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El misterioso envejecimiento de los reptiles nos sigue desconcertando

Un par de nuevos estudios nos recuerdan lo ignorantes que somos todavía en algunas disciplinas

Tortuga de archivo
Tortuga de archivoPixabay/PexelsCreative Commons

Existe un fenómeno por el cual, tendemos a pensar que sabemos más de lo que realmente sabemos, sobre todo cuando nuestro nivel de conocimiento en un tema es bastante bajo. Es lo que se conoce como efecto Dunning-Kruger. Y, lo cierto, es que pasa algo parecido con las propias disciplinas científicas. Por desgracia, las ciencias son un concepto relativamente reciente en nuestra historia (al menos las ciencias tal y como las conocemos) y, dado que el tiempo nos ha constreñido y los recursos que podemos dedicar a investigar son limitados, eso significa que, en nuestro conocimiento, hay lagunas del tamaño de océanos. Un ejemplo bastante evidente es la medicina veterinaria. Sabemos con precisión las dosis de medicamentos que hemos de administrar a un perro o un gato en función de su peso, pero no hay una pauta clara para la mayor parte de animales que puedes encontrar en un zoológico.

Pues bien, en el mundo biológico, este tipo de lagunas tiende a aumentar a medida que nos alejamos de nosotros. Solemos saber menos sobre los reptiles que sobre los mamíferos, menos incluso sobre los anfibios, aún menos sobre peces y ya no hablemos de los invertebrados. Por supuesto, se ha descrito con detalle la historia natural de muchas especies bien lejanas a nosotros, pero aquí estamos hablando de un desconocimiento más profundo, de los mecanismos que contribuyen a que esas historias naturales sean como son, de la maquinaria bioquímica. Porque ese es el problema, cada especie es un mundo del mismo modo que cambia la anatomía entre una tortuga y una cotorra, sus procesos bioquímicos también son diferentes. Y, aunque comparten la mayoría de los aspectos, hay otros tantos que difieren, haciendo que la extensión de estas disciplinas se ramifique.

El envejecimiento

Últimamente, se han publicado algunos artículos bastante oportunos para ejemplificar estas lagunas. En concreto, se trata de investigaciones acerca de cómo envejecen otros animales no mamíferos. Los científicos que han realizado este estudio han querido centrarse en los reptiles y anfibios. Porque, como decíamos, si bien comenzamos a descubrir la serie de mecanismos que contribuyen al envejecimiento en humanos, prácticamente no sabemos nada de lo que ocurre en los animales no mamíferos y, dado que todos compartimos un ancestro común, tiene sentido suponer que, para entender en profundidad qué es el envejecimiento, habremos de hacer una investigación exhaustiva al respecto.

La investigación en cuestión ha reunido a más de 100 científicos estudiando a 77 especies diferentes de reptiles y anfibios. Un estudio cuyo propósito no solo es el conocimiento por el conocimiento o lo que a largo plazo pudiera decirnos todo esto sobre nuestro envejecimiento de mamíferos, sino encontrar los fundamentos que nos ayuden a desarrollar mejores estrategias de conservación para estas especies. Ahora bien, si lo que estás esperando es que el estudio muestre un resultado único y claro, entonces es que esa perspectiva antropocentrista ha calado más fuerte de lo que piensas. La naturaleza no se divide entre “nosotros” y “todo lo demás”. El estudio ha encontrado que la tasa de envejecimiento en los tejidos de los reptiles y anfibios difieren enormemente entre sí. Algo que no debería sorprendernos, ya que entre ellos existe una distancia evolutiva mucho mayor que entre los dos mamíferos menos emparentados que podamos escoger. O, dicho de otra manera, dos reptiles elegidos al azar tienden a estar menos cercanamente emparentados que dos mamíferos cualesquiera.

El secreto de las tortugas

Un segundo estudio se ha centrado ha tratado de determinar si existe alguna relación entre la velocidad a la que envejecen algunos reptiles y anfibios y sus metabolismos, comparándolos para ello con el ritmo de envejecimiento de animales de sangre caliente, como nosotros. Los investigadores esperaban encontrar que, dado que los organismos de sangre fría no gastan energía en calentar sus cuerpos y, por lo tanto, tienen un metabolismo más lento, esto haría que envejecieran más lento. Si lo simplificamos mucho podríamos comparar esto con la velocidad a la que se gastan los neumáticos de un coche según cuánto los uses, a más uso (a más metabolismo) más rápido envejecen.

Sin embargo, esta hipótesis tan extendida no ha encajado del todo con los datos recogidos por el estudio, lo cual hace sospechar, una vez más, que no sabemos demasiado sobre otras especies de animales. De hecho, parece que esa relación funciona exclusivamente para el caso de las tortugas, que son un caso extremo en cuanto a envejecimiento y, por lo tanto, poco representativo. En resumen: por mucho que creamos conocer sobre la naturaleza, hay mucho más que seguimos desconociendo, y no hablamos de detalles o excepciones, sino de regularidades fundamentales, de lo que, con suerte, terminará siendo conocimiento básico para las disciplinas que estudian la vida.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • En realidad, el término reptil no es nada científico, es un apaño que hacemos para entendernos porque popularmente lo usamos con frecuencia, pero no podemos trazar un límite que separe a todos los reptiles del resto de animales.

REFERENCIAS (MLA):