DANA

Las medidas propuestas hace siglo y medio al Gobierno para evitar las riadas en la Ribera

Tras la riada de San Carlos de 1864 en La Ribera, se encargó un informe al ingeniero Miguel Bosch para prevenir las avenidas

La primera de las medidas era poblar de monte los terrenos de la cuenca hidrológica del Júcar
La primera de las medidas era poblar de monte los terrenos de la cuenca hidrológica del JúcarLa Razón

En la segunda mitad del siglo XIX, el Ministerio de Fomento nombró una Comisión para estudiar los desbordamientos del río Júcar a raíz de una célebre riada de san Carlos, acontecida la noche del 4 al 5 de noviembre de 1864, que llamó “dolorosamente la atención del Gobierno de Su Majestad la Reina”. El trabajo de campo fue encargado al ingeniero Miguel Bosch Juliá, quien presentó una amplia memoria en la que entre otras cosas proponía una serie de medidas apara “prevenir el mal o atenuar su intensidad”. La primera de ellas reforestar los montes para que los árboles retuvieran el agua y sobre todo obras de defensa de los pueblos afectados.

En el estudio hizo un “bosquejo orográfico del territorio, de los cultivos y montes dominantes, de la constitución geológica, y de los ríos, ramblas y barrancos notables”, “de la faja de la inundación, la extraordinaria altura que alcanzaron las aguas el día de la crecida y el caudal de las que corrían por el Júcar y sus afluentes”.

La riada de san Carlos –el 4 de noviembre es san Carlos Borromeo, en la liturgia católica- se desbordó una vez más el río Júcar en distintos puntos de la comarca de la Ribera. Los árabes llamaban “el devastador” al Xúquer y con razón. Esta avenida afectó a 83 pueblos. El desmán en esta ocasión alcanzó hasta el mar. Las montañas de Jalance, Cortes, Millares y Sumacárcer lanzaron toda el agua que les cayó encima hacia abajo a través del Júcar, el Magro, el Albaida y demás ríos afluentes, barrancos y ramblas, desplazó sin ningún obstáculo ni contención. No había presas, ni embalses.

En el análisis de las causas, “puede decirse –explicaba Miguel Bosch en su informe- que las condiciones y disposición de los valles de la parte de la cuenca hidrográfica del Júcar favorecen las avenidas de los ríos y las inundaciones de la Ribera”… “las cuencas impermeables constan de rocas compactas que repelen la humedad; reúnen en arterias principales toda el agua que reciben; están destituidas de Canals subterráneos y de fuentes; y producen corrientes devastadoras e inundaciones desastrosas”.

Bosch en su memoria presentada al Gobierno cita a un compañero suyo, Augusto Belda, quien le confirma en sus teorías : “El Júcar y sus afluentes tienen en general gran desnivel desde su origen al mar, y las más veces corren por valles estrechos, rodeados de escarpadas montañas, que más que valles parecen profundos barrancos, encajonados entre dos planos inclinados despoblados de monte, y con poco o ningún poder absorbente de la humedad, por estar constituidos por bancos de roca; de manera que puede decirse que forman la canal de dos aleros de tejado que reciben las aguas vertiéndolas inmediatamente y casi en su totalidad al cauce, hasta que desembocan en la parte inferior del valle del Júcar, más debajo de Antella, donde la corriente disminuye…”

Coinciden ambos en señalar la creencia de que “una de las causas más manifiestas de las inundaciones del Júcar y de sus afluentes es la doble circunstancia de la pendientes y la desnudez del suelo de la región montana,… que si ésta se hallase cubierta de vegetación vigorosa, las inundaciones, en igualdad de lluvias, serían mucho menos violentas, y las aguas alcanzarían menos altura.”

Cita en su informe como documentadas en la Ribera inundaciones en 1716, 1740, 1779 (la de san Francisco), 1783, 1789, 1791, 1804, 1805 (la de san Gregorio), 1833 (la de Todos los Santos), 1834, 1840, 1843, 1852, 1853, 1855, 1856, 1857, 1858,1860, 1862,1863 y la de 1864 (la de san Carlos).

Señaló Bosch e su informe que en toda la cuenca del Júcar, tan expuesta a inundaciones, no existía por entonces (1865) ninguna estación meteorológica, por lo que no se tiene datos de la lluvia caída en aquella “gota fría” o dana. Sólo contó para su estudio los registros de ese año que hizo la estación de la Universidad de Valencia, 617,7 milímetros de agua, pero que no eran extrapolables. Más aproximados le fueron los datos del observatorio del P. Salvador Bodi, de Carcaixent, que ese año contabilizó 1.063 milímetros. Este clérigo, aficionado a la meteorología, guardaba registros de las riadas ocurridas en Carcaixent en 1843,1853, 1855, 1857, 1862 y 1863, cayendo cantidades de aguas hasta 542 litros.

Sobre el origen de las tormentas, los ancianos de los lugares afectados informaron que las riadas solían ocurrir en torno a la fiesta de Todos los Santos -finales de octubre, principios de noviembre . Las tormentas del verano eran muy locales y no producían avenidas. “Suelen preceder a las avenidas del Júcar los ponientes, que hacen llover en Castilla, o en el N.E., E. y S.E. que hacen llover en la Ribera y comarcas inmediatas”,… por lo que en Noviembre y diciembre es cuando más caudal de agua baja por el Júcar.

La Comisión propuso al Ministerio de Fomento en su conclusión, tras recorrerse los pueblos y zonas afectadas, un total de 16 medidas para prevenir o al meos atenuar el efecto de las riadas en la Ribera, la primera de ellas poblar “de monte los terrenos de la cuenca hidrológica del Júcar”, eliminar las motas de Alzira y Sueca, hacer canales de carga y descarga, ampliar los cauces, eliminar los obstáculos y sinuosidades que impiden el paso de los ríos, se hará nuevos cauces en Ayora, Anna, Barcheta y la Casella de Alzira, se cegará el brazo derecho del Júcar en Alzira y se hará desaparecer la presa, hacer obras de defensa en los pueblos en Carcaixent, Alzira, Albalat “y otros construidos en sitios muy bajos”, “se someterán a las condiciones de construcción que se crean convenientes las casas que en lo sucesivo se edifiquen en las poblaciones de la Ribera expuestas a las inundaciones, tanto en lo que concierne a la solidez como a la elección del sitio”, “el flote de maderas por el Cabriel y el Júcar de Cofrentes a Antella solo se practicará desde marzo al 1 de octubre”.