Tribunales
Once años de cárcel para un profesor de Alicante por abusos sexuales a una de sus alumnas
La sentencia le impone otros 15 años de inhabilitación para el ejercicio de la profesión
Un profesor de Educación Física de un instituto del municipio de Aspe (Alicante) ha sido condenado a once años y un día de prisión por un delito continuado de abusos sexuales cometido sobre una de sus alumnas, de 14 años.
Además, la sentencia dictada por la Sección Segunda de la Audiencia de Alicante le impone otros 15 años de inhabilitación para el ejercicio de su profesión como docente o para cualquier otro puesto de trabajo que implique relación directa o contacto con menores.
El condenado, de 47 años, también tendrá que indemnizar a la menor con la cantidad de 10.000 euros por los daños morales ocasionados.
El tribunal establece que los abusos tuvieron lugar durante el curso escolar 2015-2016, cuando la menor cursaba segundo de Educación Secundaria Obligatoria (ESO). Concreta que el acusado y su víctima establecieron una relación cercana desde el inicio del curso, en la que ella le comentaba sus problemas.
Ese vínculo continuó hasta que, en junio de 2016, el procesado le dijo a la menor que acudiera con él al almacén en el que se guardaba el material deportivo, donde intentó besarla.
Dicho encuentro se reprodujo días después en el mismo lugar, en un episodio en el que el docente sí logró besar a su alumna, además de practicarle varios tocamientos en sus genitales, según la resolución judicial.
Después, la víctima quedó con el procesado a través de whatsapp para que acudiese a una especie de almacén anexo a la vivienda propiedad de sus padres, acondicionado como apartamento, donde ambos mantuvieron relaciones sexuales completas al menos “en cinco o seis ocasiones”, cuando ya había terminado el curso escolar, según el fallo.
El profesor, que se había acogido a su derecho a no declarar durante la instrucción de la causa, negó en el momento del juicio que hubiese abusado de la menor y mantenido relaciones sexuales con ella, aunque sí admitió que entre ambos se había establecido un vínculo de confianza que condujo a que se originasen ciertos “sentimientos de enamoramiento”.
Solo reconoció que había estado a solas con la menor en el almacén en el que se guardaba el material deportivo, además de otra ocasión en el almacén de los padres de ella. En esta línea, su defensa pidió su libre absolución tras insistir en su inocencia.
La alumna, por su parte, relató en el juicio los contactos sexuales concertados con el procesado a través de mensajes telefónicos y aseguró que el profesor le había impuesto dos normas: no contar a nadie lo que estaban haciendo y borrar las conversaciones telefónicas, demostrándole que lo había hecho con capturas de pantalla de su móvil.
El tribunal da credibilidad al relato de la menor tras concluir que no se había advertido la existencia de móvil espurio, de venganza o de animadversión hacia el acusado.
Indica que, cuando relató lo ocurrido a su tutora, en el siguiente curso, “la menor no quería hacer público lo sucedido e, incluso, atribuyó los hechos inicialmente a un novio de 21 años, pidiéndole a la profesora que no revelara lo que le había contado”.
De igual modo, el tribunal subraya que la víctima mantuvo en todo momento la persistencia de los hechos, sin variaciones que hiciesen pensar en una fabulación.
Añade que hubo otras corroboraciones periféricas que demostrarían los abusos, como la existencia de intercambio de mensajes telefónicos cruzados entre ambos y no eliminados, en los que se desprendía una relación que “excede a todas luces de la mera amistad”.
En esas conversaciones, según el tribunal, la menor reflejaba “su situación de indecisión e, incluso, de angustia”. La sala considera que igualmente corroboran la versión de la menor el testimonio de otra alumna, que vio que el acusado y su víctima se encontraban juntos en el almacén del instituto, y el de la tutora, que consiguió que la adolescente le contase sus problemas al comprobar su estado de tristeza.
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