
Opinión
Un Alicante sin coches
Un libro en el bolso y caminar al lado del mar en Alicante son más sanos que las Redes Sociales o los atascos de tráfico

Hubo un tiempo en que Madrid se convirtió en mi casa, en sentido literal; nada más y nada menos que durante trece o catorce años de mi vida. Ahí descubrí algo tan maravilloso, rápido y cómodo como el metro. Entonces teníamos teléfono móvil pero, por suerte, no existían las redes sociales ni vivíamos atrapados en la hiperconexión digital de hoy día; así que, una servidora, portaba siempre en el bolso un libro. No sé cuántos leería en el metro mientras recorría Madrid sin enterarme de mis coordenadas. Doble viaje, pues, en el espacio, y en el del argumento de la novela.
Conservo esa costumbre y, siendo como soy adicta a las redes (anti)sociales y al WhatsApp, sigo llevando un libro en el bolso. En la capital de España adquirí otra sana costumbre, la de caminar. Y alternaba metro con largos paseos por la ciudad. Regresé a mis raíces, al olor a mar de la playa del Postiguet, léase a mi Alicante natal; una ciudad que, sin estar pensada para el peatón, se puede recorrer de punta a punta a pie; algo que es agradable por el clima y porque es una urbe que vive de cara al Mediterráneo; cualquier caminata conduce al azul del mar.
Ahora que el Alicante del futuro piensa en el peatón, es decir, apuesta porque haya menos coches, me pregunto si seremos capaces de aparcar el vehículo propio. No dejo de preguntarme por qué en una gran ciudad el transporte público tiene más adeptos que en ciudades de menor tamaño. Quizá debamos empezar por educar al ciudadano en que hay otras formas de transporte; y otras formas de vida.
Si no, me temo que peatonalizar una calle como la calle San Vicente de poco o nada va a servir.
Pues eso, que un libro en el bolso y caminar al lado del mar en Alicante son más sanos que las Redes Sociales o los atascos de tráfico. Sin duda.
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