Pseudociencia

¿Qué nos hace vulnerables a las pseudoterapias?

Un nuevo estudio revela qué perfil de persona suele ser usuaria de falsas terapias psicológicas

Escultura de Ganesha
Escultura de GaneshaPixabay/JillsCreative Commons

Hace unos años, las pseudoterapias campaban a sus anchas. Se hacían afirmaciones supuestamente científicas, pero sin rigor alguno para vender pulseras magnéticas, suplementos vitamínicos y cremas milagrosas. Ahora, en cambio… ocurre exactamente lo mismo. La gran diferencia, no obstante, es que ahora hay muchas más personas concienciadas con este problema o que, al menos, no se extrañan cuando oyen hablar de pseudociencias, terapias alternativas o “magufadas”. Pero, si estamos mucho más concienciados que antes, ¿por qué se siguen consumiendo? Podríamos engañarnos y pensar que esa es la gran incógnita, pero la realidad es más sencilla: que más gente conozca el término “pseudoterapia” no implica que sean un porcentaje significativo de la población. Ni siquiera significa que hayan cambiado de opinión y ahora las rechacen, solo que ahora conocen el término y pueden quejarse con propiedad.

El problema es que la mayor parte de acciones contra las pseudoterapias han sido dirigidas de oído, con muy buenas intenciones, pero sin demasiada evidencia sobre el impacto social que pueden tener sus actividades y comunicados. Los medios se han centrado en la espectacularidad de sus afirmaciones y ha quedado eclipsado otro tipo de lucha contra la desinformación, la de aquellos que estudian científicamente este fenómeno social de las pseudoterapias. Por ejemplo, ¿cómo podremos enfrentarnos a las psicoterapias alternativas si no entendemos qué tipo de personas son más susceptibles a sus encantos? Necesitamos ese tipo de datos para desarrollar intervenciones poblacionales eficientes. Por suerte, acaba de publicarse un artículo que responde precisamente a esa duda.

El perfil vulnerable

Los investigadores Angelo Fasce y Jesús Adrián-Ventura de la Universidad de Coimbra y Zaragoza respectivamente, han publicado en Studia Psychologica un estudio sobre el perfil psicológico de las personas que consumen psicoterapias alterantivas y complementarias. El término puede ser polémico, ya que si no cuentan con evidencia no son estrictamente terapias y, por lo tanto, tampoco psicoterapias, ni alternativas ni normativas. En cualquier caso, le llamemos psicoterapias alterantivas o pseudoterapias, nos referimos aquí a lo mismo. Volviendo a la investigación, en ella los expertostomaron una muestra de 538 personas. De entre todas ellas, 237 indicaron que eran usuarios frecuentes de psicoterapias alternativas o complementarias. A continuación midieron cinco rasgos potencialmente presentes en personas consumidoras de estas pseudoterapias. En primer lugar están las “preferencias en la búsqueda de ayuda para problemas emocionales”, en función de si tienden a buscar ayuda profesional, de familiares y amigos, o a no buscar ayuda de nadie. En segundo lugar está el “escepticismo respecto a la psiquiatría”, seguido de el “conocimiento sobre salud mental”, las “expectativas en torno a la relación terapéutica” y la “mentalidad psicológica”, que haría referencia a lo dada que sea una persona a preocuparse por sus propios procesos mentales y su pericia para identificarlos.

Todos estos rasgos son constructos bien establecidos en psicología clínica, lo cual facilita comparar este estudio con otros, así como replicarlo en un caso futuro. El resultado fue que la búsqueda de ayuda profesional, el escepticismo psiquiátrico, la religiosidad, el interés en fenómenos psicológicos y la expectativa de establecer una relación con el psicoterapeuta están especialmente presentes en los consumidores de pseudopsicoterapias. No obstante, la búsqueda de ayuda profesional y la expectativa de establecer una relación con el psicoterapeuta también están muy presentes en aquellos usuarios de psicoterapias basadas en la evidencia, por lo que no parecen indicadores específicos de la atracción a las falsas terapias psicológicas.

Algo más complejo

De entre todos estos factores, el que parecía más generalizado entre los usuarios de psicoterapias alternativas y complementarias era la religiosidad, presente en un 36,2% de los sujetos (algo más de uno de cada tres). Los autores indican que esto puede explicarse debido al carácter marcadamente espiritual de muchas psicoterapias alternativas, sea más explícito (como las constelaciones familiares o el renacimiento) o menos (como la psicología energética). En cualquier caso, esto es una simplificación de los resultados que han obtenido Fasce y Adrián-Ventura en su investigación. Ellos mismos, al final del artículo, indican que ese estudio ha de ser considerado exploratorio y que harán falta más investigaciones para confirmar estas correlaciones. E insisten en “correlaciones”, porque con esta investigación no se puede establecer si son causa o consecuencia del consumo de psicoterapias alternativas o complementarias.

Otro aspecto relevante que señalan es que, como otros artículos ya han mostrado, las personas suelen reaccionar a la información que confronta sus creencias rechazándola. Esto hace que las creencias personales sean casi invulnerables a los argumentos racionales. A tenor de todo esto, los investigadores concluyen que, para desarrollar intervenciones eficientes para promover la salud mental basada en la evidencia, habrá que apostar por estrategias motivacionales, como exponer las técnicas de argumentación engañosas.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Podríamos pensar que estos marcadores típicos de personas tendentes a consumir psicoterapias alternativas o complementarias también estarían presentes en los usuarios de medicinas alternativas, como la homeopatía. Sin embargo, en el estudio no se ha encontrado una relación clara y ninguna de las variables estudiadas pudo predecir el uso de medicinas alternativas.

REFERENCIAS (MLA):