
Espacio
No es ni una estrella ni un planeta, pero en ella acaban de detectar una molécula típica de la vida
Una estrella marrón llamada Wolf 1130C ha atraído la atención de los astrofísicos y el motivo no es evidente

La fosfina se hizo famosa hace un año, cuando se anunció su hallazgo en venus. Los titulares eran rotundos: “Detectan fosfina en Venus, un gas que producen los seres vivos en la Tierra” y tenían razón. En las condiciones que suponemos que tiene Venus, y que sabemos que tiene la Tierra, la fosfina es un gas que no se puede producir sin la intervención de la vida. Ahora, un año después, ese supuesto marcador de la vida ha sido hallado en una enana marrón llamada Wolf 1130C a más de 55 años luz de aquí. ¿Significa eso que Wolf 1130C alberga vida? Una enana marrón es como un planeta gaseoso gigante (mayor incluso que júpiter) que se ha quedado a las puertas de ser una estrella pequeña, de hecho, se llaman a veces “estrellas fallidas”. Estrictamente no es un planeta y, desde luego, tampoco es una estrella, pero, en cualquier caso, no parece el lugar más amable para sostener vida. ¿No?
Y es que, de hecho, no lo es. Los investigadores implicados en el estudio han dejado claro que no toman esta fosfina como un indicio de vida porque, como hemos dicho en el párrafo anterior: no sabemos cómo se podría producir fosfina sin la intervención de la vida, en concreto, para “las condiciones que suponemos que tiene Venus, y que sabemos que tiene la Tierra”. Las condiciones en planetas gaseosos y en sus primas mayores, las enanas marrones, son todo lo contrario: esperaríamos que en ellas se produjera una cantidad relativamente alta de fosfina sin necesidad de que interviniera la vida. ¿Cuál es la noticia, entonces? Pues un detalle más sutil que los investigadores todavía no comprenden y que podría indicarnos que todavía no entendamos cómo funcionan estos objetos astronómicos.
Para una que se cumple…
Nuestros gigantes gaseosos, como Júpiter y Saturno, cumplen con lo que esperaríamos. En su atmósfera cuentan con una gran cantidad de fosfina, y sabemos qué procesos inorgánicos la producen. Precisamente por eso, los investigadores sospecharon que los planetas gaseosos de otras estrellas también tendrían fosfina, sin embargo, el telescopio espacial James Webb no la ha encontrado. Desde su despliegue en 2022, el James Webb ha analizado la composición de multitud de exoplanetas y, para sorpresa de los astrónomos, no ha hallado indicios de fosfina en los gigantes gaseosos fuera de nuestro sistema solar. ¿Cómo es eso posible? Y lo que nos trae aquí hoy: ¿Por qué Wolf 1130C sí se cumple? ¿Qué tiene de especial?
Desde luego, hay algo sobre los planetas gaseosos y las enanas marrones que se nos escapa, pero tras analizar los datos, los científicos han encontrado una explicación plausible a la presencia de fosfina en Wolf 1130C aunque, para comprenderla, tenemos que alejarnos un poco de ella, porque no es el único gigante sistema. Junto con Wolf 1130C hay otras dos estrellas en un sistema triple: una gigante roja llamada Wolf 1130A y una enana blanca bautizada como 1130B.
Dos opciones
La clave podría estar en la composición de la atmósfera de Wolf 1130C. Hasta donde sabemos, esta enana marrón es especialmente pobre en “metales” (que, para los astrónomos, es sinónimo de todo elemento que no sea hidrógeno o helio). Por lo tanto, eso significa que en ella hay poco carbono, oxígeno y, por lo tanto, dióxido de carbono, un gas que suele ocultar la presencia de fosfina. Además, estas atmósferas con pocos “metales” impiden la formación de moléculas más complejas que pueden acaparar el fósforo (P) y que dificultarían la formación de fosfina (PH₃).
La otra hipótesis es algo más espectacular y propone que la enana blanca (Wolf 1130B), haya dejado huella química en su vecina. Los autores señalan que esta enana blanca fue antes una estrella de seis u ocho veces la masa del Sol. Ésta, habría sido capaz de producir fósforo hacia el final de su vida; un elemento que habría proyectado en todas direcciones durante las explosiones conocidas como novas por las que, en teoría, podría pasar esta enana blanca de milenio en milenio (o puede que cada varias decenas de miles de años), cuando le roba suficiente materia a sus vecinas. Lo cierto es que esta explicación presupone detalles que desconocemos sobre el sistema Wolf 1130 ABC por lo que, aunque es interesante, no es nada seguro.
No obstante, la gigante roja vecina (Wolf 1130A) no parece haber recibido fósforo de Wolf 1130B, por lo que emergen otras explicaciones más conservadoras. Sea como fuere, como dice el coautor del estudio, Adam Burgasser: “Entender la química de la fosfina en atmósferas de enanas marrones, donde no esperamos vida, es crucial si queremos usar esta molécula en la búsqueda de vida en mundos terrestres más allá de nuestro sistema solar.” Y, para eso, tenemos que seguir apostando por la ciencia básica, en especial, toda aquella que se empeña en recordarnos que nuestro conocimiento del mundo es incompleto y, en parte, erróneo.
QUE NO TE LA CUELEN:
- Aunque hemos descubierto varios miles de planetas más allá de nuestro sistema solar, lo cierto es que son todos relativamente parecidos. Las técnicas que empleamos para detectarlos son, lógicamente, limitadas, y funcionan especialmente bien con aquellos que son más grandes y pasan más cerca de su estrella anfitriona. Necesitamos tener un conocimiento más representativo para extrapolar, realmente, nuestros conocimientos sobre el sistema solar al cosmos en general.
REFERENCIAS (MLA):
- Burgasser, Adam, et al. “Observation of Undepleted Phosphine in the Atmosphere of a Low-Temperature Brown Dwarf.” Science, vol. 2 Oct. 2025, doi:10.1126/science.adu0401.
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