El gallinero

La agricultura valenciana, la Cenicienta de la UE

La Unión Europa agrava los problemas agrícolas en lugar de solucionarlos

Los agricultores valencianos, también los de otras Comunidades, siguen agrandando su papel de Cenicienta en esta Unión Europea que tantos beneficios nos reporta y, en ocasiones, nos pone de rodillas como los castigos a la antigua usanza. El pecado original en la incorporación de España a la organización continental va ampliándose año a año sin que en el horizonte se divisen soluciones.

La agricultura y la pesca sirvieron de moneda de cambio para aquella adhesión. Las compensaciones de aquel momento no satisfacen en modo alguno la producción en nuestros campos, como venimos publicando en estas páginas estos días al hacernos eco de las denuncias de las organizaciones AVA y Asaja.

Lo primero fue el escándalo de los abusos con la excusa del destrío (fruta tocada o de no buen aspecto destinada al zumo) por parte de quienes adquieren la producción del campo, se encargan de recoger el fruto y que han eliminado concretar la cantidad por contrato -antes entre el 3 y el 5 por cien- y ahora llegan hasta el 50 para así aminorar «en plan estafa» la cifra. Porque evidentemente, el destrío no lo pagan.

Y después, el «atraco» de los intermediarios que terminan ofreciendo a los agricultores 1,17 euros por arroba (13 kilos), una cantidad menor que lo que cuesta un café en cualquier bar, excepción hecha de Pedro Sánchez que concretó en su día el valor de su cafelito en 0,80.

Todo por culpa, en gran parte, de los acuerdos de la UE con países terceros, cuyos productos ni siquiera pasarían las condiciones que se les exige a los nuestros. Así es la vida.