Opinión

València, Joan Ribó y su bici

Se le olvida al alcalde que a los ciudadanos nos gusta que todos cumplamos las normas

Aunque no tendría por qué justificarme, antes de escribir sobre València, las bicicletas y el alcalde Joan Ribó, voy a confesar que uso mi bici a diario. No fue la pandemia la que me llevó a dejar de utilizar el transporte público para desplazarme, sino los cambios en las líneas de la EMT que convirtieron al centro de la ciudad en un lugar al que casi nadie puede acceder sin realizar, al menos, un trasbordo.

Todavía me queda algo más que confesar, estoy encantada de utilizarla. València es plana y llueve entre poco y nada. Me relajo yendo en bici porque- igual en esto sí soy de las pocas- nunca llevo auriculares, me libero de estar mirando “wasaps” y, lo que es más importante, ya no tengo que esperar más el autobús y esto, te da horas de vida.

El equipo de Gobierno de Joan Ribó ha hecho bandera de este asunto, tanto es así, que los que usamos la bicicleta tenemos que soportar estoicamente que nos digan alguna que otra cosa poco bonita cuando pasamos por calles peatonales por las que la ordenanza sí permite circular. “¿Os creéis que la ciudad es vuestra?”, “Vais por donde os apetece”.

Lo que sí está prohibido es circular por la acera, porque para eso hay 161 kilómetros de carriles bici. En una de estas “pillamos” al alcalde la semana pasada y no es que no haya pedido disculpas por este despiste, es que nunca lo hará.

Se le olvida al alcalde Joan Ribó que a los ciudadanos nos gusta que los políticos sean iguales que nosotros, que las normas y las correspondiente sanciones se apliquen a todos por igual.

Y si no que se lo cuenten a los que se despistaron y entraron con su coche en Ciutat Vella. En nueve meses se han puesto más de 100.000 sanciones en el Área de Prioridad Residencial (APR), que para eso sirven las cámaras, para cazar a los infractores.