Valencia

Clientes con ganas de terraza; hosteleros con miedo a perder la temporada

Primer día de la Fase 1 en Valencia: los restaurantes de la playa se resisten a subir la persiana mientras la clientela hace cola frente a los que están abiertos

Valencia entra en la Fase 1 de la Desescalada
Varias personas disfrutan en la terraza de un bar junto a la playa en ValenciaRober SolsonaEuropa Press

Él no recordaba una playa de la Malvarrosa tan vacía ni extraña. Ni siquiera cuando los yonquis eran los únicos que acampaban en la arena allá por los ochenta, o cuando esta estaba sembrada de los que dormitaban en ella a la salida de la mítica ACTV, templo de la Ruta del Bacalao, allá por los noventa. En este mayo de 2020, la arena de la playa de Valencia está inmaculada de pisadas, apenas una cuantas huellas pequeñas que borran al pasar las patrullas de la Policía o las olas al romper en la orilla. Hoy se suponía que la capital retomaba algo de la actividad hostelera que desapareció con la declaración del estado de alarma; el primer día en el que los bares y restaurantes de esa Valencia que mira al mar abrían sus terrazas. Sin embargo, el miedo y la incertidumbre han podido más que las ganas. Apenas un 20 por ciento de los locales de la playa de Las Arenas y la Malvarrosa han levantado hoy la persiana.

“Vamos a esperar un poco. De momento no me compensa. Quizás cuando pasemos a la Fase II”. Ángel Muñoz es el gerente de “Els Angels”, emblemático local que comenzó a servir a valencianos y turistas en 1965. “Yo llevo aquí casi toda mi vida. He visto temporales impresionantes, cómo el viento arrancaba las palmeras, trombas marinas como de una película... pero esto, esto no lo había visto en mi vida”. Ángel aún no cree lo que está pasando y no quiere pensar mucho en lo que vendrá, aunque confía en que sea mejor que el presente. “La gente tiene ganas de volver. Nos llaman por teléfono, preguntan cuándo abrimos, pero yo todavía no lo sé. No me fío”. De lo que no se fía, insinúa, es de los que le dijeron que podrían volver al negocio el pasado día 11 y luego les hicieron esperar una semana más.

Restaurante cerrado en la playa de Valencia
Restaurante cerrado en la playa de ValenciaLa RazónLa Razón

En el paseo marítimo apenas hay gente. Unos cuantos en bicicleta; más allá, una pareja pasea un niño en un carrito y una madre entretiene a los suyos con tono desesperado. Y cada cinco minutos, una patrulla de policía alerta a los infractores. “Solo un aviso, en general la gente se está portando bien”, cuenta uno de los agentes. Mientras, en la arena, un compañero apercibe a unos adolescentes que se bañan. “Se puede jugar, pero nada de nadar si no es en las zonas habilitadas”, les explican.

Pero Pili parece que se ha empollado el BOE. Sabe qué se puede hacer y qué no. “Pero por si acaso, antes de pisar la arena les hemos preguntado”, nos cuenta mientras señala el “quad” de la Policía. Es la primera vez este año que ella y Martín y Anaira ( de seis y siete años, “y medio”) pisan la arena de la Malvarrosa. Interrogar a los pequeños sobre cómo se sienten es malgastar una pregunta. Solo hay que verles: pies descalzos, pelo revuelto, manos pringosas de arena y una sonrisa sin trampa ni cartón ni mascarilla.

Pili vigila los saltos de Martín y Ainara
Pili vigila los saltos de Martín y AinaraLa RazónLa Razón

La familia reside cerca, en el barrio de El Cabanyal, poblado marítimo pintoresco, por resumir mucho. Pese a ello han resistido a la tentación de saltarse el confinamiento para saltar olas. “Pero ahora que se puede, mañana volvemos con el cubo y las palas", anuncia la madre mientras los hermanos hace el pino y caen de culo.

En ese momento no existe el tiempo para Martín y Anaira, pero a Ginés le falta para atender las mesas. El gerente de “La Murciana” está contento. “Lo tenemos lleno, bueno, todo lo lleno que lo podemos tener porque debemos cumplir las normas de aforo y distancia, pero se nota que la gente tenía ganas de terracita. Si es que abríamos a las diez de la mañana y a las nueve ya había gente esperando”. Ginés Navarro pensaba recuperar a cinco empleados del ERTE que se vio obligado a ejecutar, “y al final he podido rescatar a ocho para estos días”. Con un poco de suerte espera que el resto se reincorpore cuando en la Fase II se permita servir las mesas del interior del restaurante.

Ginés Navarro, de "La Murciana" está contento. "La gente tiene ganas de consumir"
Ginés Navarro, de "La Murciana" está contento. "La gente tiene ganas de consumir"La RazónLa Razón

Son las dos de tarde y huele a arroz, a pescado frito y a salitre. Los 29 grados a la sombra invitan a una cerveza tras otra. “Mira, mira. No hay nadie que se haya pedido solo un café. La gente está consumiendo. Eso es alegría”.

Hace un año, el tranvía a la Malvarrosa se llenaba a mediodía de estudiantes en busca del sol y la playa. Los lunes, martes, miércoles y jueves eran de ellos, sobre todo de los “erasmus”, que ni siquiera buscaban coartada para hacer pellas. Mochilas llenas de apuntes descansaban en toallas que no entendían de medidas de distanciamiento. Valencia ha dado hoy un paso hacia la nueva normalidad prometida, pero unos lo han hecho con más ganas que otros. Frente al ansia del cliente, el miedo del hostelero a perder la temporada o el negocio y la esperanza de los que creen que esto también pasará.