
Astronomía
China ha traído algo inesperado de su viaje a la cara oculta de la Luna: es un paso adelante
Un inesperado hallazgo en la cara oculta de la Luna. La sonda china Chang'e-6 ha localizado los restos de un meteorito con agua, una prueba que podría reescribir el origen del agua en nuestro planeta

Parece una paradoja, pero la respuesta al origen de los océanos en la Tierra podría estar, precisamente, en el lugar más árido que conocemos: la Luna. La clave no reside en su polvo gris y milenario, sino en los restos de antiguos visitantes cósmicos que quedaron allí grabados. Un equipo de la Academia China de Ciencias ha logrado identificar siete fragmentos diminutos de olivino que confirman una teoría que, hasta ahora, carecía de una prueba concluyente.
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De hecho, la misión china Chang'e-6 ha regresado de la cara oculta del satélite con algo más que simples rocas lunares. Entre sus muestras se escondían restos de un antiguo meteorito, un mensajero del sistema solar primitivo que llevaba consigo el ingrediente fundamental para la vida: el agua. Este descubrimiento constituye la primera evidencia física directa de que estos objetos impactaron en nuestro vecindario cósmico. La llegada de agua es solo una pieza del puzle, pues los científicos también investigan el sorprendente mecanismo que creó las proteínas que dieron origen a la vida en la Tierra.
En concreto, los fragmentos pertenecen a una condrita carbonácea tipo Ivuna, un tipo de roca espacial de un valor científico incalculable. Su composición es única, ya que son muy porosas y ricas en compuestos volátiles, pudiendo albergar hasta un 20 % de agua en su peso. Según informa el medio ScienceAlert, su extrema fragilidad hace que rara vez sobrevivan a un impacto, lo que convierte su hallazgo en un acontecimiento excepcional. Este tipo de hallazgos se suman a otras observaciones que confirman la presencia de H₂O en el sistema solar, como la de un asteroide que también contiene agua y que además resulta ser más reciente de lo esperado.
El eco de una lluvia cósmica en la Luna
Por este motivo, encontrar sus vestigios en la superficie lunar es una confirmación de enorme relevancia para la comunidad científica. Aunque se teorizaba desde hace tiempo con la posibilidad de que estos cuerpos hubieran chocado contra la Luna, este análisis proporciona por fin la primera prueba material directa que lo respalda. Se pasa así de la hipótesis a la certeza. Esta clase de análisis de muestras son cruciales en la exploración planetaria, un campo donde cada descubrimiento es importante, como cuando se rompió una piedra en Marte y se encontró algo inesperado en su interior.
Así pues, el hallazgo fortalece considerablemente la teoría de que tanto la Tierra como la Luna primitivas recibieron una aportación externa de agua y otros elementos esenciales a través de una lluvia constante de estos objetos. Paradójicamente, y debido a la ausencia de erosión por viento o agua, nuestro satélite funciona como un archivo cósmico mucho mejor conservado que nuestro propio planeta, ofreciendo una ventana única para desentrañar los secretos de nuestro origen.
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