Tradiciones

29 de septiembre, Sant Miquel de Llíria, atalaya de cultura y religiosidad popular

La "Ciutat de la Música" es un crisol de historia y culturas

Momento de la procesión en el que Sant Miquel y Sant Vicent se encuentran
Momento de la procesión en el que Sant Miquel y Sant Vicent se encuentran Ayuntamiento de Llíria

"Abogado y protector, de la Iglesia Militante, cuidas siempre vigilante, de dar auxilio y favor, y cuando el riesgo es mayor,tanto es mayor tus desvelos. Dad a nuestros corazones, Miguel Arcángel, consuelo”, cantan los llirianos a su patrón en sus Gozos el día de la fiesta, el día de Sant Miquel de Llíria, hoy 29 de septiembre.

He de reconocer que siempre he sentido una gran debilidad por Llíria , crisol de historia y culturas, pura energía por donde la mires que le viene de siglos y la conserva. Me admira todo lo que es ella en todos los sentidos. Recientemente, su majestuoso templo ha sido declarado por Roma dignidad de Basílica.

Todo el año el curso de la vida de la población –Ciutat de la Música- está regido en el ámbito de la religiosidad popular por dos santos: Sant Miquel y Sant Vicent. Vicentinos son un rato largo, lo de la ciudad de Valencia con este santo es apenas una anécdota. Nada que pasan sacan a la calle ambas imágenes.

Y cuando por cualquier razón no pueden, exigiéndolo la tradición, bien que les pesa. Les ocurrió por ejemplo en 2020 en que estaba tan arruinado el monasterio que lo tuvieron que cerrar por falta de restauración. El Arzobispado se lo inmatriculó en el Registro de la Propiedad a su nombre, es el propietario, pero no lo arregla. Una viva contradicción entre la gran fe de un pueblo y la falta de cuidado del edificio.

Todos los años los días 28 y 29 de septiembre son miles los peregrinos que suben hasta la cima del cerro donde se encuentra el histórico Monasterio de Sant Miquel de LLiria a impetrar favores al santo arcángel o darle las gracias por los recibidos. Es un clásico su romería en el catolicismo popular valenciano, la que más peregrinos reúne. Suben y bajan no pocas veces de rodillas o descalzos. La "bajada" del santo del Monasterio se realizó ayer y el Ayuntamiento ha suspendido todos los actos por la alerta roja.

Una ciudad con historia

Los hallazgos arqueológicos y los testimonios arquitectónicos existentes en Llíria nos hablan de que ésta fue una de las primeras comunidades cristianas en esta parte de la península, cristianismo que llegó a través de la romanización. De vestigios romanos, como de ibéricos, Llíria anda más que sobrada.

Su nombre está datado desde muy antiguo. El geógrafo egipcio Ptolomeo le llamó al lugar Leiria y Edeta mucho antes de nuestra era. Edeta en origen fue el nombre, que dieron el primer apellido a la Valentia romana, Valentia edetanorum, pues estaba cerca del pueblo importante militar y culturalmente, el de referencia, y había que distinguirla de otras Valentia fundadas por los romanos.

Llíria hoy sigue siendo una colección interminable de hechos históricos y culturales, bajo su aspecto de pueblo como quien no quiere la cosa. Le sobra de todo: termas romanas, fuente san Vicente, yacimientos arqueológicos, iglesia de la Sangre- probablemente de las primerísimas valencianas-, una iglesia de la Asunción más que catedralicia, el almudín, el Museo Arqueológico…

De entre esta amplia variedad de puntos de especial interés está el Tossal de Sant Miquel, solar de la antigua Edeta, Leiria, capital de Edetania, atalaya desde donde se controla toda la llanura que se despliega hasta Valencia y el mar. Un estratégico lugar habitado desde la Edad del Bronce y que dominaba el paso de norte a sur y viceversa por el territorio, zona valorada militarmente y enclave que se disputaron Pompeyo y Sertorio.

Beaterio desde el siglo XV

En esa zona cero y caliente de la historia se levantó allí un "Beaterio" de mujeres, el antiguo "Beaterio" de san Miguel, al que se sube por una empinada cuesta, en cuyo alto está el santuario y unas casas que habitaron las beatas que lo guardaban, llamadas beatas por no ser monjas, y que cuidaban el patrimonio religioso más preciado por los llirianos, sant Miquel, seña de identidad del pueblo. El beaterio estuvo protegido por el rey don Martín dese su fundación el 1 de julio de 1406.

La imagen de Sant Miquel de Llíria original fue labrada por el mismo escultor que hizo la de la Virgen de los Desamparados de Valencia, de la que también predica la leyenda que “la feren els angels”, al igual que la de la Virgen. Era una talla gótica, preciosa, enorme, majestuosa. En 1936 la destrozaron los iconoclastas de la persecución religiosa. José María Ponsoda, en 1940, hizo otro san Miguel siguiendo la línea del anterior.

La imagen figura a un joven ángel, con alas de oro, vestido de guerrero y armadura de plata. Lleva corona y banda militar con lazo, con manto rojo. Su lanza-cruz es sostenida por la mano derecha, en alto, contra el diablo. En la mano izquierda sostiene el escudo, con las iniciales Q.S.D. (Quis sicut Deus). Debajo del escudo cuelga su espada.

Guardián del cenobio hasta no hace mucho fue Amadeo Civera, lliriano de pro. De continúo está llamando la atención sobre la ruina del conjunto. El Arzobispado no muestra signos de restaurarlo y el Ayuntamiento poco puede hacer al no ser el titular del bien. Podría el Arzobispado cederlo al Ayuntamiento, al pueblo, y se arreglaría de seguro.