Evolución

Descubren una mutación que nos complicó la vida a todos hace millones de años

Un nuevo estudio revela cómo aparecieron los primeros organismos pluricelulares, como nosotros, hace 800 millones de años

Recreación de cadenas de ADN
Recreación artística de unas dobles cadenas de ADN GeraltPixabay

Qué fácil era la vida antes de crecer. Antes incluso de ser niños o animales incluso. Puede que no lo recuerdes, pero hace 800 millones de años eras una célula despreocupada que se dejaba arrastrar por las corrientes de agua. De acuerdo, ofrecías algo de resistencia con tu flagelo y remabas tímidamente para acercarte a la comida y alejarte de los peligros, pero a eso se reducía todo. Ni buscar un propósito en la vida, ni encontrar pareja reproductiva ni, por supuesto, enfrentarte al infernal mercado inmobiliario. Y, sin embargo, algo ocurrió. Nuestros antepasados emprendieron un viaje hacia la complejidad, agregando células a un recién estrenado cuerpo, una amalgama organizada como jamás antes había visto la Tierra. Y, con la complejidad, vinieron las complicaciones.

Cuando echamos la vista atrás, podemos ver que la historia de la vida en la Tierra está plagada de momentos críticos aparentemente discontinuos. La aparición de las primeras células, la pluricelularidad, la emergencia de la consciencia… Y, aunque queda mucho por explicar, con la ayuda de la ciencia, estamos estrechando el margen de esas lagunas. Cierto es que, tal vez, jamás lleguemos a eliminarlas por completo, puede que después de todo siempre quede un pequeño charco, pero, hasta donde sabemos, nuestro intento de evaporarlas está dando sus frutos. El más reciente tiene que ver, precisamente, con este salto de los organismos compuestos por una sola célula a los que se organizan en “enjambres” de ellas. Una investigación que acaba de ser publicada en la prestigiosa revista Current Biology y que parece haber dado con una de las claves para aclarar el salto.

Buena división

Como decíamos, en algún momento de la evolución, un organismo unicelulares se dividió y, en lugar de dar origen a dos organismos unicelulares, sus retoños permanecieron unidos, formando el primer organismo pluricelular o, si somos conservadores: un organismo constituido por dos células. Esta hipótesis cuenta con bastante consenso, pero hacía falta identificar cómo había ocurrido. ¿Qué había cambiado en aquel ser unicelular respecto a sus antepasados? ¿Cómo se habían quedado adheridos sus descendientes? ¿En qué se diferenciaba su genoma?

Aquí es donde entra el trabajo del equipo dirigido por Michael Glotzer, de la Universidad de Chicago, que ha estado comparando el genoma y las proteínas de diferentes animales y sus parientes unicelulares más cercanos (como los coanoflagelados. Glotzer lleva décadas preguntándose cómo las células animales saben dónde dividirse, y en esta ocasión ha centrado su atención en tres proteínas en concreto: Kif23, Cyk4 y Ect2. Las tres trabajan codo con codo durante la división celular y, lo más interesante, forman una especie de puente entre las células hijas en ese momento delicado de la separación. Pero, lo que es más importante: se encuentran presentes en los animales estudiados y aunque no son idénticas cumplen funciones similares. Esto sugiere ya estaban ahí en el ancestro común de todos los animales, hace 800millones de años y que, por lo tanto, pudieron ser claves para el salto a la pluricelularidad.

Mala separación

Como decíamos, estas proteínas establecen ciertos puentes entre las células hijas que impiden que la separación se complete del todo. “Este trabajo sugiere firmemente que uno de los primeros pasos en la evolución de los animales fue la formación de la línea germinal mediante la capacidad de las células para permanecer conectadas por citocinesis incompleta”, dijo Michael Glotzer. “La evolución de estas tres proteínas permitió tanto la multicelularidad como la capacidad de formar una línea germinal: dos de las características clave de los animales.”

Además, parece que existen proteínas parecidas en los coanoflagelados, pero que estas carecen de una región específica que les permitiría formar un puente funcional como el de los animales. Una diferencia que refuerza la sospecha de su importancia en el salto a la multicelularidad. Aunque, para ser justos, algunas especies de estos organismos también logran dividirse sin separarse del todo, como si hubieran tanteado ya el terreno de la pluricelularidad con otros cambios, pero sin llegar a cruzar el umbral.

Así que, al parecer, no fue un “gran paso” lo que nos trajo hasta aquí, sino un tropiezo evolutivo: una mutación que impidió que las células se separaran bien. Un fallo de ensamblaje que resultó ser, paradójicamente, el primer ladrillo de todo lo que vino después: los tejidos, los órganos, los animales, tú leyendo esto. Puede que nunca llegues a sentir lo que era ser una célula libre y sin preocupaciones, pero al menos ahora sabes qué error desencadenó esa compleja sucesión de acontecimientos que te permite preocuparte por cómo pagar el alquiler.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Evidentemente, hubo multitud de cambios antes y después de la aparición de estas tres proteínas. Todos ellos han sido determinantes para comprender cómo nos hemos convertido en lo que somos.

REFERENCIAS (MLA):