Lactancia

¿Puede manipularnos un bebé con su llanto?

Asumir que el bebé nos toma el pelo a la más mínima oportunidad, es creer que ha nacido con una conducta aprendida

Un bebé que llora reclama atención inmediata. Sus actos no son racionales. Si no atendemos a su llanto podemos generar una sensación de inseguridad que dure toda su vida porque se ha dañado su autoestima
Un bebé que llora reclama atención inmediata. Sus actos no son racionales. Si no atendemos a su llanto podemos generar una sensación de inseguridad que dure toda su vida porque se ha dañado su autoestimalarazon

Amenudo los padres sufren de incongruentes e inconsistentes consejos. «Te está manipulando, deja que aprenda a dormirse solo, no lo cojas, que te está tomando el pelo, es puro teatro, mira si sabe… ves lo rápido que se calma cuando acudes y lo coges en brazos». ¿Cómo es posible que un ser tan pequeño pueda conocer las consecuencias de sus actos? Primero necesita aprender, o ¿acaso el bebé sabe que si mete la mano en el fuego se quema? Para ser consciente de ello necesita tener la capacidad de entender, o bien el infortunio de haberse quemado.

Para poder manipular con su llanto, necesita saber que llorando controlará el comportamiento de los padres. «Si lloro me cogen en brazos». Cuando atendemos a sus necesidades el niño aprende que estas son importantes y los padres establecen con ello las bases de su desarrollo emocional. No obstante, puede suceder lo contrario, el niño llora y los padres lo dejan llorar. Así aprenderá que puede llorar todo lo que quiera, que nadie le ayudará. Que solo es digno de su atención ante situaciones positivas y agradables. Con ello, es muy posible que durante toda su vida conserve una sensación de inseguridad, de poca valía y una autoestima sumamente dañada.

Un bebé que llora, reclama atención inmediata, él no sabe que debería dormirse porque ya es tarde, que sus padres también necesitan descansar. Lo único que hace con el llanto es reclamar atención y ayuda para tranquilizarse. No tiene tanta astucia, sus actos no son racionales, sino que se siente mal y lo manifiesta de la única forma que sabe, a través del llanto. La manipulación, requiere primero del aprendizaje de la influencia que su comportamiento tendrá en la conducta de los padres. Y esto es un proceso para el que se requiere un pensamiento lógico, que el bebé por supuesto todavía no ha desarrollado, ya que hasta el año de edad no es capaz de hacer deducciones racionales. Ni tampoco es capaz un niño hasta más allá de los 3 años de regular sus emociones por sí solo. Por lo tanto, si llora o está intranquilo o no puede conciliar el sueño es normal que reclame la atención de los padres, para que le ayuden a calmarse, a sentirse seguro y aprender poco a poco a manejar sus emociones.

La sociedad increpa a los padres que cogen demasiado al bebé, que duermen con él, que le dan el pecho para consolarlo o cuando sigue mamando aunque ya no sea bebé. Existen recomendaciones de libros y supuestos expertos en controlar ese impulso natural de consolar a su hijo, cuya máxima es no angustiarse y acostumbrar su oído al llanto. «El bebé debe aprender a dormirse solo, dejarlo en su cuna aunque llore». Son consejos que hacen sufrir a los padres y que les lleva a perderse una de las cosas más bonitas de la maternidad.

Vivimos en una sociedad llena de tabúes y perjuicios sin fundamento y poco comprometida con un ser tan frágil y desvalido, que consciente o inconscientemente recomienda a los padres andar ojo avizor para no caer en las artimañas manipulativas de su llanto, que no pretende otra cosa que salirse con la suya. Por lo contrario, si no sucumbimos a sus deseos contribuimos a forjar su carácter. Vamos que, me puedo imaginar cómo nos sentiríamos si llegamos a casa, muy cansados, y cuando le decimos a nuestra pareja que nos duelen hasta las pestañas, esta se da media vuelta y nos deja con la palabra en la boca. Menudo enfado cogeríamos. Además de no escucharnos nos ha ignorado. Su comportamiento, nos da a entender que le importa muy poco lo mal que nos sentimos. Hemos aprendido que en lo sucesivo no merece la pena explicarle nada, porque no respeta nuestros sentimientos y solo nos quiere cuando estamos bien. Vamos, que los cimientos de una relación así se tambalean.

El bebé es un ser más indefenso, necesita más de nuestra atención y afecto. Y sobre los cimientos de todo ello, durante los primeros años de vida se van a desarrollar su comportamiento emocional, cognitivo y social. Asumir que el bebé nos toma el pelo a la más mínima oportunidad, es creer que ha nacido con una conducta aprendida. Ideas inciertas aunque extendidas e incluso respaldadas por parte del sector médico, que con opiniones personales intenta convencer a los padres que hacen muy mal en atender el llanto de su bebé, que no aprenderá a gestionar sus emociones ni podrá conciliar el sueño por sí solo. Los padres pueden educar y criar sin necesidad de seguir al pie de la letra este tipo de mensajes que más bien están basados en creencias personales que en el razonamiento científico. No hay más que mirar atrás para darse cuenta que fueron recomendaciones médicas las que implantaron el dar el pecho 10 minutos cada tres horas, hoy en día desechadas porque daban al traste muchas lactancias. Ni que tampoco la ciencia que hoy respalda una evidencia se mantiene siempre en el tiempo, ejemplo de ello, la idea de poner a dormir a los bebés boca abajo para reducir el riesgo de asfixia y que fue desacreditada en los años 90 por estar relacionada con la muerte súbita. Los padres deben saber que los profesionales tienen distintas posiciones sobre la crianza. Si buscan asesoramiento deben saber si es partidario de uno método de crianza con apego o más bien se inclina por el opuesto, el método Estivill. Optar por uno sin saberlo es tan ilógico como ser vegetariano e ir a comer a un asador de carne.

La semana que viene profundizaremos sobre el método Estivill.