Sociedad
El desafío de educar en nuevas tecnologías
La Conselleria de Educación detectó un alto nivel de dependencia a los móviles
El 8 por ciento de los niños valencianos de tercero de primaria usan el teléfono móvil durante más de tres horas al día. En el caso de los alumnos de sexto de primaria, es decir, niños y niñas de doce o trece años, la cifra se duplica. Estos números, resultado de un estudio realizado por la Conselleria de Educación, hicieron saltar todas las alarmas. Junto con el aumento de los problemas de convivencia y de conflictividad, como el ciberacoso o el bullying, llevaron a este departamento a adoptar recientemente la decisión de prohibir en los centros escolares el uso de los móviles.
Este fue el punto de partida del foro sobre Salud Mental y Educación organizado el pasado martes por La Razón Comunidad Valenciana en el Hotel Westin, una mesa redonda en la que participaron expertos procedentes de la Administración pública y de la empresa privada, para poner en común propuestas y medidas para afrontar este nuevo reto y debatir sobre cómo está influyendo el uso de los teléfonos móviles en el desarrollo cognitivo-conductual de nuestros niños y adolescentes.
La directora general de Innovación e Inclusión Educativa, Xaro Escrig, explicó que, aunque la Conselleria está trabajando en un nuevo decreto de Convivencia, la medida de prohibir el uso de los móviles en los centros escolares «no podía esperar más». Añadió que la Conselleria de Educación y la de Sanidad «se han dado la mano» para elaborar un Plan de Salud Mental, en el que se van a ir adoptando medidas de manera conjunta, como una formación de carácter obligatorio para toda la comunidad educativa.
Por su parte, el director general de Salud Mental y Adicciones, Bartolomé Pérez, aseguró que el uso de móviles en los niños es un factor de riesgo en materia de salud mental, sobre todo la «inmediatez» que comporta el uso de internet, y la pérdida de capacidad para interpretar las expresiones de otras personas.
En esto último coincidió el director clínico de Clariane España, Antoni Grau, quien señaló que «sabemos que estas aplicaciones están afectando al desarrollo de competencias o de funciones básicas», como la atención o el componente relacional, algo que puede suponer que en el futuro aparezcan problemas de adicciones. «Lo que tienen en común la mayoria de las adicciones son problemas de atención y de impulsividad».
En este sentido, el director del Máster Universitario en Prevención de Drogodependencias y otras Conductas Adictivas de la Universidad Internacional de Valencia (VIU), Víctor Villanueva, subrayó la importancia de no «sobrepatologizar» ciertos comportamientos que forman parte de nuestra vida actual, y recordó que, al final, internet es una herramienta como lo es un cuchillo. «Tenemos que enseñar a nuestros hijos a utilizarlo en la cocina, pero también puede ser un arma». Lo mismo pasa con estas nuevas tecnologías, de las que tampoco podemos aislar a los más jóvenes, pero sí tenemos la responsabilidad de formarles en su buena utilización.
Y este fue otro de los principales asuntos que se abordó en la mesa. ¿Cómo pueden los padres formar a sus hijos en el uso de nuevas tecnologías, si probablemente ni ellos mismos puedan aún controlarlas? En este sentido, la directora del Área de Psicología Infanto- Juvenil y Neuropsicología de Avanta Salud, Julia Pérez Albors, señaló que es necesaria una «formación para las familias en relación a cómo hacer un uso adecuado de los móviles, fomentar espacios en casa libres de móviles, o establecer unos horarios. Hay una serie de pautas que, por desconocimiento o por falta de herramientas, no se aplican».
Sobre este asunto, Villanueva puso sobre la mesa que «tenemos que hacer un ejercicio, por un lado de demanda de responsabilidad a los padres, pero también de empatía. ¿Dónde queda la conciliación familiar para el digital parenting? ¿De dónde sacas el tiempo y la energía?».
Grau añadió que, aunque es necesaria una formación a las familias, hay que ofrecerles alternativas. «Es una falta de recursos personales y energéticos».
Bartolomé Pérez insistió en la importancia de que sean los padres los que asuman la responsabilidad de formar a sus hijos en el uso de estos dispositivos, y no dejarlo todo en manos de las instituciones educativas. «El modelado tiene que ser algo preventivo. Se trata de un asunto demasiado importante». A lo que Escrig añadió que «si no ponemos nosotros esos límites, ninguna administración va a ponerlos».
La punta del iceberg
En cuanto a los nuevos trastornos infantojuveniles relacionados con el uso de las nuevas tecnologías, como la cosmeticorexia, todos los expertos coincidieron en que se trata solo de la «punta del iceberg» de trastornos más importantes, y que siempre han existido, como un trastorno de la personalidad.
«Es muy importante no banalizar la salud mental, solo la OMS determina qué es una enfermedad, y estos trastornos no son enfermedades, son síntomas de otras posibles patologías», señaló Bartolomé Pérez.
Villanueva coincidió en este punto, y recordó que existen factores de riesgo psicosociales y familiares que predisponen a una persona a desarrollar ciertas adicciones, que en este caso puede ser a los móviles, pero que podrían ser a otras sustancias. «La pregunta es cuál es la motivación que te lleva a hacer uso de internet. Hay gente que lo hace para intentar sentirse mejor, lograr la aprobación; hay gente que busca una regulación a las emociones porque no tiene esa capacidad de regulación emocional».
Grau, por su parte, explicó que «las redes sociales multiplican el efecto de las apariencias y la comparación social, por lo que el uso de estas aplicaciones en edades cada vez más tempranas junto con la priorización del valor por las apariencias puede conducirnos a que en el futuro tengamos más trastornos».
En cuanto a la prevención, tanto Bartolomé Pérez como Víctor Villanueva insistieron en la necesidad de que se busquen entidades acreditadas para realizarla, puesto que se ha demostrado que el método de la «charlita», en palabras de Pérez, puede ser contraproducente e incluso provocar un efecto rebote. Además, aseguró que nos encontramos en una «ventana de oportunidad» que debemos aprovechar para hablar de una manera seria y rigurosa sobre estos temas, abordándolos de una manera trasversal. Todos ellos coincidieron en que este tipo de encuentros, en los que se ponen en común diferentes puntos de vista, son la vía para seguir trabajando de una manera integral y evitar tener que llegar a la parte clínica, es decir, a padecer un problema de salud mental.
✕
Accede a tu cuenta para comentar