Astronomía

Biden ha revelado la esperadísima primera imagen definitiva del telescopio James Webb

El presidente de Estados Unidos ha hecho pública la primera imagen del telescopio espacial James Webb, el más caro hasta la fecha

Hoy termina un viaje que ha parecido eterno. La complejidad de las misiones espaciales hace que se alarguen mucho en el tiempo desde que se bosqueja la primera idea hasta que se lleva a la práctica cada detalle planeado. Sin embargo, incluso dentro de los largos plazos que hemos normalizado, hay proyectos que llevan más tiempo que otros y uno en concreto se lleva la palma. A las 00:20 de la noche, hora peninsular, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha revelado la primera imagen tomada por el telescopio espacial James Webb, un dispositivo de 10.000 millones de dólares que, hace 30 años, cuando empezó a planearse, apenas ascendían a 1.000 millones. Ese presupuesto se decuplicó a lo largo del tiempo y los retrasos se acumularon hasta convertirlo en una parodia de sí mismo, pero la esperanza seguía ahí, la ilusión de ver las primeras imágenes del cosmos como nunca lo hemos visto: más antiguo y lejano que nunca.

Porque, efectivamente, toda esta historia comienza a finales de los años 80 bajo otro nombre (Telescopio Espacial de Nueva Generación), pero los contratiempos han superado cualquier estimación posible, y la fecha de lanzamiento ha ido reptando a medida que nos acercábamos a ella. La idea era lanzarlo entre 2007 y 2011 pero entre problemas presupuestarios, inquietantes fallos de diseño y la pandemia en la que seguimos inmersos, siempre ha habido un motivo para retrasar el lanzamiento hasta los últimos días del año pasado, cuando vivimos, por suerte, el postrero retraso tras el cual, logró despegar el 25 de diciembre. Para muchos “astroaficionados” aquello fue el mejor regalo de Navidad con el que podían soñar. Pero aquello fue hace casi 7 meses, así que ¿qué ha estado haciendo el James Webb desde entonces?

La historia de nunca acabar

Aunque no reparemos en ello, poner un telescopio espacial en un lugar estable es mucho más que simplemente sacarlo de la superficie terrestre. Durante los 14 días siguientes al lanzamiento, el James Webb tendría que desplegar con cuidado sus componentes, como si fuera una figura de papiroflexia doblada que, poco a poco, recupera su forma más esplendorosa. A lo largo de este proceso extendería los paneles solares, su escudo solar y el espejo de hexágonos dorados que tan icónico lo ha vuelto. Junto a esto, el proceso implica más de 170 mecanismos

El siguiente paso, que es el que más tiempo le ha llevado, consistió en propulsarse hasta alcanzar el punto 2 de Lagrange del sistema Tierra-Sol, un viaje que llevaría en torno a 29 días desde el despegue. Dicho de forma simplificada, si trazamos una línea recta que pase por el Sol y la Tierra, el punto 2 de Lagrange se situaría sobre ella, al lado no soleado de nuestro planeta, y su interés radica en que se la fuerza gravitatoria de ambos cuerpos se equilibraría, pudiendo confinar en él un objeto cualquiera. Para ser precisos, da vueltas en torno a este punto siguiendo una órbita de halo. Y el problema de todo esto no era solo la peligrosidad del viaje, sino que el destino se encontraba a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra. Con razón, los aficionados al espacio han estado celebrando cada pequeño gran hito en el viaje de este telescopio.

Calibrando…

No obstante, han pasado unos cuantos meses desde que se desplegó y llegó a su destino, pero el tiempo restante lo ha ocupado en calibrar sus piezas para ajustarlas al detalle. Si sus espejos no estuvieran perfectamente alineados, las imágenes serían inutilizables, borrosas e incluso duplicadas, como lo fueron las primeras que llegaron a los medios. No obstante, todo aquello era parte de lo previsto, las primeras imágenes de verdad tendrían que esperar un tiempo para ser tomadas con la precisión que merecían y, otro poco más para procesar la información antes de comunicarla.

De hecho, durante este tiempo el James Webb ha estado observando diferentes puntos del firmamento. En concreto la nebulosa Carina, donde se forman estrellas; el exoplaneta WASP-96 b, en especial la composición de su atmósfera; la nebulosa Southern Ring, que es una nube de gas en expansión rodeando el cadáver de una estrella; el Quinteto de Stephan, un conjunto de cinco galaxias vinculadas gravitacionalmente y, finalmente, SMACS 0723, una región del espacio donde se encuentra un cúmulo de galaxias que funcionan como lente gravitacional, magnificando la imagen de lo que hay tras ellas y, por lo tanto, permitiéndonos ver mucho más lejos de lo que podríamos ver sin esta lente. Aunque, solo para evitar confusiones, diremos que esa imagen de SMACS 0723 no es la más lejana que hemos observado.

Imagen de SMACS 0723, la primera revelada del telescopio James Webb
Imagen de SMACS 0723, la primera revelada del telescopio James WebbNASA, ESA, CSA, and STScICreative Commons

Al fin

Pues bien, en concreto, la imagen que ha anunciado Biden es la de SMACS 0723. Y, si hemos podido ver esto de una manera tan espectacular, es principalmente por dos motivos: En primer lugar, por encontrarse en el espacio, como el Hubble o el Spitz, evitando por completo las distorsiones de la atmósfera. En segundo lugar, porque está preparado para observar un tipo de luz llamado infrarrojo medio que es, precisamente, la frecuencia en que nos llega el brillo del universo más lejano y, por lo tanto, más antiguo. Finalmente, por el gran tamaño del espejo, de 6 metros y medio de diámetro, compuesto por 18 hexágonos de berilio recubiertos por una pátina de oro de solo 700 átomos de espesor. Frente a él, el Hubble es un juguete con un espejo de 2,5 metros.

Así que, disfrutemos de esta primera imagen, que ya ha hecho historia, y esperemos a las que serán publicadas mañana que, con toda certeza, no se quedarán atrás.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Esta imagen en concreto no nos reporta nada tangible como civilización, pero eso no dice gran cosa, pocos avances lo hacen. Sin embargo, el contexto en el que se fragua este conocimiento y la información que recogeremos durante estas investigaciones nutre a la humanidad de maneras difícilmente calculables. Hace falta apostar por este conocimiento básico para que, con el tiempo, podamos lograr aplicaciones más directas. Por no decir que, en realidad, ni siquiera ha de supeditarse el valor de un avance a su aplicabilidad mediata o inmediata: el conocimiento en sí mismo tiene valor.

REFERENCIAS (MLA):