
Animales
Los monos de esta isla han empezado a secuestrar bebés de otra especie (y el resultado es trágico)
Un grupo de investigadores han descrito, por primera vez, la moda por la que los monos capuchinos de Jicarón roban bebés de monos aulladores

Es difícil ver la “maldad” en los ojos de un cachorro de golden retriever o en la media sonrisa de un delfín. En parte, porque el concepto de “maldad” no es fácil de definir y, en parte, porque atribuírselo a un individuo abre todo tipo de dilemas éticos. El tercer motivo, en cambio, es menos racional: nos gusta presentar a los humanos como el ángel caído del reino animal, el mono capaz de atrocidades impensables para nuestros parientes. Sin embargo, solo necesitamos hojear algún libro de etología para descubrir que los otros animales no son peluches y que, a veces, perpetran acciones tan atroces como su cultura les permite. Si nos permitimos poner los hechos en palabras llanas (y algo antropomórficas), se ha descrito a adorables nutrias marinas abusando sexualmente de focas bebés, los chimpancés cometen asesinatos “políticos” y los monos capuchinos roban bebés.
Probablemente ese último ejemplo te haya sorprendido, porque, aunque pudieras conocer los otros dos, el caso de los monos capuchinos acaba de ser descrito, por primera vez, en la revista Current Biology. Ahora bien, por muy cierto que sea que los monos capuchinos roban bebés, hay dos aclaraciones que conviene hacer. Ni todos los capuchinos roban bebés ni dichos bebés son bebés humanos. Todo empezó en 2022, cuando la investigadora doctoral Zoë Goldsborough revisaba las grabaciones de algunas cámaras trampa escondidas entre la vegetación del Parque Nacional Coiba, en la isla Jicarón (Panamá). La cámara había captado una imagen inédita que sorprendió a Zoë, un mono capuchino cargaba, en sus espaldas, con un bebé de mono aullador.
El aburrimiento en los machos
Sin embargo, lo que realmente llamó la atención de Zoë fue un detalle que, por ahora, no hemos nombrado. Porque, aunque poco frecuente, existen multitud de casos de especies animales que adoptan crías de otras especies. Y, aunque digamos “adoptar”, no siempre es porque se las encuentren solas. Normalmente lo que motiva este vínculo entre especies es menos altruista y, posiblemente, guarde cierta relación con la práctica de los cuidados, como hacemos los humanos con las muñecas. Sin embargo, estos casos de los que hablamos son protagonizados por hembras y el mono capuchino que había grabado Zoë era un macho. ¿Qué había detrás de su comportamiento?
Tras revisar el contenido que habían captado las cámaras durante los últimos meses, Zoë descubrió que no se trataba de un caso aislado. Aquel macho, al que llamaron Joker, había sido fotografiado con otras cuatro crías de mono aullador (en momentos diferentes). Pero hay más: un tiempo después, las cámaras volvieron a captar imágenes de otras 11 crías, pero, en este caso, Joker no era el único culpable. Otros cuatro machos de mono capuchino se habían sumado a la moda. Y, a falta de una explicación mejor, los expertos han recurrido a una respuesta bastante prosaica: se aburren. En Jicarón no hay predadores, tampoco necesitan esforzarse mucho para obtener alimento y, de hecho, han desarrollado herramientas de piedra rudimentarias con las que los machos abren nueces y bivalvos. Es posible que, en este contexto de aburrimiento, un macho decidiera proveerse con una “mascota” y la idea triunfara entre sus iguales.
¿Una moda funesta?
Una moda que podría ser trágica para la ecología de la isla. Dejando a un lado el sufrimiento de los progenitores que pierden a sus crías y de las propias crías separadas de sus padres, el rapto conlleva un desenlace incluso más preocupante. Sin hembras lactantes cerca, los bebés de monos aulladores terminan falleciendo. Según los investigadores, todos ellos acabaron muriendo y parece que ninguno sobrevivió más de 9 días. Si la moda se extiende, la población de monos aulladores podría sufrir un revés imprevisto.
Los expertos todavía no saben si los raptos han continuado, pero a juzgar por otras modas del reino animal, como las orcas que se ponen salmones muertos como sombreros o los chimpancés que lucen briznas de hierba sobre las orejas, su evolución es poco predecible. Podría desaparecer la moda para resurgir dentro de unos años, incluso, más fuerte que ahora.
QUE NO TE LA CUELEN:
Utilizar palabras como “rapto” para describir comportamientos animales es poco riguroso. Tienen una connotación social tan fuerte que no son fáciles de traducir entre diferentes culturas, mucho menos entre especies. Sin embargo, son un atajo eficaz a falta de más espacio para describir la acción como lo harían los expertos en un artículo científico.
REFERENCIAS (MLA):
Barrett, Brendan, et al. "Rise and Spread of a Social Tradition of Interspecies Abduction." Current Biology, vol. 35, no. XX, 2025, doi:10.1016/j.cub.2025.03.056.
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