Economía

Los conflictos de la desescalada: “¿No puedo entrar con mi hijo a la peluquería?

En el primer día de apertura, estos comercios se enfrentan a multitud de dudas e interrogantes

Apertura de peluquerías durante la fase 0 de la desescalada en Valencia
Un empleado de la peluquería Emilio, abierta durante el día 51 del estado de alarma, corta el pelo a un clienteRober SolsonaEuropa Press

Marcelo regenta una peluquería en el barrio de Algirós. Lleva una semana preparándose para hoy, 4 de mayo, día en el que se sabía que las peluquería iban a poder reiniciar su actividad. Marcelo ha invertido 3.600 euros -"que pagaré poco a poco y como pueda"- en desinfectar las paredes y los techos de su centro, en instalar máquinas de ozono que desinfecten el aire, en comprar batas desechables, mascarillas, guantes y geles. Nada es suficiente para que los clientes y sus empleados estén seguros.

Pero aún así son muchas las dudas. Marcelo cuenta como una clienta, angustiada, le preguntaba hace unos días si acompañar a su hijo de ocho años a la peluquería. “No, lo siento mucho, pero los dos no podéis entrar, le tendrás que esperar en la puerta”, le respondió el peluquero.

“¿Tengo que entrar con mascarilla y guantes?", “la bata que me pongo, ¿está desinfectada?”, “¿no puedo ir al baño?”. Son algunas de las dudas que le plantean los clientes, una clientela que no falta, fiel, a su cita. Marcelo tiene la agenda de esta semana llena, aunque no empezará a recibir clientes hasta el miércoles, cuando ya lo tendrá todo listo.

“A muchos no les ha dado tiempo a hacer toda la desinfección del local, por eso yo empecé la semana pasada, porque sabía que esta semana íbamos ya a poder abrir”, cuenta. “No se trata de pasar el aspirador, sino de desinfectar todo el local”, asegura y advierte de que hay una cosa que no podrá, de ninguna de las maneras, hacer con los guantes: cortar el pelo. “Lo he probado con una muñeca y es imposible”.

Lo cierto es que, echando un vistazo hoy a la ciudad de Valencia, en las peluquerías hay homogeneidad: todas están abiertas, con solo un cliente dentro, pero queda claro que los confinados tenían muchas ganas de arreglar sus cabelleras.