Evolución

El ADN de las aves demuestra que llevábamos siglos equivocados: lo habíamos entendido todo mal

Un nuevo estudio, según la propia Universidad de Florida, concluye que "habíamos entendido del todo mal la evolución de las aves"

El árbol genealógico actualizado de aves, publicado en Nature, delinea 93 millones de años de relaciones evolutivas entre 363 especies de aves.
El árbol genealógico actualizado de aves, publicado en Nature, delinea 93 millones de años de relaciones evolutivas entre 363 especies de aves. Jon Fjeldså (drawings) and Josefin StillerEurekalert

Dos recientes artículos en Nature y PNAS sugieren que hemos estado clasificando mal a las aves todo este tiempo. Tras analizar el ADN de más de 350 especies, investigadores de las universidades de Copenhaguen, Florida California San Diego y la Rockefeller entre otras, han descubierto que su árbol genealógico, por así decirlo, es diferente y que, en su material genético, tenían escondida una pista que cambia todo lo que creíamos saber sobre su historia evolutiva o, al menos, así es como lo cuentan desde la propia Universidad de Florida.

Una de las cosas que más nos gusta a los seres humanos es clasificar la realidad. Meterla en pequeños cajoncitos que parecen hechos a medida, pero que, aunque no lo estén, acabamos haciendo que la propia naturaleza se adapte a ellos. Y, aunque es cierto que tenemos esta tendencia, con los siglos nos hemos tomado la crítica a pecho y, poco a poco, hemos refinado nuestras clasificaciones para hacerlas más representativas. Poco tiene que ver la taxonomía que se enseña ahora en las universidades con la que planteábamos hace un milenio y es posible que acabemos de vivir otro cambio de primera importancia.

Una gran oportunidad

Las aves son dinosaurios, tal vez debamos empezar por ahí. Y no es una metáfora, es una afirmación perfectamente rigurosa, porque así están clasificadas, de hecho, los dinosaurios de toda la vida se conocen como “dinosaurios no avianos”. Ahora bien, a partir de ahora asumiremos un significado más popular para estas palabras y, al hablar de dinosaurios, nos referiremos exclusivamente a los que no nos sorprendería encontrar en una secuela de Jurassic Park.

Las aves aparecieron hace unos 150 millones de años, cuando los dinosaurios todavía existían. Sin embargo, fue la extinción de estos lo que alimentó su evolución desbocada, dando lugar a multitud de especies adaptadas para todo tipo de entornos y formas de vida.

Precisamente en esa enorme complejidad, los investigadores han intentado mejorar la información genética con la que contamos para clasificarlas y han emprendido un proyecto llamado Bird 10.000 Genomes que busca exactamente eso: analizar el genoma de unas 10.050 especies diferentes de aves. La cuestión es que, al parecer, han encontrado información muy inquietante mucho antes de completar su faraónica misión. Tras analizar tan solo 363 especies ya han tenido que reestructurar las principales ramas del árbol filogenético de las aves.

Palomas y flamencos

Hasta ahora, los principales estudios genéticos sugerían que las neoaves (un clado que incluye el 95% de las especies existentes), se dividían en dos categorías y concluían que palomas y flamencos estaban cercanamente emparentados, aunque claro, habían tenido en cuenta solo 48 especies. La nueva investigación de la que se hacen eco estos dos artículos, en cambio, parece haber encontrado cuatro grupos principales en lugar de dos y, por si fuera poco, alejan notablemente a las palomas y los flamencos entre sí.

La clave tras este estudio se encuentra en un fragmento de un cromosoma de las aves, no más del 2% de su ADN, pero tremendamente relevante. Al parecer, este fragmento ha permanecido inalterado durante millones de años y, por lo tanto, es igual en un gran número de especies. Lo normal habría sido que, con la simple división repetida de las células y el paso de un individuo a otro, se mezclara parte del ADN de ese fragmento con fragmentos cercanos, alterando algo su composición. Sin embargo, parece que no, que es un fósil genético viviente y, por lo tanto, que no es tan relevante lo que sabíamos hasta ahora: que palomas y flamencos lo compartan.

Despacito y buena letra

Aparte de esto, los investigadores han podido reconstruir otros detalles del árbol filogenético de las aves y han podido comprobar que, efectivamente, la extinción de los dinosaurios fue una gran oportunidad para ellas. Observaron un aumento significativo del tamaño de las poblaciones de aves y un mayor tamaño relativo de sus cerebros tras el fatídico asteroide.

El equipo lo tiene claro, "nuestro objetivo es reconstruir toda la historia evolutiva de todas las aves", dijo Siavash Mirarab, coautor principal del artículo de Nature, y primer autor y coautor correspondiente del artículo de PNAS. Y por eso han integrado más de 60.000 regiones genómicas diferentes en lo que ya es el árbol genealógico de aves más grande y detallado hasta la fecha. 93 millones de años de relaciones evolutivas representando el 92% de todas las familias de aves.

En parte gracias al algoritmo ASTRAL, diseñado por el mismo Mirarab, capaz de inferir las relaciones evolutivas de las diferentes especies con más velocidad que nunca. Y, por otra parte, gracias a que los investigadores ya eran conscientes de otro detalle revelado en estos artículos que acaba de publicar Nature y PNAS: descubrimos que era más importante muestrear muchas secuencias genéticas de cada organismo que muestrear de una gama más amplia de especies.

Y, aunque pueda parecer que de este estudio se coligue que las aves son especiales, un rara avis dentro de la evolución al que se resistían a revelar su pasado a través de análisis menos sofisticados, en realidad estamos ante una cuestión más problemática: cabe la posibilidad de que este sea el caso de muchos otros grupos de animales. Quién sabe qué detalles estamos pasando por alto al trazar árboles filogenéticos a partir de secuencias parciales del ADN de algunas especies en lugar de darle al número de secuencias la importancia que merece.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • No debemos confundir ave con pájaro. No todas las aves son pájaros, aunque todos los pájaros son aves. Cuando hablamos de pájaros nos referimos a aves paseriformes que, a grandes rasgos, serían aquellas que se parecen a un gorrión o un canario. Un avestruz, por ejemplo, no sería un pájaro, a diferencia de un mirlo, pero ambos son aves.

REFERENCIAS (MLA):

  • “A region of suppressed recombination misleads neoavian phylogenomics” Proceedings of the National Academy of Sciences 10.1073/pnas.2319506121
  • “Complexity of avian evolution revealed by family-level genomes” Nature 10.1038/s41586-024-07323-1