Neurociencia

La ciencia lo confirma: los extremos políticos se tocan (al menos en tu cerebro)

Un estudio de la Universidad de Brown ha encontrado similitudes relevantes en cómo procesan la información política polos opuestos del espectro ideológico

President Donald Trump points to a reporter to answer questions, in the briefing room of the White House in Washington.
Donald TrumpAgencia AP

Dice el saber popular que los extremos políticos se tocan. Un concepto que acuñó el filósofo francés Jean-Pierre Faye en 1972 como “teoría de la herradura” y que sugiere una mayor proximidad entre los polos ideológicos que entre cualquiera de esos polos y las ideologías más moderadas. Ahora, un estudio científico de la Universidad de Brown ha descubierto que, efectivamente, la teoría de la herradura se puede aplicar, incluso, a cómo procesa el cerebro la información política. El estudio ha sido publicado en la revista Journal of Personality and Social Psychology y, aunque la investigación está demasiado vinculada al contexto político estadounidense como para universalizarlo a la ligera, resuena bastante con la intuición popular.

La clave podría estar en la respuesta emocional más que en el análisis racional de la actualidad política. Y, para ser más precisos, en una emoción concreta: el miedo, que parece tener más peso en cómo procesan la información los representantes de los extremos ideológicos. Sin embargo, y esto es importante resaltarlo antes de continuar con el texto: el estudio que no pretende señalar o ridiculizar a nadie, sino “fomentar una mayor empatía y reducir la deshumanización a través de la división política”, según relata la doctora Oriel FeldmanHall, profesora de ciencias cognitivas y psicológicas y coautora del estudio. Dicho de otro modo: si comprendemos qué nos lleva a defender posiciones ideológicas extremas será más fácil establecer un diálogo y evitar atribuciones hostiles.

44 cerebros

Para estudiar la teoría de la herradura, los investigadores tomaron a 44 individuos con diversas posturas ideológicas que habían informado ellos mismos (“soy más de derechas o de izquierdas”, “más moderado o extremo”) y proyectaron un vídeo de contenido político, concretamente un fragmento de 17:47 minutos del debate vicepresidencial de 2016 entre el demócrata Tim Kaine y el republicano Mike Pence, centrado en temas como la inmigración y la reforma policial. El vídeo estaba dividido en fragmentos de 15 segundos a los que GPT 3.5 había asignado una puntación entre el 0 y el 1 en función de cuán extremo era el lenguaje utilizado (sin importar que defendieran posiciones de izquierdas o de derechas. Y, por supuesto, mientras se proyectaba el vídeo, los investigadores aprovecharon para registrar la respuesta corporal y, en especial, cerebral, de los sujetos de estudio.

Por un lado, recogieron datos de su actividad cerebral mediante una resonancia magnética funcional, permitiendo ver (casi) a tiempo real, cómo se activaban y desactivaban diferentes estructuras de sus cerebros. Por otro, midieron la conductancia de la piel con sensores en los dedos, esto es: el grado de sudoración como indicador de la intensidad de la respuesta emocional. Tras la primera proyección, realizaron una segunda fuera de la máquina de resonancias magnética para poder rastrear el movimiento de los ojos de los sujetos y controlar, así, que las posibles diferencias registradas en la resonancia no se debieran a que estaban centrando su atención en puntos diferentes de la imagen. Finalmente, los individuos pasaron unos cuestionarios para evaluar si habían comprendido el contenido, cuánto se habían implicado emocionalmente con el debate y, por último, si habían indicado correctamente su grado de polarización política antes de ver el vídeo.

Miedo

Los resultados mostraron que, efectivamente, los cerebros de los individuos con posturas más extremas (ya fueran de izquierdas o de derechas) se activaban de manera similar al exponerse a los mismos estímulos políticos. En concreto, se observó una mayor activación en regiones cerebrales vinculadas al procesamiento de emociones primarias, como las amígdalas y la materia gris periacueductal, ambas asociadas a respuestas de miedo y amenaza. Además, se detectó una sincronización neural significativa en áreas como el surco temporal superior posterior y la unión temporoparietal, zonas relacionadas con la cognición social y la interpretación de intenciones ajenas. Esto sugiere que la intensidad de las creencias (sean cuales fueran) predice mejor que el contenido ideológico cómo el cerebro procesa y reacciona ante discursos polarizados.

De hecho, esta similitud en la actividad cerebral se intensificaba durante los fragmentos del vídeo con un lenguaje más inflamatorio y extremo, según la puntuación asignada por el modelo de inteligencia artificial. Este hallazgo indica que los extremistas no solo procesan la información de forma parecida, sino que son especialmente sensibles a retóricas radicales, independientemente de su orientación política. Además, el estudio reveló que la respuesta fisiológica (medida a través de la conductancia de la piel) también jugaba un papel crucial: las parejas de participantes que mostraban más similitud en esta medida al consumir contenido político también exhibían un gran parecido en la actividad cerebral.

Estos resultados refuerzan la idea de que los extremos ideológicos pueden entenderse, en parte, como un fenómeno afectivo: no se trata solo de lo que se piensa, sino de cómo lo sientes. Y, si aceptamos que el procesamiento neural de los "otros" extremos es más similar al nuestro de lo que creemos, quizás sea más fácil rebajar la hostilidad y encontrar espacios comunes desde los cuales construir discursos menos inflamados y más integradores.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • En cualquier caso, esta investigación tampoco llama a una falsa equidistancia asumiendo que todas todos los polos ideológicos sean equivalentes ni mucho menos. El estudio habla de desde dónde los argumentamos, no de sus objetivos o contextos.

REFERENCIAS (MLA):

  • de Bruin, Daantje, and Oriel FeldmanHall. “Politically Extreme Individuals Exhibit Similar Neural Processing despite Ideological Differences.” Journal of Personality and Social Psychology, 28 Aug. 2025, doi:10.1037/pspa0000460.