Nuevas tecnologías

El imbatible engaño de la realidad virtual

Las sensaciones que induce la realidad virtual son tan vívidas que afectan profundamente a nuestro comportamiento y nuestra manera de pensar. Pero las normas sociales del mundo virtual no siempre están a la altura

Un hombre con un casco de realidad virtual y gesto sorprendido, señalando hacia la cámara con el dedo índice
La realidad virtual provoca sentimientos muy vívidosDominio público

¿Serías capaz de sentir tacto en un brazo de goma en lugar de en el tuyo? Imagina el siguiente experimento: reposas tu brazo izquierdo en una mesa y te coloco una pantalla para que no lo veas. Delante de la pantalla, pongo un brazo de goma, a tamaño real, sobre la mesa. A continuación, acaricio tanto tu mano como la de goma con un pincel, sincronizando perfectamente los movimientos. ¿Te creerías que el brazo de goma es el tuyo?

Al contrario de lo que puedas pensar, un experimento clásico en psicología demostró que sí: sometió a diez personas a esta prueba y a un cuestionario sobre su experiencia, y las respuestas mostraron que las personas parecían sentir el pincel que veían, como si el brazo de goma notara el tacto. El experimento data de 1998 y desde entonces se han acumulado muchas más pruebas que sugieren que el cuerpo humano se identifica muy fácilmente con objetos que se mueven a la vez que el cuerpo, un fenómeno conocido como personificación. La sensación es parecida a la de mirarse al espejo: mientras el objeto haga lo que el cerebro espera, el cerebro lo asume como propio.

De la inmersión a la realidad

De aquí a identificarnos con nuestro avatar de realidad virtual solo hay un paso, y quizá la personificación explique el éxito de esta tecnología: las experiencias son tan inmersivas que nos parecen completamente reales. Es más, no hace falta que los objetos que se mueven con nuestro cuerpo se nos parezcan demasiado para mantener el engaño. El brazo de goma es un buen ejemplo, y efectivamente los avatares de realidad virtual pueden tener estilos muy variados, desde el manga hasta la caricatura, sin poner en jaque nuestro poder de identificación con ellos.

Más allá de permitirnos pasar un buen rato jugando a un videojuego casi sin enterarnos de que la aventura es simulada, las experiencias vividas en formato virtual pueden tener un impacto real sobre nuestro comportamiento y nuestra manera de pensar. Y hay quien ha pensado en aprovechar eso, por ejemplo, para desarrollar mejores programas de rehabilitación con respecto a la violencia de género.

Ponerse en el lugar de la víctima

En 2018, un estudio desarrollado en Barcelona reclutó a un grupo de hombres con historial de violencia doméstica contra mujeres y a otro grupo sin este historial y les hizo experimentar, mediante realidad virtual, una escena de abuso desde el cuerpo de una mujer. Antes de esta exposición, los hombres con historial de violencia tenían más dificultades para identificar el miedo en la cara de una mujer que los hombres sin historial. A menudo clasificaban expresiones de miedo como muestras de alegría. Pero la experiencia virtual cambió su percepción y mejoró su capacidad para reconocer las expresiones de miedo.

El equipo que desarrolló este estudio sugiere que los resultados podrían inspirar mejoras para los programas de rehabilitación, ya que la identificación con el cuerpo de la víctima podría suponer una ventaja importante. En el estudio se argumenta que las técnicas que incluyen ver películas, leer testimonios o participar en dramatizaciones de situaciones clave son demasiado explícitas en el mensaje y por eso pueden no tener un impacto real sobre el comportamiento de los agresores. Sin embargo, la personificación funciona independientemente de la motivación o la facilidad del agresor para imaginarse estas situaciones hipotéticas.

Eso sí, el hecho de que la realidad virtual tenga un impacto tan evidente en la percepción y el comportamiento de las personas es un arma de doble filo. Si la sensación de que el avatar soy yo es tan vívida, no es de extrañar que las amenazas contra el cuerpo virtual se perciban con la misma gravedad que las propias. Y las amenazas de acoso virtual ya están teniendo consecuencias muy reales para mujeres y personas pertenecientes a minorías étnicas o a la comunidad LGTBI, como muestra un trabajo publicado en 2022.

No nos acostumbramos

Al igual que en otros entornos de videojuegos, estos colectivos sufren acoso verbal o físico de manera desproporcionada. Sin embargo, al tratarse de realidad virtual, los efectos se sienten de manera mucho más intensa. Además, por mucho que se repita la mala experiencia, no disminuye la sensación de personificación. Un estudio sometió a un grupo de participantes a la amenaza de que una máquina averiada aplastara la mano de su avatar en la realidad virtual, y encontró que la personificación seguía dándose con la misma intensidad incluso si se repetía varias veces la amenaza.

Sin embargo, en muchas situaciones seguimos concibiendo la realidad virtual como algo desconectado de la vida real, por eso las normas sociales más relajadas que rigen en los entornos de videojuegos no inmersivos parecen estar transmitiéndose también a la realidad virtual. Pero la realidad virtual afecta al comportamiento y los sentimientos de las personas de manera mucho más intensa que los entornos no inmersivos. Es lo que muestra la investigación sobre la personificación: la realidad virtual tiene mucho más de realidad que de virtual.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • El efecto de mareo que puede provocar la realidad virtual se suele presentar como mito, pero no es más que otra consecuencia de que la experiencia sea tan inmersiva. Al cerebro le cuesta asimilar la ilusión de movimiento que percibe a través de la vista cuando no va acompañada de un movimiento real del cuerpo, o cuando el movimiento del cuerpo no se corresponde exactamente con lo que perciben nuestros ojos. Por eso, cuanto más sensibles al movimiento son los cascos de realidad virtual, menos sensación de mareo provocan.

REFERENCIAS (MLA):