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Cambio físico

Inquietud y preocupación por la cirugía de moda para ser más alto: el calvario que nadie te cuenta

Nacida como una técnica médica para tratar fracturas, la cirugía para alargar las piernas es hoy una peligrosa moda en el extranjero para quienes anhelan ser más altos a costa de un calvario de dolor y graves riesgos

Hospital Neurotraumatológico de Jaén Europa Press

Un dolor extremo y constante, una rehabilitación que se prolonga más de un año y una factura psicológica que a menudo desemboca en depresión. Esta es la cruda realidad para muchos de los que se someten a la cirugía de alargamiento de extremidades, un procedimiento que en no pocas ocasiones culmina con un profundo arrepentimiento posterior. El sueño de ser más alto se convierte, para algunos, en una auténtica pesadilla de la que es difícil despertar. Esta carga emocional se ve agravada por la dificultad de la autoaceptación, pues la ciencia ha demostrado que perdonarse a uno mismo es un proceso psicológico complejo y a menudo arduo.

El camino es una odisea física. La lista de posibles complicaciones es tan extensa como alarmante, e incluye desde infecciones y rigidez en las articulaciones hasta daños en los nervios que pueden derivar en secuelas físicas permanentes. Cada milímetro ganado en la camilla incrementa exponencialmente el riesgo de que algo salga mal, dejando a los pacientes con un dolor crónico que no compensa los centímetros añadidos a su estatura.

En este sentido, el objetivo que persiguen estas intervenciones es puramente estético: ganar entre 5 y 8 centímetros con una sola operación. Quienes buscan una transformación más radical pueden incluso someterse a dos cirugías para sumar hasta 15 centímetros más de altura, tal y como han publicado en ScienceAlert. Un anhelo que, sin embargo, exige un sacrificio físico y mental de enorme envergadura.

De la necesidad médica a la vanidad: el origen de una cirugía extrema

La técnica que permite este cambio corporal se basa en la fractura deliberada de la pierna, ya sea el fémur o la tibia. Tras la rotura controlada, un dispositivo interno o externo se encarga de separar los dos extremos del hueso a un ritmo minucioso de un milímetro diario. Este proceso estimula al organismo para que genere nuevo tejido óseo en el hueco creado, un mecanismo biológico conocido como osteogénesis. Este lento proceso de regeneración contrasta con los avances científicos que buscan acelerar la curación, como el desarrollo de un pegamento capaz de reparar huesos en segundos.

Curiosamente, este procedimiento tan drástico tiene un origen muy alejado de la vanidad. Fue ideado por el cirujano Gavriil Ilizarov y su técnica fue concebida en la Unión Soviética de los años cincuenta. Su propósito original no era estético, sino puramente médico: tratar a pacientes con graves deformidades, fracturas complejas o diferencias de longitud en sus extremidades que les impedían llevar una vida normal.

Sin embargo, lo que nació como una solución revolucionaria en el campo de la traumatología es hoy una pujante tendencia estética. Clínicas privadas en Estados Unidos, diversos países de Europa y Asia han visto un auge en la demanda de esta operación por parte de personas que, sin ninguna necesidad médica, están dispuestas a pasar por un calvario con tal de aumentar su estatura.