerio de Antigüedades de Egipto que comenzó en 2005 (Ministerio que Hawass dirigió desde su creación hasta 2011). Lejos de contentarse con este proyecto, aventuran que el TAC servirá para realizar análisis antropológicos y arqueológicos en momias no solo egipcias, sino también de otras civilizaciones como Perú.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Esta no es la primera vez que se analiza la momia de Amenhotep I con rayos X. En 1932 ya se le realizó una radiografía que concluyó que el faraón murió cuando tenía entre 40 y 50 años. En 1967, a partir de otra radiografía, su edad se estimó en 25 años. Pero las radiografías solo devuelven imágenes en dos dimensiones, por eso la información no es tan detallada. Gracias al TAC se han obtenido imágenes tridimensionales de los huesos y también de los tejidos que son mucho más fiables.

REFERENCIAS (MLA):