
Basura espacial
Este es el "Síndrome de Kessler": la amenaza invisible que podría cambiar el espacio tal y como lo conocemos
El fenómeno en cuestión viene preocupando a los investigadores desde hace décadas. Funciona como una reacción en cadena y la solución a ejecutar es más compleja de lo que parece

La naturaleza, cada tanto, se encarga de recordarle a la ciencia que esta no es tan sabia y que, en realidad, no conocemos ni la mitad de los secretos que entraña nuestro universo. Sin embargo, en el caso que hoy nos concierne, la anécdota va más allá. El llamado "Síndrome de Kessler", denominación atribuida por el ámbito científico, es uno de los grandes peligros que acechan a la investigación espacial pues, su proliferación podría conllevar al aislamiento del espacio por parte de la humanidad, entre otros efectos.
El término se acuñó en el año 1978 por Donald J. Kessler y Burton Cour-Palais, dos científicos reputados de la NASA. Esta hipótesis contempla un escenario catastrófico en el que la acumulación de desechos o basura espacial en la órbita baja terrestre podría generar colisiones produciendo de esta forma más fragmentos. Como consecuencia se llegaría a desencadenar una reacción conjunta que presentaría la imposibilidad de que la huella humana llegará al espacio de nuevo por la barrera de residuos aparente en el firmamento.
El último caso registrado: disparó las alertas
Uno de los últimos sucesos que guardan relación con este fenómeno encuentra su origen el 19 de octubre de 2024. Este día concreto, el Comando Espacial de Estados Unidos informó sobre la ruptura del satélite Intelsat 33e. La causa del accidente fue una explosión del sistema de propulsión que culminó con la pérdida del vehículo y un rastro proporcional de más de quinientos fragmentos dispersos por el cinturón GEO.
En algunos casos, estos desechos llegaron a alcanzar velocidades relativas de 500 m/s. Este hecho reavivó aquel viejo temor en la comunidad científica con la posibilidad de que el síndrome de Kessler y el efecto cascada de colisiones catastróficas en el espacio, como consecuencia directa de este acontecimiento. Por el momento, no parece que fuera a mayores este incidente y el riesgo no es tan latente como se auguraba en los peores supuestos. No obstante, esto constata que el peligro sigue vigente y que de todas las fases que tiene este proceso, ya hemos sufrido la primera.
Las fases del "Síndrome de Kessler"
Respecto a este teoría han surgido muchos estudios sobre su desarrollo. En este sentido, el medio especializado FreeThink distinguen tres fases distintas que desembocarían en el desarrollo máximo del síndrome:
- La primera de todas, que es la que hoy en día sufrimos, es el impedimento del correcto funcionamiento de los satélites por la colisión de estos con fragmentos pequeños desechados en el espacio. Tal y como sucedió con el dispositivo estadounidense antes mencionado y su destrucción al implosionar con basura espacial. Aunque este no es el único caso registrado, pues cada vez son más.
- Sin embargo, la información mencionada atañe también a parte de este segundo paso, pues este recoge el desmantelamiento total de satélites, aunque con la condición de su ruptura venga sucedida por el choque con desechos de magnitudes más considerables, medianas y grandes.
- Finalmente, la sucesión continuada de estos dos primeros llegaría a una cadena de colisiones incontrolable, a modo de bola de nieve, que inhabilite la capacidad humana para navegar en el espacio exterior.
Problemas y soluciones de la futura catástrofe
Cabe destacar que el rol que juegan los satélites en el mundo moderno es vital para el control climático, situaciones de defensa institucional y visión total y parcial, entre otras muchas funciones. Por lo que la no navegación de estos aparatos supondría una vuelta al pasado que no todas las potencias podrían permitirse. Al mismo tiempo, las infraestructuras que hoy en día yacen en el espacio, como la Estación Espacial internacional, quedarían a merced de los fragmentos y de sus posibles impactos sin poder recibir ayuda de la Tierra debido al mar de basura galáctica que rodearía al espacio.
Por tanto, de entre todas las posibles soluciones, las más ocurrentes y efectivas serían, por un lado, el control de los dispositivos que se envían al espacio, no solo durante su funcionamiento sino, precisamente, cuando estos ya han ejercido su función, garantizando su desintegración. Mejorar los sistemas de vigilancia en relación a las colisiones sería otro punto a rescatar junto a estrategias de limpieza como el despeje de trayectorias o la eliminación completa de residuos que afecten a los dispositivos coordinados.
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